Los partidos democr¨¢ticos creen que el que m¨¢s gaste ganar¨¢ los primeros comicios democr¨¢ticos desde el golpe de 1964
Aralton Lima, un modesto jefe de bomberos que aspira a ser diputado federal por R¨ªo de Janeiro en las listas del partido gubernamental, public¨® en una sola edici¨®n del diario O Globo veinticinco anuncios que, seg¨²n las tablas de publicidad, costar¨ªan seis millones de cruzeiros (unos tres millones de pesetas).
Mientras los candidatos pelean a golpe de dinero por un esca?o en el Congreso federal, en el estatal o en la asamblea municipal, las p¨¢ginas econ¨®micas de los peri¨®dicos recogen noticias cada vez m¨¢s sombr¨ªas sobre el futuro de este pa¨ªs, que, por m¨¦ritos propios, se ha ganado un lugar en el almanaque Guinness de r¨¦cords con una deuda exterior de m¨¢s de 85.000 millones de d¨®lares, seg¨²n estimaciones prudentes.
Los responsables del programa econ¨®mico a¨²n se enorgullec¨ªan hace un mes de que la deuda externa, aun siendo muy alta, hab¨ªa, sido contratada, a diferencia de M¨¦xico, de forma razonable, con plazos de vencimiento amplios, lo que permitir¨ªa afrontarla sin ahogos excesivos. La prueba era que M¨¦xico y Argentina hab¨ªan tenido que pedir auxilio al Fondo Monetario Internacional, y Brasil, no. La alegr¨ªa ha durado poco. El ministro de Finanzas ya ha estado en las oficinas del FMI en Washington. S¨®lo que para salvar la cara entr¨® por la puerta trasera.
25 millones en carteles
Nada de esto ha impedido que el partido oficial, PDS, se gastase cincuenta millones de cruzeiros (unos 25 millones de pesetas) en carteles y publicidad para un acto electoral, con la presencia de Figueiredo, en Recife. El costo de su campa?a en Pernambuco habr¨ªa sido de 3.500 millones de cruzeiros (unos 1.750 millones de pesetas). Y es s¨®lo uno de los veintitr¨¦s Estados de Brasil.Jos¨¦ da Silva, candidato a alcalde en un peque?o pueblo de Paran¨¢, con 5.000 habitantes, vendi¨® un solar para costear su campa?a. Hace a?os ten¨ªa siete, pero los otros seis ya los vendi¨® en comicios anteriores, en los que no logr¨® salir triunfante.
En un pueblecito as¨ª se calcula que el cargo de alcalde exige al menos una inversi¨®n de cinco millones de cruzeiros (dos millones y medio de pesetas). En todo el pa¨ªs hay, exactamente, 4.004 municipios.
El hecho de que en las urnas el d¨ªa 15 se elijan gobernantes, senadores, diputados federales, diputados estatales, alcaldes y concejales ha encarecido enormemente la campa?a, unido a la obligaci¨®n de votar a candidatos del mismo partido para todos los cargos. Las siglas m¨¢s j¨®venes de la oposici¨®n han tenido que hacer un esfuerzo sin precedentes para estar presentes en peque?as localidades, con el objeto de que sus papeletas no sean invalidadas. Baste decir que el n¨²mero de candidatos se calcula entre 150.000 y 200.000; ni el Gobierno sabe realmente cu¨¢ntos son.
Otro elemento ha contribuido a encarnizar la lucha electoral y, por tanto, a encarecerla. Los legisladores que sean elegidos ma?ana tendr¨¢n la misi¨®n de designar al pr¨®ximo presidente mediante una complicada f¨®rmula, seg¨²n la cual, diputados, senadores, delegados de las c¨¢maras estatales y de los ayuntamientos se erigen en colegio electoral. De ah¨ª que la oposici¨®n haya movilizado tambi¨¦n todos sus recursos. Est¨¢ en juego la democratizaci¨®n real del sistema.
Pese a todo, algunos alardes de la campa?a se vuelven insultantes en este pa¨ªs donde el nivel salarial es tan bajo que de unos a?os a esta parte incluso obreros industriales que pod¨ªan pagar un alquiler modesto han tenido que regresar a las chabolas.
