Fernando Claud¨ªn: "Desde la muerte de Franco, la direcci¨®n del PCE ha estado divorciada de la realidad del pa¨ªs"

Pregunta. La situaci¨®n de la izquierda espa?ola est¨¢ bastante m¨¢s clara tras las elecciones de 1982. Un partido socialista con mayor¨ªa absoluta, pr¨¢cticamente solo como fuerza de izquierda en el plano parlamentario, y un PCE con s¨®lo cuatro diputados y con una crisis interna todav¨ªa abierta. ?C¨®mo se explica esta distribuci¨®n de fuerzas y c¨®mo habr¨ªa que evaluar esa situaci¨®n?Respuesta. No tiene una explicaci¨®n precisamente simple. La cuesti¨®n es que se ha configurado una realidad en la izquierda espa?ola, independientemente de posibles evaluaciones abstractas. El punto de partida no es otro que la izquierda que emerge a la muerte de Franco, es decir, durante el primer per¨ªodo de la transici¨®n, que concluye con los resultados del voto popular el 15 de junio de 1977. Y este punto de partida ya marc¨® bastante el futuro posterior, aunque a ello hay que agregar el desarrollo siguiente de la estrategia de ambos partidos y, algo que a m¨ª me parece interesante, la suerte corrida por los grupos de extrema izquierda que hab¨ªa entonces.

En cuanto al punto de partida, la recomposici¨®n de fuerzas en la izquierda fue fruto, sobre todo, de una actitud muy generalizada entre las clases populares, que los partidos antifranquistas, y muy especialmente el PCE, no percibieron en la clandestinidad. Los datos que se tienen sobre las actitudes y deseos de cambio de la poblaci¨®n espa?ola a la muerte de Franco, apuntan a exigencias de cambio democr¨¢tico, que sintonizaban mucho m¨¢s con la imagen del PSOE, que, sin embargo, era entonces un grupo org¨¢nicamente reducido. Y eso no fue s¨®lo por razones de memoria hist¨®rica, transmitida de forma molecular, a trav¨¦s de las familias, por los militantes del gran partido socialista de antes de la guerra, sino tambi¨¦n porque el grupo dirigente del PSOE estaba objetivamente en mejores condiciones para sintonizar con esa realidad.

La organizaci¨®n de? PCE era muy cerrada, con una direcci¨®n exiliada, particularmente prepotente a la hora de imponer a todo el partido su verdad sobre la realidad espa?ola. Esa direcci¨®n en el exilio ten¨ªa como experiencia vital la correspondiente a la Rep¨²blica y la guerra civil, y por ello, dif¨ªcilmente comprend¨ªa los cambios que se produc¨ªan en Espa?a. Eso se puso claramente de manifiesto ya en 1964, pero incluso despu¨¦s, cuando se dio una evoluci¨®n en los an¨¢lisis y parec¨ªa que se entend¨ªan los cambios, tampoco era tan as¨ª. No hay m¨¢s que ver los materiales del partido en 1975, y leer las cosas que Carrillo dec¨ªa entonces, que nada ten¨ªan que ver con el pa¨ªs.

P. ?Puedes poner alg¨²n ejemplo?

R. Por ejemplo, le dice a Oriana Fallaci, en v¨ªsperas de la muerte de Franco, primero, que Juan Carlos no tiene nada que hacer en el futuro democr¨¢tico, porque es una criatura de Franco, que despu¨¦s de ser entronizado por el franquismo durar¨ªa unos meses. Despu¨¦s, tambi¨¦n dice que en torno a esa entronizaci¨®n, poco antes o poco despu¨¦s, en el llamado d¨ªa H, toda la sociedad espa?ola se sublevar¨¢, saldr¨¢ a las calles y proclamar¨¢ la constituci¨®n de un Gobierno provisional. Es decir, una pol¨ªtica mim¨¦tica de la crisis del 14 de abril.

P. ?Y el partido socialista?

R. El PSOE tuvo la suerte de poder librarse del grupo equivalente al de Carrillo. Una direcci¨®n tambi¨¦n en el exilio, con actitudes tambi¨¦n divorciadas de la realidad espa?ola, que fue sustituida con tiempo, en 1972, por un grupo dirigente interno, nuevo, con no demasiada experiencia partidaria, pero con la enorme ventaja de estar profundamente integrado en la realidad existente.

