Somos la gente

Considerar las pel¨ªculas ¨²nicamente como obras de sus directores conduce a veces al error: son otros sus autores fundamentales. Las uvas de la ira, por ejemplo, debe incluirse antes en la programaci¨®n general de los estudios de cine norteamericanos durante los a?os del plan liberal que propuso Roosevelt para hacer frente a la crisis econ¨®mica. que a la evoluci¨®n privada de su director, John Ford.De hecho, Las uvas de la ira no corresponde escrupulosamente a los planteamientos ideol¨®gicos de otras obras posteriores del mismo cineasta y s¨ª, en cambio, al esp¨ªritu que inspir¨® gran parte del cine norteamericano de los a?os treinta.

Las uvas de la ira fue realizada al filo de la d¨¦cada, en 1940. Inspirada en la novela de Steinbeck de la que no se ilustraron los aspectos m¨¢s politizados, aport¨® en aquel momento una amarga visi¨®n de la realidad que el crack de 1929 hab¨ªa creado entre las modestas familias de miles de campesinos.

Muchos de estos campesinos tuvieron que abandonar sus tierras y buscar en otros lugares el trabajo que necesitaban para subsistir en los t¨¦rminos m¨¢s esenciales.

Sentimentalismo al l¨ªmite

Steinbeck concret¨® ese ¨¦xodo en la historia de una familia cuyo primog¨¦nito, un muchacho inconformista, se encuentra a¨²n en deuda con la justicia.Los problemas internos de esos personajes se aunaron con inteligencia al conjunto social que reflejaba la novela. John Ford desarroll¨® el sentimentalismo hasta el l¨ªmite que marcaba la cr¨®nica social.

Henry Fonda realiz¨® en esta pel¨ªcula uno de los trabajos que m¨¢s se han destacado en su filimograf¨ªa. No obtuvo, sin embargo, el Oscar que merec¨ªa, aunque si le fue otorgado uno a Jane Darwell que, en el papel de la madre, compuso uno de los personajes m¨¢s inolvidables de Las uvas de la ira y de la est¨¦tica de Ford.

Ya es sabido que el director tuvo siempre en alta estima la defensa de la familia y, en ella, el papel jugado por las mujeres. Jane Darwell dio vida a una de ellas: la sacrificada y valiente madre que sabe en todo momento corno proteger a sus hijos. O¨ªda ahora en versi¨®n original su trabajo es antol¨®gico.

Fue su personaje el encargado de compensar, al final de la pel¨ªcula, la dureza de las situaciones vistas anteriormente. Su apasionada esperanza sintetizaba la esperanza de los espectadores: "nunca volveremos a tener miedo"'.

El pa¨ªs hab¨ªa despegado de la ruina y cre¨ªa en el optimismo de Roosevelt "somos indestructibles porque somos la gente". Poco despu¨¦s, la guerra y sus secuelas transformaron esa esperanza en patrioter¨ªa y fue John Ford uno de los encargados en divulgarla.

La superficial seguridad. de sus inevitables personajes heroicos contrast¨® con el exquisito mimo que hab¨ªa mostrado en Las uvas de la ira al narrar con sensibilidad un melodrama convertido en documento gr¨¢fico y sonoro.