El cambio posible y el cambio necesario
En un pa¨ªs que est¨¢ haciendo una transici¨®n larga y dif¨ªcil, con un compl¨® permanente contra la libertad, siempre con un golpe de Estado fracasado y "otro anunciado" (como escribiera Cebri¨¢n), con un paro que alcanza al 16% de la poblaci¨®n activa, con una casi bancarrota del sistema financiero como ¨²ltimo y grav¨ªsimo elemento de la crisis econ¨®mica, con un partido gobernante que se desintegraba por momentos y un Gobierno que no gobernaba, vot¨¢bamos, el 28 de octubre -plebiscit¨¢bamos m¨¢s bien-, democracia y cambio.Todos nos felicit¨¢bamos de este ¨¦xito de la convivencia pac¨ªfica y salud¨¢bamos al PSOE, en el que el pueblo hab¨ªa depositado la confianza para ser instrumento de ese cambio de progreso esperado y abordar los grandes problemas enunciados m¨¢s arriba.
Nunca cre¨ªmos que las cuestiones dif¨ªciles tengan soluciones f¨¢ciles. Por ello, ya en el primer congreso de la Confederaci¨®n Sindical de CC OO, en junio de 1978 -cuando a¨²n no hab¨ªa m¨¢s que 800.000 parados-, partiendo de la "importancia humana, social y pol¨ªtica de una alternativa al paro", propusimos a todas las fuerzas de la sociedad un plan de solidaridad nacional contra el paro y por el pleno empleo.
Sin faltar a la verdad, nadie puede acusar de preparar -por inducci¨®n- radicalismos futuros a los autores de esta estrategia. Bien entendido que CC OO es una organizaci¨®n sindical pluralista, unitaria, con corrientes organizadas estatutariamente, que elige sus direcciones por el sistema proporcional integral, independiente de partidos, empresarios y gobiernos. En su seno se expresan libremente, como es l¨®gico, los matices de ideas, capas y estratos que forman nuestra clase en momentos de grandes mutaciones cient¨ªfico-t¨¦cnicas, y de modificaci¨®n de la estructura interna de la clase; pero que aplica y aplicar¨¢ la pol¨ªtica de solidaridad de clase y nacional, pol¨ªtica de cambios, aprobada en sus congresos.
Ser equilibrados en los juicios
La segunda gran esperanza que se abre no debe terminar como una segunda gran desilusi¨®n.
No debemos subestimar la importancia de la nueva mayor¨ªa parlamentaria y del pr¨®ximo Gobierno de izquierda moderada despu¨¦s de cuarenta a?os de dominio sin l¨ªmites del franquismo y de la oligarqu¨ªa.
Partiendo de que todo paso para dar contenido econ¨®mico y social a una democracia pol¨ªtica pasa inexorablemente por conseguir la mayor¨ªa en Parlamento y Gobierno, debemos valorar altamente este primer paso, no olvidando que los problemas claves siguen pendientes.Es cierto que lo esencial del poder f¨¢ctico, del poder real, sigue en las manos del aparato de Estado, de la gran banca y de la Iglesia, y con estos sectores no hay alternancia. Hay que partir de que cualquier democratizaci¨®n que afecte a estos sectores, disminuyendo su poder, encontrar¨¢ -como la historia nos demuestra- su oposici¨®n m¨¢s en¨¦rgica. Por eso, no debemos tampoco sobreestimar el poder pol¨ªtico. Amplia mayor¨ªa parlamentaria y amplia mayor¨ªa de los trabajadores constituyen una condici¨®n imprescindible para que la democracia penetre en las f¨¢bricas y centros de trabajo. De todas formas, la gran patronal se resistir¨¢ a esta democratizaci¨®n.
Y precisamente para superar esa resistencia y dar contenido al cambio es preciso que el nuevo Gobierno elabore un programa que podamos apoyar el 70% u 80% de los espa?oles, y en primer lugar los trabajadores y sus sindicatos democr¨¢ticos y de clase.
Si nos pleg¨¢ramos ante las dificultades y la oposici¨®n de los poderes f¨¢cticos, tendr¨ªamos el cambio posible, insuficiente, y el nuevo desencanto. Si unimos a todos los partidarios del progreso en torno a un plan o programa de solidaridad nacional y de clase, tendremos el cambio necesario para consolidar la democracia, frente a golpistas y terroristas, y para dar una salida progresiva a la crisis. Despertar¨ªamos el entusiasmo de nuestro pueblo, ser¨ªamos capaces de desplazar monta?as, vencer¨ªamos la resistencia de los sectores olig¨¢rquicos.
La confederaci¨®n sindical de CC OO no quiere ser notario del fracaso de la gran esperanza de cambio que se abre despu¨¦s de cuarenta a?os. Ser¨ªa una mezquindad nacional, indigna de CC OO, ser¨ªa una mediocridad pol¨ªtica y econ¨®mica, social y sindical, la de apostar por el desgaste. La altura de la obra hist¨®rica a emprender nos exige un apoyo sin reservas, aunque consideremos el programa electoral de? PSOE insuficiente para hacer frente a la crisis y el paro. Desde esta ¨®ptica va a actuar CC OO, como decidi¨®, el d¨ªa 7, su Consejo Confederal.
Votar a la izquierda
Los trabajadores votamos y votaremos a la izquierda, a esa izquierda que engloba, junto a los asalariados, a parte de la peque?a y mediana burgues¨ªa; por eso los sindicatos debemos defender siempre los intereses de los trabajadores, incluso cuando esa izquierda est¨¢ en el Gobierno. Ni fusi¨®n ni confusi¨®n, apoyo de cada paso hacia adelante, desde la independencia sindical.
No pondremos b?tons sous les roues, palos debajo de las ruedas, tiraremos con todos del carro hacia adelante, empujaremos, y, como es l¨®gico, haremos tambi¨¦n una cr¨ªtica constructiva, cuando estimemos que algo no va o que se aprovecha el poder pol¨ªtico para practicar un clientelismo sindical o para reducir la participaci¨®n de los trabajadores y sus comit¨¦s de empresa, en un pa¨ªs donde no hay muchas migajas que repartir, sino sacrificios que pedir.
En la reuni¨®n que tuvimos con el PSOE hace unas semanas, quedamos en continuarla m¨¢s adelante; CC OO est¨¢ dispuesta ya a verse inmediatamente con el nuevo Gobierno que se cree, igualmente con UGT y con los sectores econ¨®micos. No queremos dar fe de un segundo desencanto, deseamos ser part¨ªcipes en esfuerzos y resultados del ¨¦xito de todos, pero eso no depende s¨®lo de nosotros.
La consolidaci¨®n y desarrollo de la democracia, la negociaci¨®n colectiva, el plan de solidaridad de clase y nacional, los cambios necesarios para salir de la crisis y el paro, exigen actuar con rapidez y altura de miras. CC OO actuar¨¢ con sentido de clase y de responsabilidad nacional. No fallar¨¢, como no fall¨® en las horas dif¨ªciles de la dictadura.
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