Hasta hace, unas semanas el salario m¨ªnimo de Brasil era el m¨¢s bajo de Am¨¦rica del Sur. Un diputado de la oposici¨®n cuenta que el general Costa Cavalcanti, director de la presa de Itaipu, le manifest¨® con orgullo que los sueldos m¨¢s bajos durante la construcci¨®n de la presa fueron de 35.000 cruzeiros (unas 17.500 pesetas). "?C¨®mo es eso?", le pregunt¨®, "si el salario m¨ªnimo es de 16.000" (unas 8.000 pesetas). "Es que hemos tenido que igualarlo al de Paraguay", le contest¨®.
Hace quince d¨ªas el Gobierno elev¨® a 22.500 cruzeiros (unas 11.250 pesetas) el salario m¨ªnimo, en una evidente medida electoralista. Aun con eso continuar¨¢ la huida hacia las favelas, porque el alquiler de un piso modest¨ªsimo en el cintur¨®n industrial de Sao Paulo cuesta por lo menos 12.000 cruzeiros (unas 6.000 pesetas) y un kilo de carne vale ochocientos (unas 400 pesetas). En este Estado, que produce el 40% del producto bruto brasile?o, sesenta de cada mil ni?os mueren antes de cumplir el a?o en los barrios obreros.
En el noreste del pa¨ªs (Pernanbuco, Bah¨ªa), las estad¨ªsticas de mortalidad apuntan que 36 personas de cada cien mueren a causa de enfermedades intestinales, que a veces son producto de la falta de higiene, pero que otras muchas esconden una realidad mucho m¨¢s brutal: se trata de muertos de hambre.
La revoluci¨®n industrial brasile?a, que se ha acelerado en los ¨²ltimos veinte a?os, ha producido un nuevo dios, la inform¨¢tica, pero se ha mostrado incapaz de resolver problemas de subsistencia para millones de brasile?os. Progresos espectaculares en el mundo de la tecnolog¨ªa, que han hecho de Brasil un pa¨ªs avanzado en algunos campos, conviven con situaciones de miseria inimaginables en Europa.
La crisis econ¨®mica, que se ha hincado especialmente en la industria, ha dejado sin trabajo a unos diez millones de obreros. Mientras tanto, el coste de la vida se ha duplicado este a?o. Hasta los l¨ªderes de la oposici¨®n moderada, que no pasar¨ªan de ser unos conservadores en el Reino Unido, hablan de la urgente necesidad de modificar las estructuras sociales del pa¨ªs. De "radicalmente injustas" las califica un candidato democristiano.
Programa de reforma m¨¢s radical
Esto explica que el pueblo llano vea con disgusto el derroche de esta campa?a y se alinee junto a los que tienen menos medios y un programa de reforma m¨¢s radical. En Sao Paulo ser¨ªa el PT (Partido de los Trabajadores), de Lula, y en R¨ªo de Janeiro, el PDT (Partido Democr¨¢tico Laborista), de Leonel Brizola. Este ¨²ltimo es el ejemplo m¨¢s claro de que el dinero no basta para ganar. Su rival del Gobierno, Moreira Franco, un tr¨¢nsfuga de la oposici¨®n, se ha gastado m¨¢s de mil millones de cruzeiros (unos 500 millones de pesetas) s¨®lo para comprobar c¨®mo la victoria se le escapaba cada d¨ªa m¨¢s.Todo este baile de millones que, por lo que respecta a la campa?a, termin¨® el viernes por la noche, es apenas un adelanto de la gran inversi¨®n final que ser¨¢ necesario realizar el d¨ªa mismo de las votaciones. Nadie se f¨ªa de lo que el Gobierno vaya a hacer en los colegios electorales y esto obligar¨¢ a movilizar a millones de personas s¨®lo para el control de las urnas. En eso, como en casi todo, el sistema cuenta con la ventaja de los veh¨ªculos oficiales, que ese d¨ªa pasar¨¢n a ser veh¨ªculos del PDS.
Tan s¨®lo en una cola la oposici¨®n aventaj¨® al Gobierno en la campa?a, cont¨® con la colaboraci¨®n desinteresada de los artistas, mientras que el PDS ten¨ªa que contratarlos a golpes de chequera. Y tuvo, adem¨¢s, algunos de los mejores. Como Chico Buarque y Fafa de Belem. Y esto no es poco en este Brasil que camina a ritmo de samba.
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