Salvas de artiller¨ªa y las sirenas de las f¨¢bricas despidieron ayer a Breznev, que fue enterrado en la plaza Roja
Con la r¨ªgida puntualidad que el Kremlin presta para las grandes ocasiones, fue enterrado ayer, en la plaza Roja de Mosc¨² el que hasta el pasado mi¨¦rcoles fue l¨ªder sovi¨¦tico, Le¨®nidas Breznev. A las 12.45, dos empleados funerarios, vestidos con monos negros, sosten¨ªan al borde de la tumba el ata¨²d del viejo l¨ªder. Pronto son¨® la se?al. Como en el resto de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, tronaron las salvas de artiller¨ªa y los enterradores hicieron deslizar la caja forrada de tela roja que conten¨ªa el cad¨¢ver hasta el fondo de la tumba.
Durante unos segundos, ambos agarraron con la sola fuerza de sus brazos las bandas de tela blanca que manten¨ªan el ata¨²d. Victoria Breznev -esposa del l¨ªder fallecido- lloraba sin parar. De pronto, son¨® el himno nacional sovi¨¦tico y, en el mismo momento, aullaron las sirenas de todas las f¨¢bricas y todos los barcos de la URSS.Hasta la plaza Roja llegaban esos ecos, que se superpon¨ªan sobre los cinco minutos de silencio que fueron decretados para ese instante el mismo d¨ªa en que se anunci¨® la muerte de Breznev.
Despu¨¦s, las sirenas enmudecieron y el silencio lo llen¨® todo durante dos minutos m¨¢s. En la plaza Roja s¨®lo se escuchaban los graznidos de los grajos que volaban junto a las cornisas.
Para entonces, Breznev ya hab¨ªa sido enterrado, y los miembros de su familia y sus compa?eros del Politbur¨® comenzaban a arrojar sobre el f¨¦retro pu?ados de tierra. El l¨ªder formaba ya parte de la historia, y su cad¨¢ver acompa?aba, entre otros, al de su antecesor Jos¨¦ Stalin.
Luego, una brillante marcha militar rompi¨® el silencio. Los dirigentes de la URSS hab¨ªan vuelto a la tribuna que se alza sobre el mausoleo de Lenin. Bajo tierra, Breznev recib¨ªa los ¨²ltimos honores que le rend¨ªa su Ej¨¦rcito.
El d¨ªa era gris, pero los term¨®metros marcaban seis grados sobre cero: una buena temperatura para esta ¨¦poca del a?o en Mosc¨².
Desde las once de la ma?ana, las delegaciones extranjeras que hab¨ªan llegado para asistir a las honras f¨²nebres esperaban ya al pie de la pir¨¢mide truncada de m¨¢rmol rojo y negro en la que se encuentra enterrado Lenin.
Era imposible acercarse a menos de un kil¨®metro de la plaza Roja sin la correspondiente autorizaci¨®n escrita. Grupos de trabajadores eran tra¨ªdos hasta la plaza en autobuses especiales. En cuanto bajaban de los veh¨ªculos, unos meg¨¢fonos comenzaban a darles ¨®rdenes.
Esta escogida representaci¨®n popular iba situ¨¢ndose enfrente del mausoleo de Lenin, a todo lo alto de la plaza. Algunos llevaban pancartas con la foto oficial del l¨ªder fallecido, omada por un luto rojo y negro.
Todas las pancartas eran iguales, y estaban colocadas de manera que formaran un ordenado bosque: todas a la misma altura y todas separadas por id¨¦ntica distancia.
A las 11.45 horas, el cortejo f¨²nebre sali¨® de la Casa de los Sindicatos, donde estos d¨ªas estuvo instalada la capilla ardiente.
Primero, un general, que abr¨ªa la marcha. Luego, m¨¢s de dos centenares de coronas y flores. Despu¨¦s, 42 generales m¨¢s, manteniendo en sus manos unos peque¨ªlos cojinillos de raso rojo en los que estaban prendidas las condecoraciones del l¨ªder. Dos militares m¨¢s transportaban el retrato oficial de Breznev.
La comitiva cubri¨® en un cuarto de hora los quinientos metros que llevan hasta la plaza Roja. Cuando los familiares del l¨ªder difunto acabaron de salir de la Casa de los Sindicatos, el ata¨²d -en esos momentos estaba cerrado y cubierto por una tela roja- fue situado sobre un arm¨®n de artiller¨ªa y empez¨® a ser arrastrado por una tanqueta anfibia.
Cuatro soldados con bayoneta calada escoltaban el cad¨¢ver, marchando con un solemne, lento y f¨²nebre paso de la oca, al ritmo impuesto por una banda militar que tocaba m¨²sica f¨²nebre.
Familiares de Breznev
Entre los familiares de Breznev se encontraban -adem¨¢s de su esposa, Victoria- sus dos hijos: Yuri y Galina. Ambos provocaron al viejo l¨ªder, en un momento, m¨¢s de un quebradero de cabeza. Hace a?os dio la vuelta al mundo una foto de Yuri tomando champa?a en un club de strip tease de Par¨ªs, ciudad a la que hab¨ªa acudido en visita de trabajo, ya que era -y sigue siendo- viceministro de Comercio Inter¨ªor.
Galina dio tambi¨¦n alg¨²n disgusto al pobre viejo. Porque no comprend¨ªa la inestabilidad sentimental de su hija, que ha coleccionado diversos matrimonios despu¨¦s de casarse, por primera vez, con un artista de circo. Su afici¨®n al circo, precisamente, la envolvi¨® en un esc¨¢ndalo a principios de este a?o, cuando dos amigos suyos, relacionados con este mundillo fueron detenidos, acusados de corrupci¨®n y delitos monetarios.
La ceremonia f¨²nebre se inici¨® cuando el reloj del Kremlin marca ba con sus campanadas el medio d¨ªa. Yuri Andropov, 68 a?os, nuevo secretario general, ley¨® el primer discurso.
Despu¨¦s intervendr¨ªan el ministro de Defensa, mariscal Dmitri Ustinov, y otros representantes pol¨ªticos de menor nivel -entre ellos, un obrero- pronunciaron sus semblanzas desde la tribuna que se alza sobre el mausoleo de Lenin.
Frente a la tumba del primer l¨ªder de la Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa sido situado el ata¨²d descubierto que conten¨ªa los restos de Breznev. Cuando los discursos acabaron, ocho militares alzaron a hombros la caja, que era acompa?ada por los miembros del Politbur¨®.
Ausencias notables
Dos miembros de este organismo se encontraban ausentes. Andrei Kirilenko, 76 a?os, el hombre m¨¢s cercano a Breznev, que parece haber ca¨ªdo en desgracia -ser¨¢ pr¨®ximamente cesado oficialmente-, y Arvid Belche, 83 a?os, el veterano, del que se dice que ha muerto.
El miembro del Politbur¨® que aparec¨ªa m¨¢s conmovido era el ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, de 73 a?os.
Victoria, la mujer de Breznev, fue la ¨²ltima persona en despedirse. Parec¨ªa resistirse a dejar que el ata¨²d -que sigui¨® descubierto hasta el definitivo momento del entierro- fuera escondido en la tierra. M¨¢s t¨ªmida, Galina, la hija, no sigui¨® el ejemplo de su madre y de su hermano Yuri y no bes¨® la cara del muerto.
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