Yuri V. Andropov, en el puente de mando del Kremlin
Un relevo enigm¨¢tico en la URSS despu¨¦s de 18 a?os de breznevismo
Para los expertos occidentales -si realmente los hay en temas del Kremlin-, para los estudiosos es el m¨¢s controvertido y, probablemente, el m¨¢s enigm¨¢tico de los aspirantes a cubrir la sucesi¨®n de Breznev. Seg¨²n algunos, es un liberal oculto, en la medida en que el t¨¦rmino pueda ser aplicado a la Uni¨®n Sovi¨¦tica; para otros, se trata de un halc¨®n de maneras suaves y supondr¨¢ el m¨¢s formidable rival que pueda tener el ¨ªmperio de Washington. En cualquier caso, Andropov pasa por haber visto con malos ojos la invasi¨®n de Afganist¨¢n y por inspirar los pactos de Gdansk, en Polonia, a trav¨¦s de Stanislaw Kania.Dirigi¨¦ndose al Comit¨¦ Central el d¨ªa de su designaci¨®n, Andropov emiti¨® la que puede ser considerada hasta ahora su ¨²nica y lac¨®nica advertencia al otro superpoder sobre la Tierra: "Sabemos bien que a los imperialistas no se les puede hablar de paz. La paz debe ser defendida bas¨¢ndose en la fuerza invencible de los ej¨¦rcitos sovi¨¦ticos". Andropov aplicaba a la transici¨®n el ¨²ltimo mensaje de Breznev, pronunciado ante la plana mayor de las fuerzas armadas de la URSS, en el que el dirigente fallecido promet¨ªa aplastantes represalias contra cualquier veleidad de agresi¨®n a la URSS.
La mayor¨ªa de los soviet¨®logos estiman que Andropov no tiene todav¨ªa el poder necesario, y puede no llegar a tenerlo nunca, para efectuar cambios profundos en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero tambi¨¦n le consideran un personaje mucho m¨¢s capaz de tomar decisiones que Le¨®nidas Breznev. El argumento de la debilidad inicial de un nuevo l¨ªder en la URSS es siempre hist¨®rico: a Jruschov y Breznev, los m¨¢s recientes, les llev¨® a?os consolidarse, consagrarse como l¨ªderes indiscutidos. Por a?adidura, jugaba a favor de ambos la edad a la que asumieron el m¨¢ximo puesto de la URSS. Uno ten¨ªa 59 a?os, el otro 58. La forja de alianzas pol¨ªticas en el seno del Politbur¨¦, la m¨¢xima instancia del poder en la URSS, suele tomar tiempo. Exige considerable firmeza, astucia y nervio.
Dada su edad y el estado de su salud -al menos un ataque al coraz¨®n comprobado, diabetes y alg¨²n padecimiento menor-, quien hasta mayo pasado fuera jefe del KGB puede ser s¨®lo un l¨ªder de transici¨®n para la gran superpotencia que prepare el camino a la que se presume aut¨¦ntica generaci¨®n del relevo, la que hoy encarnan los tecn¨®cratas que rondan el medio siglo.
La Uni¨®n Sovi¨¦tica no es un Estado cortado por el patr¨®n occidental. En la URSS cualquier dirigente m¨¢ximo, por encima de sus intereses o sus puntos de vista pol¨ªticos, debe responder a las aspiraciones de la elite pol¨ªtica que constituye inexorablemente la base de su poder. Y la prioridad est¨¢ ahora en sacar a la econom¨ªa del gigante de la cr¨ªtica situaci¨®n, industrial y agr¨ªcola, en que se encuentra. (El m¨¢ximo experto en temas de poblaci¨®n de la URSS, el norteamericano Murray Feshbach, cree que el crecimiento econ¨®mico sovi¨¦tico, ahora en el 2%, puede bajar a cero o por debajo de cero si se mantiene la escasez de mano de obra joven y preparada, sobre todo en Rusia y la zona europea, debida al descenso de la tasa de natilidad.) No parece que eso vaya a ser tarea f¨¢cil, ni siquiera para un l¨ªder imaginativo.
Andropov no s¨®lo afronta una situaci¨®n econ¨®mica en la pendiente, sino, que asume el mando de uno de los dos mayores dep¨®sitos de armas de la historia cuando las relaciones entre Mosc¨² y Washington est¨¢n en su momento m¨¢s bajo desde Vietnam, cuando la patata caliente de Afganist¨¢n est¨¢ m¨¢s caliente que nunca, cuando la situaci¨®n en Polonia y Oriente Pr¨®ximo es explosiva y cuando permanece el conflicto hist¨®rico con China. Es m¨¢s que probable, por tanto, que el nuevo l¨ªder no baje ni un punto el 12% o el 14% del producto nacional que la URSS dedica a satisfacer las exigencias militares de sus generales.
