Reflexiones sobre el resultado electoral
Los espa?oles -frente a golpistas y terroristas- han hablado con sus votos: han dado el triunfo al PSOE, han votado ampliamente a AP y han desasistido al ya menguado centro. Los espa?oles han hablado, mas ?qu¨¦ han querido decir con sus votos? ?Han votado mayoritariamente por el "socialismo"? ?Han votado en crecida minor¨ªa por el "tardofranquisino"? Y ?de verdad son los espa?oles quienes han abandonado el centro?Con el ingreso de Espa?a en la sociedad neocapitalista de consumo se ha producido un cambio de sociedad. La Espa?a de 1982 se parece poco, desde este punto de vista, a la Espa?a de 1931 o de comienzos de 1936. La sociedad espa?ola es ya una sociedad desarrollada, por artificial y, pienso yo, por aparencial que sea, en muchos aspectos, su desarrollo. Como quiera que sea, los espa?oles son conscientes de ese cambio social, que protagonizan cada d¨ªa, desde hace a?os, en su estilo de vida, ll¨¢mese "aburguesado" o del modo que se prefiera. Por su lado, el marxismo, en tanto que doctrina, se encuentra en crisis. (De la que saldr¨¢ como un neomarxismo que, quiz¨¢, ni siquiera se llamar¨¢ ya as¨ª, o no saldr¨¢, y ¨¦sta es cuesti¨®n que no corresponde tratar aqu¨ª). El PSOE era, a su modo m¨¢s bien elemental, marxista. Desde la famosa dimisi¨®n y reelecci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez no lo es ya: al cambio de sociedad se ha hecho corresponder un cambio de programa. Sigue habiendo marxistas dentro de ¨¦l, j¨®venes algunos, viejos, reliquia tan venerable como valiosa, los m¨¢s, pero la inmensa mayor¨ªa de sus votantes est¨¢n en otra cosa. El voto del PSOE ha sido un voto joven, m¨¢s joven de esp¨ªritu que, necesariamente, de edad, animoso, esperanzado, progresista, europeo, modernizador y, no menos, tranquilo, sosegado, pac¨ªfico -el 28 de octubre tuvo el ambiente de un apacible d¨ªa de fiesta ordinaria, y los d¨ªas que le seguir¨¢n, hasta el del nuevo Gobierno, no se parecer¨¢n, ninguno, a aquel 14 de abril que yo viv¨ª-. Los espa?oles, seg¨²n proclama el porcentaje de votos, han salido del desencanto, pero no han entrado en el entusiasmo. (La cautela juega aqu¨ª, sin duda, su papel). Piden honestidad p¨²blica, el comienzo de unas incompatibilidades que quiten esa piedra de esc¨¢ndalo de una situaci¨®n grave de paro, remedien ¨¦ste en cuanto sea posible dentro de una econom¨ªa sat¨¦lite, y en cuanto no, afirmen, con hechos, la solidaridad entre todos los espa?oles. Democracia como moral dir¨ªa yo, que es la aspiraci¨®n de quienes han votado al PSOE.
