Los Seis D¨ªas, una vida circense para los ciclistas
"A nosotros no nos importar¨ªa correr todo el tiempo si hubiera gente en las gradas. Al fin y al cabo, corremos para el p¨²blico y si ¨¦ste no acude, de verdad que estamos mejor descansando. Es un fen¨®meno curioso el del p¨²blico. Nos consta que en Madrid hay afici¨®n, pero a la hora de la verdad no acude". Esta es la queja general de unos protagonistas que llevan vida monacal durante casi una semana. Las salidas al exterior est¨¢n prohibidas.Las condiciones de los corredores mientras dura su estancia en el Palacio de los Deportes se ha mejorado. Antes dorm¨ªan todos juntos en un almac¨¦n, en el que habilitaban camas. Ahora hay una caravana para cada equipo, es decir, para dos personas. Pero al meterse en ella, falta el aire. No deja de ser un peque?o habit¨¢culo, dentro de un recinto cerrado. Del Palacio no se puede salir. "A todo nos acostumbramos y la verdad es que llegamos a la cama tan cansados que lo ¨²nico que nos impide conciliar el sue?o es el cambio de horario con respecto a la vida normal, y el fr¨ªo, que por la noche apagan la calefacci¨®n y hay que calentarse con estufas".
La vida de los corredores durante los seis d¨ªas es mon¨®tona, pero en ella no cabe el aburrimiento. Est¨¢n aislados del mundo exterior; no leen, no ven la televisi¨®n; s¨®lo se habla de ciclismo con los compa?eros. Se levantan a mediod¨ªa. Desayunan fuerte con carne, caf¨¦ y galletas. A continuaci¨®n, a reposar la digesti¨®n y masaje. Durante las doce horas siguientes se vive con intensidad la competici¨®n, con un descanso para la comida, que es suave, a base de fiambres, antes de la sesi¨®n fuerte de la noche, con las americanas, especialidad reina del ciclismo en pista. Y antes de acostarse, m¨¢s all¨¢ de las cuatro de la madrugada, la cena a base de pastas y todo lo que contenga hidratos de carbono. Los alimentos son abundantes y, a juicio de los corredores, excelente. Pocas veces hay que echar mano de las provisiones -entre las que hay un saco de naranjas- que los ciclistas se llevan a las caravanas en caso de necesidad.
El aut¨¦ntico circo de los corredores transcurre en las doce hora que pasan en la pista. Generalmente, s¨®lo uno de cada equipo permanece en carrera; pero ello no significa un descanso para el compa?ero. Los relevos se suceden irregularmente y hay que estar dispuesto en cualquier momento para atender las solicitudes del que corre. Cada equipo dispone de un habit¨¢culo, que permanecen alineados a la vista del p¨²blico, donde una cama para el masaje ocupa todo el espacio. Las cortinillas abiertas rompen la intimidad y permiten ver el desorden que reina en sus interiores. Ch¨¢ndales, camisetas, zapatillas, botellas, mantas, medicinas, frutas, cubos en los que se orina, todo se arremolina en unos metros cuadrados. Los colores con los que est¨¢n pintados -rosa, amarillo, azul y verde claro- contribuyen a que recuerden burdeles donde, con gesto cansado y aburrido, se espera a la clientela.
Los corredores sacan de los Seis D¨ªas Ciclistas unas 100.000 pesetas limpias por t¨¦rmino medio. En los contratos figuran unas cantidades superiores, pero la mayor¨ªa de los corredores que forman equipo acuden por libre. Ellos corren con los gastos de masajista y material. Este es tan caro que nunca le compensa a un corredor aceptar el contrato si no dispone ya de la mayor parte del equipo que se precisa para correr en pista.
La colada, para el final
Cuando terminan los Seis D¨ªas, lo primero que hacen los corredores es la colada. La ropa sucia se ha amontonado. Ya est¨¢ bien de ponerse un jersei sudado, "aunque pronto se acostumbra uno al olor". No hay prisa por descansar. El agotamiento f¨ªsico de los corredores no es mayor que el ps¨ªquico. "La pista requiere un gran esfuerzo, pero los descansos y el estar a salvo de las inclemencias del tiempo que hay que soportar en carretera, nos permite acabar en relativas buenas condiciones. Realmente ya estamos acostumbrados a llevar una vida muy dura. Las alegr¨ªas que nos podamos permitir son muy pocas, sencillamente porque no apetecen, pues tenemos todo el horario copado. Dormir y correr es lo ¨²nico que hacemos. Aunque tampoco nos escandalizamos cuando la ¨²ltima noche, en la que ya sabe cada uno c¨®mo va a quedar, podamos ver alguna mujer por los pasillos en donde permanecen las caravanas. Entre nosotros hay corredores muy j¨®venes, que tienen unas necesidades y que, adem¨¢s, en raz¨®n de su edad, no les afecta olvidarse durante alg¨²n tiempo del ciclismo".La falta de p¨²blico es lo que aut¨¦nticamente mina a los corredores. No escuchan aplausos en los sprints que se suceden, por lo que la motivaci¨®n para estar all¨ª encerrados seis d¨ªas es m¨ªnima. Las entradas van desde las seiscientas a las cuatrocientas pesetas. Y el mi¨¦rcoles, a las ocho de la tarde, s¨®lo 192 personas se entusiasmaban con las americanas.
Los corredores j¨®venes, de categor¨ªas menores, tambi¨¦n tienen entrada en los Seis D¨ªas Ciclistas de Madrid. Acuden por afici¨®n, aunque tambi¨¦n se les compense econ¨®micamente. Forman la cantera que necesita el ciclismo espa?ol. El sacrificio es su bandera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.