Pero, aparte el contexto, ?qui¨¦n es Yuri Andropov? El sancta sanctorum del Gotha pol¨ªtico sovi¨¦tico no filtra, como es habitual, datos suficientes. Se sabe qui¨¦n es Ronald Reagan, y se sab¨ªa antes de que asumiera la presidencia. O Mitterrand, o Margaret Thatcher. Pero no Andropov, este hombre viudo, con dos hijos, sin el aspecto basto que caracteriza a los dirigentes del Kremlin, regularmente vestido y que abomina el eurocomunismo.
Desde luego no es un personaje de John Le Carr¨¦ (si acaso de Greene), aunque su permanenc¨ªa durante quince a?os (1967-1982) al frente de la m¨¢s poderosa y po siblemente m¨¢s temida polic¨ªa po l¨ªtica del mundo lo haga suponer. Seguramente, esp¨ªa es la ¨²nica profesi¨®n del repertorio (calderero, sastre, soldado y ... ) que no cuadra a este aprendiz de telegrafista, operador de sala cinematogr¨¢fica y navegante de r¨ªo que Andropov fuera en su juventud del C¨¢ucaso. Todas las fuentes disponibles coinciden en se?alar que e y ha sido un pol¨ªtico obsesionado por la pol¨ªtica. Su labor al frente del Komitet Gosud¨¢rtsvennoi Bezopasnosti (KGB, Comit¨¦ Estatal de Seguridad) no ha sido la de un polic¨ªa, sino la de un encargado de limpiar y situar bajo pleno control pol¨ªtico a una organizaci¨®n excesivamente desprestigiada y aureolada de terror. Algo parecido al encargo que en su d¨ªa recibiera respecto de la CIA el hoy vicepresidente estadounidense, George Bush. Si Ronald Reagan se muriera esta noche, el mundo estar¨ªa dirigido por los ex jefes de los dos m¨¢s poderosos servicios de informaci¨®n que nunca han existido.
Pol¨ªtico-polic¨ªa, no polic¨ªa-pol¨ªtico
No parece existir duda de que cumpli¨® la etapa m¨¢s reciente de su irresistible ascensi¨®n a gusto de casi todos. Desde luego, a plena satisfacci¨®n de Breznev, que le condecoraba hace dos a?os con la medalla de la Revoluci¨®n de Octubre y se?alaba: "Es fundamentalmente importante que la poderosa arma de defensa del Estado y del pueblo contra las intrigas enemigas (el KGB) est¨¦ en manos puras e inmaculadas".
Pero no s¨®lo Breznev tuvo buenas palabras para Andropov. Tambi¨¦n algunos de sus m¨¢s directos represaliados (Bukovski, Litvinov) son sorprendentemente benignos con su verdugo. Al frente de la polic¨ªa pol¨ªtica sovi¨¦tica -alrededor de un mill¨®n de hombres y cerca de 300.000 millones, de pesetas de presupuesto-, Yuri Andropov ha borrado del mapa la disidencia en la URSS. Los hospitales mentales y los campos de trabajo se poblaron de disidentes, pero permiti¨® salir del pa¨ªs a cerca de un cuarto de mill¨®n de personas entrejud¨ªos y alemanes, toler¨® una suerte de oposici¨®n art¨ªstica underground y expuls¨®, en lugar de sepultarles, a notables como Solyenitsin. Ahora se espera alguna medida de gracia para con Sajarov. Arrestaba a escritores y poetas y les enviaba a veces a la c¨¢rcel, pero segu¨ªa invitando regularmente a su domicilio a m¨²sicos disidentes y animaba a otros artistas a expresarse con libertad, siempre que no hicieran pornograf¨ªa o subversi¨®n. Su hija Irina est¨¢ casada con un actor vanguardista, Alexander Filipov.
Hay una an¨¦cdota de Andropov que puede ilustrar algo este sutil y sofisticado comportamiento dentro de la nomenklatura sovi¨¦tica. Cuando el jefe del KGB ordena la expulsi¨®n de la URSS del escritor Solyenitsin, el poeta Evtuchenko le telefonea con dos copas de m¨¢s para reprocharle su decisi¨®n. La respuesta de Andropov fue: "Ll¨¢meme cuando no est¨¦ borracho".
En los pa¨ªses anglosajones produce algo m¨¢s que simpat¨ªa el hecho de que el nuevo jefe de la URSS lea y hable fluidamente ingl¨¦s, de que su biblioteca est¨¦ poblada de libros escritos en este idioma o que sea un amante y entendido del jazz y el arte modernos. Frank Sinatra, Chuby Checker o El valle de las mu?ecas forman parte de sus intereses. Es una imagen radicalmente inusual de un dirigente sovi¨¦tico, y parece que el precio personal pagado por Andropov para ostentar esta suerte de categor¨ªa intelectual ha sido alto. A las siete de la ma?ana, desde hace muchos a?os, un coche oficial le recog¨ªa tres veces por semana de su apartamento de cinco habitaciones en el centro de Mosc¨², en el mismo edificio de Breznev, para llevarle a sus lecciones de ingl¨¦s.
