La captura del instante
Cortina rasgada fue realizada por Alfred Hitchcock en 1966, despu¨¦s de m¨¢s de dos a?os de inactividad, cosa ins¨®lita en ¨¦l, que disfrutaba haciendo una pel¨ªcula tras otra. Los filmes inmediatamente anteriores a Cortina rasgada componen la gran traca de la obras de la plenitud de este cineasta. Son, por este mismo orden, Falso culpable, V¨¦rtigo, Con la muerte en los talones, Psicosis. Los p¨¢jaros y Marnie, la ladrona.
Todos estos filmes, entre los que se encuentran las m¨¢s perfectas obras de Hitchcock, fueron concebidos, planificados y realizados sin respiro. Este lleg¨® al final de Marnie, tras la que el gran fabulador descans¨®. Tal vez se vaci¨®, tal vez sinti¨® el eterno fil¨®n agotado y se dispuso a buscar otro reposadamente; el hecho es que la tensa ¨¦poca de plenitud del cineasta afloj¨® el nervio inventivo de los anteriores a?os y baj¨® la guardia.
Cortina rasgada se emite hoy a las 22
30 por la primera cadena.
El sabor de la violencia
Tras el descanso, Hitchcock, que no era de los que perd¨ªan f¨¢cilmente la calma -cosa que parece tanto m¨¢s meritoria cuanto m¨¢s se ahonda en los vericuetos de las tormentas ps¨ªquicas y po¨¦ticas que este complejo ingl¨¦s pon¨ªa en el fondo de sus relatos-, pareci¨® perderla, e inici¨® con Cortina rasgada una verdaderamente nueva etapa de su cine, que sigui¨® sus derroteros por Topaz, en 1969, y desemboc¨®, ya en los a?os setenta, en la que puede considerarse como su ¨²ltima gran par¨¢bola: Frenes¨ª.
La peculiaridad de estos tres filmes que inicia Cortina rasgada consiste en que Hitchcock, narrador pudoroso donde los haya, templado en esa virtud -probablemente de estirpe muy brit¨¢nica- que es el dominio de lo indirecto, el gusto refinado por el juego de las medias evidencias, le toma repentinamente el pulso a la evidencia pura, sin mediaciones, a la dureza e incluso a la violencia captada en estado puro, no el¨ªptico, que era su vieja costumbre. Se dir¨ªa que, ttas haber agotado su sentido del juego, Hitchcock comenz¨® a sentirse v¨ªejo y a necesitar escarbar sin guantes en los estercoleros.
En Frenes¨ª, que es su mejor obra de esta etapa final, esta pasi¨®n por lo directo, por no dar rodeos e ir al grano -una pasi¨®n de anciano-, se encuentra en estado de gracia. En Topaz hay balbuceos e inseguridad en elviolento melodrama de fondo. Y en Cortina rasgada, la primera de la serie, todav¨ªa el viejo pudor narrativo de Hitchcock se entremezcla con los nuevos estallidos de explicitud. No es una extraordinaria pel¨ªcula, pero tiene gracia, tensi¨®n y fuerza. Por otro lado, es una pel¨ªcula importante para descubrir las claves de este giro final de la obra de Hitchcock y posee secuencias brillant¨ªsimas. Finalmente, Hitchcock despliega en ella uno de esos punzantes hallazgos de estilo que caracterizaron cada cielo de su obra y que aqu¨ª se podr¨ªa telegrafiar corno la captura del instante. Me explicar¨¦.
El umbral de la muerte
Recuerden ustedes la admirable Frenes¨ª, que la televisi¨®n emiti¨® no hace mucho tiempo. Y recuerden, entre sus m¨¢s feroces escenas, una. En ella, la tercera v¨ªctima del brutal asesino, una muchacha franca y de maneras delicadas, con la que el espectador ha intimado, sale del bar donde trabaja, seguida por su verdugo. Sospechamos que puede morir, pero Hitchcock quiere convertir esta sospecha en certidumbre: he ah¨ª su nueva pasi¨®n por la explic¨ªtud. Al salir del bar, en medio del tr¨¢fico de la calle, silencia la banda sonora y sostiene un primer plano casi irreal de la chica en un intenso silencio. Esa es su captura del instante, un instante ritual y hondo, en el que el narrador nos cuenta por adelantado algo que va a suceder, que no tiene m¨¢s remedio que suceder, y que, por eso mismo, por tratarse de la ¨²nica cosa inevitable que nos ocurre, no puede ser otra cosa que la muerte.
En Cortina rasgada este instante expl¨ªcito -que es, probablemente, un buceo del anciano Hitchcock en la imagen de la muerte, que ya a ¨¦l le amenzaba muy de cerca- adquiere caracteres virulentos en la terrible y vio lent¨ªsima secuencia de la pelea entre Newman y su perseguidor en una casa de campo. Es uno de esos formidables instantes del cine de Hitchcock, que hace de un filme menor, como es ¨¦ste, portador de cine mayor. Ca¨ªdos en el suelo Newman y su perseguidor. aqu¨¦l intenta arrastrar a ¨¦ste hacia un horno abierto, cuya boca se acerca a oleadas, hacia la c¨¢mara, a medida que los dos hombres reptan por el suelo en busca del agujero fat¨ªdico.
He ah¨ª nuevamente, qu¨ªmicamente pura, en el marco de un caso extremo de muerte violenta, como la referida de Frenes¨ª, la captura del instante, del umbral de esa evidencia sin retorno que es la muerte. Hitcheock, en una aventura rocambolesca, situada argumentalmente en el marco del juego sucio de la guerra fr¨ªa, reconstruye una imagen l¨ªrica y tr¨¢gica que le obsesionaba. El singular arte de los ancianos para ir al grano estaba en ¨¦l, sembrando en sus ficciones la sombra de una verdad.
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