Matar por matar
Ahora resulta que tras el 28-O "no deben caber dudas respecto a que el voto a Herri Batasuna es el voto a ETA", seg¨²n el batasunero J. Id¨ªgoras. Si esto es verdad -yo no lo creo-, hay que decir que el 14,8% de los votantes en Euskadi son violentos. Son, adem¨¢s, totalitarios, porque, a la fuerza, quieren imponer al restante 82,5% su verdad, que tiene que ser toda la verdad: s¨®lo estando convencidos de poseer toda la verdad se puede practicar y ensalzar sistem¨¢ticamente la violencia. Si esto no es cierto, entonces la pr¨¢ctica violenta obedecer¨ªa a la rutina ritualista del "matar por matar", o a la simple profesionalizaci¨®n mafiosa del crimen. En todo caso, dicen promover as¨ª la integraci¨®n de Navarra, la independencia, la amnist¨ªa, la salvaci¨®n de Euskadi. Sin embargo, pueden haber contribuido a todo lo contrario: separar m¨¢s Navarra de Euskadi, favorecer el descenso relativo -dentro del Estado espa?ol- del bienestar econ¨®mico- social de los que quieren salvar, estropear posibilidades de negociaci¨®n y amnist¨ªa.Alg¨²n d¨ªa el pueblo vasco les pasar¨¢ la cuenta por tanto desperfecto, y ese d¨ªa llegar¨¢, porque las constantes estructurales de una sociedad m¨¢s modernizada, democr¨¢tica y europea (la "Europa de los pueblos") funcionan de otro modo.... y tambi¨¦n por la fuerza de los n¨²meros. Naturalmente, el n¨²mero -aunque sea el de la aplastante mayor¨ªa, incluida la del pueblo trabajador vasco- no impresiona al totalitario, supuesto poseedor de todas las esencias de lo vasco. Dice que las revoluciones han empezado con minor¨ªas. Esto es cierto, pero tambi¨¦n es cierto que, en la historia, ha habido m¨¢s minor¨ªas revolucionarias fracasadas que triunfadoras: entre otras cosas, porque la dial¨¦ctica de los pueblos tiene su ritmo. Forzarlo violentamente es abortarlo todo. Entonces, ?vale la pena matar a vascos y no-vascos por un incierto desenlace? ?Es que para ser vasco hay que ser primero violento y radical?
Ciertamente, el radicalismo y la violencia han acompa?ado a menudo a los movimientos nacionalistas. En el caso vasco, ambos se encuentran alimentados por dos rasgos culturales todav¨ªa vigentes en alguna medida y, en el caso de los m¨¢s enfervorizados, simbi¨®ticamente coexis
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tentes: 1. Mentalidad etnicista-cerrada (milenarista, mesi¨¢nica) y cuasi-religiosa, emparentada con las teor¨ªas, idealistas del nacionalismo. Estas son deterministas y dogm¨¢ticas, ya que han visto en el Estado-naci¨®n la necesaria encarnaci¨®n de la naci¨®n. Sin embargo, las sociedades complejas (tambi¨¦n la naci¨®n vasca) son sistemas abiertos: es decir, las retroalimentaciones con el entorno (con los otros, que acaban por verse cada vez menos como culpables de todos los males de nosotros y cada vez m¨¢s como colaboradores y asociados en la organizaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica) se convierten en factor decisivo de apertura, tolerancia y divisi¨®n del trabajo en un marco m¨¢s amplio. Entonces, la independencia aparece como opci¨®n posible y no como fatal necesidad. El primer aranismo tiene mucho que ver con este idealismo fan¨¢tico, te?ido del m¨¢s absurdo racismo. 2. Radicalizaci¨®n ideol¨®gica. La conciencia nacional aparece aqu¨ª dominada por populismos, anarquismos, marxismos-leninismos, etc¨¦tera, alimentados por la percepci¨®n hist¨®rica del Estado (sobre todo, del Estado espa?ol) como negaci¨®n de la identidad nacional y hasta personal. Sin embargo, tras estas visiones se atrincheran los menos: al menos, en las sociedades avanzadas. Adem¨¢s, no son compartidas por el entorno general ni tampoco por la misma sociedad vasca, conservadora, y que percibe progresivamente las funciones de la nueva organizaci¨®n del Estado y las disfunciones de la violencia. Puede estar en profundo desacuerdo con la LOAPA, o con la postura socia lista del refer¨¦ndum en Navarra pero m¨¢s en desacuerdo estar¨¢ con el recurso a lo que la mayor¨ªa no quiere: matar.
Una ¨²ltima observaci¨®n: contra lo que digan algunos, el nacionalismo visceral y violento ha descendido (y descender¨¢) en Euskadi. Razones: si bien ha aumentado el n¨²mero de votantes a una coalici¨®n como Herri Batasuna, hay que notar inmediatamente que, 1: su participaci¨®n ha descendido del 16,5% al 14,8%; 2: tal como aparece en mi investigaci¨®n Abertzales y vascos, HB es una formaci¨®n cerrada, que no recibe sino muy pocos tr¨¢nsfugas de otros partidos; 3: otros grupos pol¨ªticos nacionalistas -PNV y Euskadiko Ezkerra- se alejan progresivamente de los planteamientos radicales y, sobre todo, violentos, y 4: el resurgimiento del PSOE.
Si lo que aqu¨ª apunto tiene sentido, cabe afirmar una progresiva p¨¦rdida de legitimaci¨®n de la violencia, que cada vez m¨¢s se convierte en violencia ritualista: la violencia es un ritual, se mata por matar. Al comprender que no sirve ya pr¨¢cticamente para nada positivo ("independencia y socialismo", y otros objetivos que pueden ser razonables), la situaci¨®n cambia de ra¨ªz: la gente percibe que los medios violentos se convierten en fines, o que la violencia, como la droga, crea dependencia y que, por ello, se resiste a morir... por instinto de conservaci¨®n.
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