La Iglesia-alternativa
El promedio de edad de los curas cat¨®licos en Europa est¨¢, seg¨²n los pa¨ªses, entre cincuenta y sesenta a?os. Cuando en la sociedad civil se vota a los dieciocho a?os, en la Iglesia nos encontramos con veinte a?os de vac¨ªo e ¨ªnfima capacidad de decisi¨®n. ?Por qu¨¦ este panorama?Cuando muchos cat¨®licos tratamos de analizar la actual situaci¨®n en la Iglesia para desbloquearla, nos encontramos con un muro levantado a pulso durante siglos. Una gran parte de la Iglesia oficial ha reaccionado sistem¨¢ticamente contra todo cambio en profundidad, lo cual es perfectamente coherente con los cambios de decorado. Mientras, la Iglesia popular se debate entre la Iglesia oficial y los espectadores, bautizados, casados y enterrados por la Iglesia, eso s¨ª. A pesar de todo, existe una alternativa de Iglesia. Est¨¢ en la calle desde hace mucho tiempo. No hay m¨¢s que abrir los ojos para verla.
El papa Wojtila podr¨ªa representar a la Iglesia oficial. Ni que decir tiene que le supongo un hombre sincero, trabajador y arriesgado: yo, con su conciencia no me meto. Pero ¨¦l y su Vaticano son especialistas en los efectos de superficie y est¨¢n retrasando las cuestiones de fondo, que son, al menos, ¨¦stas:
1. Obispos democr¨¢ticos.
2. Acceso de la mujer a los servicios directivos: sacerdote, obispo, papa.
3. Autonom¨ªa y pluralismo en las Iglesias, dentro del Evangelio.
4. El Vaticano debe ser una coordinadora representativa.
Obispos democr¨¢ticos. Cuando se ponen estas dos palabras juntas ya hay gente que se vuelve a sentar y a decir que la Iglesia es otra cosa, que eso no es la panacea y que a qui¨¦n voto yo... En resumen: la poca costumbre. Yo tampoco digo que se empiece ma?ana a las ocho, pero lo malo es que una gran parte de la Iglesia oficial no quiere o¨ªr hablar de eso cuando en los tres primeros siglos -en una sociedad antidemocr¨¢tica-, los presidentes de comunidades eran elegidos democr¨¢ticamente.
La mujer. Este punto es una redundancia si se aplica el primero. Pero se explicita. Como muy bien ha publicado Hans K¨¹ng (te¨®logo alem¨¢n desautorizado por el Vaticano en 1980), un concilio universal -seg¨²n la legislaci¨®n vigente- s¨®lo puede tener representaci¨®n masculina, y el Papa no puede ser elegido m¨¢s que por varones. Una mujer no puede ser sacerdote, obispo o papa.
Autonom¨ªa y pluralismo. Como toda convivencia, las autonom¨ªas son dial¨¦cticas, pero m¨¢s conflictivos y pasivizantes son los centralismos. De cualquier manera, es de sentido com¨²n que no existe una teolog¨ªa ¨²nica, v¨¢lida para Polonia y Nicaragua a la vez. Ni una moral ¨²nica, v¨¢lida para Holanda y Zaire a la vez.
Vaticano representantivo. Hoy el Vaticano quiz¨¢ tenga sentido como Estado y como s¨ªmbolo, pero no como ejecutivo de la Iglesia cat¨®lica. No quiero yo minimizar los servicios que ha hecho y sigue haciendo en la propagaci¨®n del Evangelio, pero su forma actual de funcionamiento debe cambiar urgentemente, so pena de crear un rechazo definitivo, que coronar¨ªa el a?o 2000...
No estandarizar el Evangelio
La Iglesia oficial debe darse cuenta de esto antes de que sea demasiado tarde. Entandardizar la interpretaci¨®n del Evangelio es materializar el esp¨ªritu, que es algo as¨ª como la cuadratura del c¨ªrculo.
Esta actitud bunkeriza al Vaticano y lo a¨ªsla progresivamente. A pesar del populismo de Juan Pablo II, quien est¨¢ regalando un bal¨®n de ox¨ªgeno al ala conservadora de la Iglesia, permanece la cruda realidad: renovarse o morir.
Para el que est¨¦ en el rollo no hacen falta m¨¢s explicaciones. Y para el que no est¨¦ hay que decirle que la Iglesia se configura como comunidad de comunidades y que en Espa?a funcionan ya m¨¢s de 5.000 grupos. Precisamente a los obispos espa?oles hay que agradecer un documento reciente, a comienzos de 1982, donde, con sinceridad y humildad, manifiestan: "Nos parece necesario reconocer p¨²blicamente, con realismo, que, en general, las peque?as comunidades cristianas no s¨®lo no han nacido por iniciativa de los obispos y de los vicarios de pastoral, sino que durante mucho tiempo han vivido ignoradas o meramente toleradas por nosotros, que no siempre hemos sabido acercarnos a ellas con comprensi¨®n y acompa?arlas en su camino con paciencia, mir¨¢ndolas, por el contrario, con ojos demasiado cr¨ªticos..."
Como ciudadano y como cat¨®lico ruego a los que sintonicen con esta Iglesia-alternativa que se definan en este momento. Como puedan. Yo tambi¨¦n creo que la visita de Juan Pablo II puede ser beneficiosa para muchos espa?oles.
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