Los datos m¨¢s comprobables y menos propagand¨ªsticos de la biograf¨ªa de Andropov no son mejores ni peores que los de cualquier l¨ªder occidental en ejercicio, incluido en su caso el esfuerzo constante para superar las desventajas de su probable origen jud¨ªo, por parte de madre, y la falta de una educaci¨®n superior. Su t¨ªtulo de graduado, en 1936, por el Instituto de Transporte Acu¨¢tico de Rybinsk dista mucho de ser un diploma de rango universitario a nuestro estilo.
El joven Andropov, a los veinticuatro a?os, organiza las juventudes, comunistas en Yaroslav, en 1938. Hace lo mismo en la regi¨®n de Carelia, fronteriza con Finlandia, cuando en 1940 estalla la guerra ruso-finlandesa, y aqu¨ª capta la atenci¨®n de Otto Kuusinen, el hombre que Stalin hab¨ªa elegido para gobernar Finlandia. El padrinazgo de Kuusinen y la ascensi¨®n de ¨¦ste marcan la estrella de Andropov, que diez a?os despu¨¦s, y con Stalin todav¨ªa vivo, tiene como desagradable tarea la de vigilar la pureza ideol¨®gica de sus superiores -y sus comportamientos personales- en el Comit¨¦ Central, en Mosc¨².
Con Jruschov ya al frente del tim¨®n, pasa a ocupar la direcci¨®n del Cuarto Departamento del Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado de las relaciones con Austria, las dos Alemanias, Polonia y Checoslovaquia. Su competencia le abre la puerta de otra etapa decisiva en su carrera, la embajada en Hungr¨ªa, adonde llega a tiempo de presenciar el cl¨ªmax que antecede a la sublevaci¨®n de 1956.
Andropov y Hungr¨ªa
Sin Hungr¨ªa no se puede entender a Andropov, y es posible que los pr¨®ximos a?os hagan a¨²n m¨¢s expl¨ªcita la relaci¨®n entre la experiencia que lleva a cabo Janos Kadar en el pa¨ªs socialista y los puntos de vista del nuevo n¨²mero uno sovi¨¦tico. Andropov. se revela en Budapest como un diplom¨¢tico fr¨ªo y h¨¢bil y como) un pol¨ªtico consumado. Y compIejo. A medida que la resistencia a la dominaci¨®n sovi¨¦tica aumenta durante 1954 y 1955, el embajador de Mosc¨² est¨¢ en todas partes: en las fiestas, en los conciertos de jazz, simpatizando con los intelectuales h¨²ngaros y con algunos descontentos. Y dando la impresi¨®n de flexibilidad liberal con la que todav¨ªa le recuerda el jefe de la polic¨ªa pol¨ªtica h¨²ngara por entonces, Sandor Kopaski.
Cuando la sublevaci¨®n llega a su cenit, Andropov aplica cirug¨ªa radical sin dudarlo. Garantiza al primer ministro lmre Nagy que no hay miedo a una posible intervenci¨®n sovi¨¦tica, y cuando el Gobierno de Budapest se levanta al d¨ªa siguiente tiene los tanques moscovitas en sus calles. Aplastada la revoluci¨®n, es Andropov quien selecciona e instala un nuevo primer ministro, Kadar, que todav¨ªa hoy dirige el m¨¢s satisfactorio experimento socialista de reforma econ¨®mica. Una de las inc¨®gnitas que se manejan ya es si Andropov tiene la intenci¨®n de aplicar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica una versi¨®n corregida y modernizada del experimento liberalizador de la econom¨ªa que, apoyado personalmente desde Mosc¨² por ¨¦l, mantienen los dirigentes h¨²ngaros.
Su posterior ascenso le lleva a una secretar¨ªa del Comit¨¦ Central, entre 1962 y 1967 -la encargada de las relaciones con el bloque comunista-, antes de aceptar a rega?adientes el empleo de polic¨ªa supremo de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, puesto este que dejar¨ªa en mayo pasado, cuando comenzaba a perfilarse y pactarse la sucesi¨®n de un Breznev irrecuperablemente enfermo, para acceder al secretariado del Comit¨¦ Central en sustituci¨®n d¨¦l fallecido Buda del leninismo, Mijail Suslov, "uno de los m¨¢s favorables acontecimientos ocurridos durante los ¨²ltimos a?os en la URSS", de creer al experto norteamericano Jerry Hough.
