Lavilla ha intentado recuperar el espacio pol¨ªtico de centro presentando un partido renovado
La defensa a ultranza del espacio pol¨ªtico de centro, con una UCD "cohesionada, unida, purificada de personalismos, coherente con el proyecto inicial del partido", bajo la autoridad de su liderazgo, ha constituido el pilar b¨¢sico del mensaje que d¨ªa tras d¨ªa ha repetido Landelino Lavilla en una campa?a que le ha llevado a recorrer 25.000 kil¨®metros y la pr¨¢ctica totalidad de las provincias espa?olas. Un in tento desesperado, dram¨¢tico, por quebrar la din¨¢mica de bipolarizaci¨®n del voto en AP y PSOE y lograr la subsistencia de un partido que el propio Lavilla ha calificado "como indispensable para mantener el equilibrio pol¨ªtico, la estabilidad y la convivencia en Espa?a".
En m¨¢s de un centenar de actos pol¨ªticos, Lavilla ha asumido "por responsabilidad hist¨®rica, por un deber con los m¨¢s de seis millones de espa?oles que votaron centrista en 1979", la tarea de dignificar la imagen de un partido en el que hasta poco antes de convocarse las elecciones se han sucedido las luchas intestinas, las crisis y las fugas a otros partidos. "En UCD", ha repetido, "se han ido los intereses, los personalismos, y se han quedado los ideales, los fieles a un proyecto aut¨¦riticamente centrista". En la nueva UCD de Lavilla no hay sitio para las veleidades ni protagonismos.. "No tolerar¨¦ infidelidades", ha dicho p¨²blicamente. Y en privado, a los informadores que se mostraban esc¨¦pticos ante las permanentes afirmaciones de que "la crisis de UCD no se ha cerrado esta vez en falso", ha asegurado su intencion de renovar y dirigir con mano dura el partido.La publicaci¨®n de los resultados de los sondeos electorales, que auguran un descalabro de UCD, han movido a Lavilla en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a a hacer dram¨¢ticos llamamientos a la responsabilidad del electorado espa?ol para que impida la destrucci¨®n de UCD, la desaparici¨®n del espacio pol¨ªtico de centro, "que puede significar", ha asegurado, "la ruptura del equilibrio pol¨ªtico en Espa?a y el retorno a las dos Espa?as, de izquierda y derechas, con el riesgo de retornar a pasados radicalismos y enfrentamientos".
Lavilla ha marcado las diferencias con el Centro Democr¨¢tico y Social (CDS), partido cuyas siglas nunca ha citado expresamente, como no ha pronunciado nunca el nombre de Adolfo Su¨¢rez. Ha insistido en que no hab¨ªa acuerdo alguno de "no agresi¨®n" con el duque, pero lo cierto es que sus ataques hacia el CDS han sido tibios Se ha limitado Lavilla ha afirmar "que el ¨²nico centro es UCD" y ha acusado a los dirigentes del partido de Su¨¢rez de no tener un proyecto diferenciado de centro y de "ver ahora en posici¨®n de espectadores cr¨ªticos problemas de los que han participado como protagonistas directos hace unos d¨ªas". Lavilla ha preferido ignorar al CDS, presumiblemente para no hacerle publicidad o simplemente para no perpetuar la imagen ante un electorado poco informado de que en el espacio de centro sigue habiendo enfrentamientos. Curiosamente, Lavilla ha dejado de hacer referencias expl¨ªcitas o impl¨ªcitas del partido de Su¨¢rez en los ¨²ltimos d¨ªas de la campa?a.
Cr¨ªticas a las 'soluciones' y al 'cambio'
Lavilla ha acusado a AP y PSOE de maquillar de modera ci¨®n sus programas, "olvidando lo que son los principios ideol¨®gicos aprobados en sus congresos", con el ¨²nico af¨¢n de disputar a UCD el espacio de centro. A medida que avanzaba la campa?a, Lavilla ha intensificado y recrudecido sus ataques a AP, "partido que, m¨¢s que ganar las elecciones, lo que desea es nuestra destrucci¨®n para ocupar nuestro espacio pol¨ªtico" Landelino, que comenz¨® refiri¨¦ndose a AP como "la derecha cl¨¢sica", ha usado luego para definirla las expresiones "derecha dura" ultraderecha" y "partido que disputa el electorado a Fuerza Nueva". Ha calificado de "decimon¨®nica" la pol¨ªtica econ¨®mica conservadora de los aliancistas y, a tal efecto, ha recordado que Margaret Thatcher y el propio Reagan han tenido que variar sus pol¨ªticas econ¨®micas conservadoras "porque est¨¢n resultando un fracaso". Ha valorado como "malas soluciones" el deseo, no desechado de AP, de reformar la Constituci¨®n ("el bien m¨¢s grande con que cuenta la democracia espa?ola"), su intenci¨®n de restaurar la pena de muerte y su "excesiva comprensi¨®n" de las intentonas golpistas.
Tampoco ha ahorrado ataques al PSOE, partido al que ha calificado de "extracci¨®n marxista". Ha afirmado una y otra vez que el cambio que propugnan los socialistas ya lo ha realizado la UCD desde 1977. Para criticar la pol¨ªtica econ¨®mica del PSOE, que ha etiquetado de "socializante", Lavilla se ha referido constantemente a Grecia y, fundamentalmente, a Francia, "donde el Gobierno de Mitterrand", ha dicho, "prometi¨® crear un mill¨®n de puestos de trabajo, y ha visto aumentar el paro, ha tenido que devaluar por dos veces el franco y ha debido echar mano al capital exterior para reflotar la econom¨ªa francesa, en una crisis que no se ha conocido anteriormente con gobiernos centristas".
Ha valorado Lavilla como "cambios a peor" el deseo socialista de legalizar el aborto, la derogaci¨®n del Estatuto de Centros, la negativa a reconocer las televisiones privadas y su pol¨ªtica exterior, "que quiere llevar a Espa?a a un neutralismo tercermundista".
En el n¨²cleo central de sus intervenciones, Lavilla ha incidido en el riesgo de una din¨¢mica tendente a dirigir exclusivamente al electorado hacia opciones de derecha o izquierda. "Cuanto m¨¢s a la derecha del PSOE se sit¨²e el centro de gravedad de la pugna pol¨ªtica, m¨¢s en bandeja se pone el triunfo a los socialistas". Y ha recordado las elecciones andaluzas, "donde la tendencia del voto hacia AP permiti¨® al PSOE no s¨®lo ganar, sino arrasar".
Constante en la campa?a de Lavilla ha sido el llamamiento vehemente al electorado para que participe en las elecciones "sin dejarse influenciar por el voto ¨²til, y menos a¨²n, por el voto del miedo".
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