El voto a AP es m¨¢s complejo de analizar. Ha sido en sus figurones y su clientela el voto ¨²til de quienes empiezan a desenga?arse de golpistas y esperan que la reforma de la Constituci¨®n les devuelva, blandamente, al tardofranquismo y, con ¨¦l, al quieto disfrute de sus prebendas. Pero junto a ¨¦se, ha habido otro voto igualmente pensado como ¨²til, el de la ¨²nica no-izquierda que parec¨ªa quedar en el espectro electoral espa?ol, tras los pron¨®sticos -por desgracia confirmados: self-fulfilling prophecy- del hundimiento del centro. No estoy nada seguro de que AP sea hoy un partido, aunque conservador, dem¨®crata, pero creo que puede llegar a serlo cuando se libere de su lastre y de sus a?oranzas franquistas, cuando Fraga se aclare a s¨ª mismo y, si no le es posible, cuando sea relevado, al menos parcialmente, por su nueva joven guardia. En art¨ªculo reciente mostr¨¦ las graves limitaciones de este pseudol¨ªder que, en realidad, es, por su estilo, lenguaje, trapacer¨ªas y hasta "campechaner¨ªa", un pol¨ªtico de lo que suele llamarse antiguo r¨¦gimen. ?Eran pol¨ªticos de eficacia aqu¨¦llos? M¨¢s bien lo eran de la marruller¨ªa. ?Y Fraga? La expresi¨®n "mayor¨ªa natural", aplicada a un partido conservador, es casi una contradicci¨®n en los t¨¦rminos: desde Arist¨®teles se sabe distinguir entre los pocos, detentadores de todos los poderes y poseedores de todas las riquezas, y los muchos, que carecen de los unos y de las otras. Una m¨¢s o menos confortable resignaci¨®n puede dar lugar, como en Inglaterra, a una mayor¨ªa de voto conservador para evitar mayores males, pero tal mayor¨ªa no es "natural" sino, muy al contrario, artificialmente fabricada. Y ?qu¨¦ pensar de quien a las doce de la noche del 28 de octubre, cuando todo debe hacerle prever que est¨¢ en minor¨ªa, sigue hablando de "mayor¨ªa natural`? ?Y c¨®mo juzgar la seriedad de un aparato de partido que, todav¨ªa m¨¢s tarde, sigue "avanzando" ¨²nica y exclusivamente datos favorables a AP en tal o cual pueblo de la provincia de Lugo? Durante esa noche todo televidente pudo apreciar el contraste entre el rigor en la informaci¨®n del PSOE y de UCD y la incorripetente organizaci¨®n -as¨ª como la falta de sentido autocr¨ªtico- de AP, espejo fiel de su jefe. S¨ª, se trata de un partido que necesita urgentemente no s¨®lo clarificarse, sino tambi¨¦n modernizarse: el dinero s¨®lo no lo puede todo. Y, en sus seguidores, desprenderse de los reflejos de miedo al fantasma marxista. El Gobierno del PSOE contribuir¨¢ a ello y a que los espa?oles de derecha y de buena fe puedan ver que, en efecto, "Espa?a ser¨¢ pasada por la izquierda", pero que ni como efecto ret¨®rico de El Alc¨¢zar tiene eso nada que ver con el "ser pasada por las armas" que tanto parece gustar a la, extrema derecha. En suma, creo que AP puede y debe civilizarse, es decir, convertirse en una "derecha civilizada", y que es de esperar que sea pronto.
El hundimiento del centro hace a¨²n m¨¢s urgente esta necesidad. Mas, ?por qu¨¦ este hundimiento? ?Es que ha desaparecido el centro en cuanto tal? El desplome del partido -o los partidos- del centro ha sido culpa de -todos: de ¨¦l mismo-, en primer lugar; de su invenci¨®n, oportuna y a¨²n necesaria, s¨ª, pero tambi¨¦n oportunista; de quienes desde fuera han contribuido a su desintegraci¨®n, y del cuerpo electoral que, centro izquierda, ha votado al PSOE o, centro derecha, ha votado a AP, y no a ¨¦l. El centro habr¨¢ de renacer como partido porque responde a un genuino talante pol¨ªtico real en Espa?a y, probablemente, fuera de Espa?a tambi¨¦n. (Ya dije antes que la historia no se repite y que 1982 tiene poco que ver con 1931 y con 1936). Pero como AP, tambi¨¦n ha de renovarse. El sistema de la transici¨®n -eso es lo que ha sido UCD y, aceptada la premisa reformista y no rupturista, ha cumplido una funci¨®n positivano puede ser ya el de una situaci¨®n -que el PSOE tiene por misi¨®n traer- de afianzamiento y estabilizaci¨®n de la democracia.
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