"?Pero qu¨¦ bien huele el pan de Valladolid!"
Aunque Jorge Guill¨¦n, el poeta al que esta semana su ciudad va a dedicar su recuerdo m¨¢s apasionado, parti¨® de Valladolid muy joven y sus visitas a la capital castellana, abundantes hasta la guerra civil, se tornaron escasas desde el exilio, el poeta y su ciudad natal han estado y est¨¢n indisolublemente unidos. Jorge Guill¨¦n -el poeta de C¨¢ntico, el autor de tantos poemas en los que el silencio se convierte en una palabra tenue, el ganador del premio Cervantes, el premiado en M¨¦xico con el Ollin Yoliztli, la r¨¦plica mexicana del galard¨®n espa?ol- ha hecho gala siempre de vallisoletanismo. Valladolid aparece constantemente en su obra, sus declaraciones, sus comentarios y sus recuerdos.
Los lazos entre el escritor y su tierra permanecen inalterables pese (o quiz¨¢ por eso) al paso del tiempo y pese tambi¨¦n a que poco a poco han ido desapareciendo muchas de las personas que viv¨ªan en Valladolid con las que Guill¨¦n ten¨ªa m¨¢s v¨ªnculos y relaci¨®n. Hace menos de un mes falleci¨® su hermano Jos¨¦, la persona que continu¨® con el negocio familiar -la ferreter¨ªa Sobrinos de Jorge S¨¢enz-, ubicado en la c¨¦ntrica calle de Santiago, en el lugar donde hoy se levantan unos grandes almacenes. Al autor de Marem¨¢gnum tambi¨¦n quiso su padre iniciarle por la senda de los negocios.
Trabajar en la banca Jover y Compa?¨ªa
Pretend¨ªa que trabajara en una banca catalana que se llamaba Jover y Compa?¨ªa, pero un d¨ªa me dijo "vamos a dejarlo", y se acab¨®, recordaba en una entrevista publicada en agosto en El Norte de Castilla, peri¨®dico al que est¨¢ muy vinculado y que recib¨ªa diariamente.Jorge Guill¨¦n ha proclamado numerosas veces con orgullo que naci¨® en la calle de Caldereros (hoy Montero Calvo) y que "yo sal¨ª de Valladolid ya hecho y derecho y soy lo que me hicieron all¨ª; como siempre he diferenciado entre ser y estar me gusta decir que estoy en M¨¢laga y me siento muy bien, pero soy de Valladolid".
Cuando, poco antes de una de sus visitas al poeta, el alcalde vallisoletano, el socialista Rodr¨ªguez Bola?os, pregunt¨® a Guill¨¦n qu¨¦ obsequio prefer¨ªa, contest¨® r¨¢pidamente: "Pan, pan candeal", para exclamar al recibirlo: "?Pero qu¨¦ bien huele el pan de Valladolid!". Su ciudad natal aparece inevitablemente en todas las conversaciones de Guill¨¦n. Pero sus recuerdos chocan con la realidad actual. "C¨®mo ha cambiado Valladolid", se?alaba en la citada entrevista.
"Cuando me ense?an alguna fotograf¨ªa pienso que se parece a Chicago, pero mientras se conserven san Pablo y san Gregorio seguir¨¢ siendo Valladolid". Su entusiasmo por sus ra¨ªces le lleva a decir tambi¨¦n que "yo hablo la lengua que me ense?aron, el lat¨ªn de Valladolid. Por fortuna, no hab¨ªa lenguas ib¨¦ricas que se hubiesen quedado all¨ª. No tuve que elegir entre ninguna lengua anterior al Imperio romano. Hablo el lat¨ªn de Valladolid y estoy muy contento de eso".
La ra¨ªz, el recuerdo de la madre
La ra¨ªz y el recuerdo vallisoletano que m¨¢s le motiva es el de su madre. "Ten¨ªa una particularidad, ser una se?ora de Valladolid, y una originalidad, era cristiana, cosa que no ten¨ªan muchas se?oras cat¨®licas. Pose¨ªa tambi¨¦n un aire muy liberal que creo que le ven¨ªa de su abuelo, Laureano Alvarez, que fue presidente de la Diputaci¨®n de Valladolid durante la I Rep¨²blica". Afirma, asimismo, que su vinculaci¨®n con Villal¨®n de Campos, que ¨¦l define como el centro de su geografia cordial, proviene tambi¨¦n de su madre, "que se llamaba Esperanza, una de las palabras esenciales de mi poes¨ªa".Otra referencia obligada del vallisoletanismo de Jorge Guill¨¦n es la localidad de Montealegre, cerca de los montes Torozos, en el l¨ªmite entre El P¨¢ramo y Tierra de Campos. "Mis antepasados estaban en Montealegre en el siglo XVI, eran una familia de hidalgos".
Jorge Guill¨¦n no volver¨¢ a Valladolid ni desea ser enterrado en el pante¨®n de hombres ilustres de su ciudad natal -"es una cosa horrible que hicieron en el siglo XIX"-.
Los a?os del poeta Jorge Guill¨¦n, cumplir¨¢ noventa el 18 de enero, y tal vez ese intuido y cierto choque entre recuerdos y realidad actual (una de las cosas que m¨¢s le molestaban en sus visitas era contemplar el antiest¨¦tico monumento a On¨¦simo Redondo en su a?orado centro de San Crist¨®bal), se lo impedir¨¢n, pero la uni¨®n entre poeta y ciudad se mantendr¨¢ siempre. Valladolid rinde ahora homenaje a quien escribi¨® de ella: "Cuando los a?os felices / brotaban de mis ra¨ªces / villa por villa en el mundo / t¨², Valladolid profundo".
Babelia
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