Stalinista camuflado o reformista pro occidental, la inc¨®gnita de Andropov est¨¢ abierta, y probablemente va a permanecerlo durante bastante tiempo. No s¨®lo porque est¨¢ abierta la cuesti¨®n de cu¨¢nto va a durar en el cargo, sino porque tambi¨¦n es una inc¨®gnita el tiempo que pueda tardar en controlar todos los mecanismos del complejo y secretista organigrama de poder sovi¨¦tico.
A su favor, entre otros elementos, juegan el de ser, presumiblemente, el hombre mejor informado sobre el estado real de la opini¨®n de su pa¨ªs, por razones obvias, y el de ser capaz de hacer una valoraci¨®n personal -la que s¨®lo puede hacerse a trav¨¦s de la lectura directa de un idioma como el ingl¨¦s- de la realidad del otro superpoder, aunque jam¨¢s se haya entrevistado con ning¨²n alto funcionario estadounidense. Nadie como ¨¦l debe de conocer los problemas de la URSS dentro y fuera de sus fronteras, opina el historiador socialista Fran?ois Fejt?.
Andropov tiene una voz fuerte, pero habla bajo. Sus discursos p¨²blicos impresionan por su claridad y elaboraci¨®n. No tiene experiencia militar significativa, pero dos de sus apoyos fundamentales hacia la cumbre han sido el mariscal Ustinov, jefe supremo del Ej¨¦rcito sovi¨¦tico, y el tambi¨¦n mariscal Ogarkov, jefe del Estado Mayor interarmas. Desde su sill¨®n del Politbur¨® se ha ocupado en los ¨²ltimos a?os de mantener buenas relaciones con la c¨²pula de las todopoderosas FF AA, hasta el punto que, desmintiendo dos lugares comunes bien afianzados, puede decirse que el ej¨¦rcito y el KGB han sido brazos de palanca en su asalto al Kremlin. El tercero lo constituyen probablemente los jefes de fila liberales de la diplomacia: Arbatov, el patr¨®n del Instituto de Estudios Norteamericanos, en el que trabaja el hijo de Andropov, Igor; el ex embajador en Bonn Valent¨ªn Falline; Nikolai Portugalov, etc¨¦tera.
Estrecho margen de maniobra
Los pol¨ªticos occidentales tienen tendencia a exagerar el papel de las cualidades personales de los dirigentes sovi¨¦ticos. En realidad, cualesquiera que sean sus relaciones, su edad o los grupos de poder en los que est¨¦n insertos, es el sistema el que limita aquello que incluso el m¨¢s inteligente de los bur¨®cratas puede cambiar en las reglas que dominan el juego. Es la naturaleza del sistema la que de termina fundamentalmente los resultados, aunque la gesti¨®n pol¨ªtica pueda abordarse desde uno u otro estilo.
Por eso el nuevo l¨ªder de la URSS, suponi¨¦ndole intenciones realmente reformadoras, va a tener que dedicar una gran parte de su tiempo inmediato a limpiar su entorno del c¨ªrculo de hierro de la vieja guardia. Las fronteras a su acci¨®n pueden estar se?aladas por las palabras de su m¨¢s inmediato rival al puesto, Constantin Chernenko -el candidato de Breznev-, que al informar de la decisi¨®n del pleno del Comit¨¦ Central de elegir a Andropov se?al¨®: "Es ahora dos veces, tres veces m¨¢s importante conducir colectivamente los asuntos del partido".
En la suprema instancia del Politbur¨® -ahora con doce miembros, pero compuesto por quince en condiciones normales- Yuri Andropov puede contar con el apoyo de los tecn¨®cratas que desean un poder m¨¢s efectivo, pero probablemente con la oposici¨®n de la burocracia del partido, que tiene en Chernenko a su valedor. Con Andrei Kirilenko, 76 a?os, enfermo o en desgracia pol¨ªtica, y Arvid Pelshe, 83 a?os, no lejos del retiro, el coraz¨®n del poder sovi¨¦tico puede verse reducido a diez componentes. El nuevo jefe supremo podr¨ªa sumar hasta cinco nuevos nombres, en un tiempo m¨¢s o menos breve, a la lista de los aliados previos que le han llevado a la cima. Copar el Politbur¨® con leales es la base para que Andropov pueda consolidar y desarrollar el poder que le ha sido conferido. A partir de ah¨ª, el nuevo inquilino del Kremlin podr¨¢ dedicarse a lidiar con la OTAN, hacer alg¨²n gesto hacia los disidentes o sobre Afganist¨¢n, controlar la situaci¨®n en los pa¨ªses del Este, desarrollar la econom¨ªa sovi¨¦tica o marcar estrechamente al presidente Reagan. Pero s¨®lo a partir de ah¨ª. No es una herencia confortable la que se ha labrado el sucesor de Le¨®nidas Breznev.
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