Yo me acuerdo, por ejemplo, de conversaciones con Felipe Gonz¨¢lez antes de la muerte de Franco en las que, aunque ¨¦l tampoco ve¨ªa el papel enorme que el rey Juan Carlos hab¨ªa de jugar en la transici¨®n, sin embargo, a diferencia de esas declaraciones de Carrillo, no descartaba la posibilidad de que la democracia en Espa?a pasara por la alternativa mon¨¢rquica. Y no creo que se tratara de que, en abstracto, Felipe tuviera m¨¢s inteligencia que Carrillo, sino m¨¢s bien producto de que eran miembros de generaciones diferentes, con una vinculaci¨®n con la realidad muy distinta.

Todo esto tuvo despu¨¦s consecuencias cuando ambos partidos tomaron contacto con la situaci¨®n interior y se prepararon para la campa?a electoral de 1977. El PCE hizo un espectacular giro de 180 grados y pas¨® de esa visi¨®n irreal que he mencionado a ser m¨¢s moderado que nadie. Durante la misma campa?a, la direcci¨®n del PCE piensa que esa poblaci¨®n -que, seg¨²n Carrillo, estaba dispuesta a sublevarse e implantar el Gobierno provisional- tiene ahora el peligro, no ya de votar a UCD, sino de votar a Fraga. Mientras que el PSOE lo que hace es tratar de diferenciarse de esa derecha que se construye desde el Estado, el PCE parece coincidir con ella en sus ataques a Fraga y al PSOE. Como luego fue p¨²blico tras las elecciones, esa situaci¨®n se profundiz¨®, estableci¨¦ndose una connivencia entre Su¨¢rez y Carrillo contra su com¨²n adversario pol¨ªtico: el PSOE.

P. ?Se podr¨ªa afirmar que ese fue tambi¨¦n el origen de la creciente divergencia t¨¢ctica que desarrollaron despu¨¦s ambos partidos?

R. En efecto. Y creo que esa diferencia conduce, en buena medida, a la situaci¨®n de 1982. La estrategia de Carrillo, como se sabe, consiste en afirmar que la ¨²nica soluci¨®n a la situaci¨®n creada por la distribuci¨®n del voto el 15 de junio es la opci¨®n de Gobierno de coalici¨®n UCD-PSOE. Aunque hay que decir que esa posici¨®n no s¨®lo fue patrimonio del PCE. En todo caso, eso resultaba, por un lado, un mimetismo hist¨®rico respecto de los Gobiernos antifascistas salidos de la segunda guerra mundial, que el propio Carrillo citaba como precedente. Pero, adem¨¢s de ese mimetismo, hac¨ªa tambi¨¦n un an¨¢lisis simpl¨®n de la transici¨®n espa?ola: cre¨ªa que todo se resolv¨ªa conjuntar aritm¨¦ticamente dos fuerzas pol¨ªticas diferentes, una de las cuales, UCD, era ya un complejo de contradicciones. A?adir a ese complejo la fuerza del PSOE, naturalmente, bajo la hegemon¨ªa de UCD, s¨®lo pod¨ªa suponer el aumento de las presiones populares como exigencia de la participaci¨®n PSOE en el Gobierno y, por otro lado, el aumento de las presiones de los poderes f¨¢cticos sobre Su¨¢rez. Eso supon¨ªa, incluso en el caso de que no hubiera acabado r¨¢pidamente en cat¨¢strofe, un desplazamiento centr¨ªfugo de fuerzas en ambos partidos: el ala derecha de UCD, hacia Fraga, y el ala izquierda del PSOE, hacia la radicalizaci¨®n. Lo que, en definitiva, supon¨ªa una polarizaci¨®n pol¨ªtica y social. Y una polarizaci¨®n diferente a la que se da hoy, puesto que no s¨®lo liquidaba el presente, sino que hipotecaba el futuro...

Por el contrario, la estrategia del PSOE consisti¨® en continuar marcando la diferencia con ese supuesto centro, UCD, y presentarse como la esperanza de futuro, mientras que, al mismo tiempo, contribu¨ªa a la gobernabilidad de? pa¨ªs: la pol¨ªtica de consenso para elaborar el marco constitucional y para discutir los problemas urgentes de car¨¢cter econ¨®mico, auton¨®mico. Y esa pol¨ªtica atraves¨® un camino muy dif¨ªcil, de crisis social, de lo que se dio en llamar el desencanto, etc¨¦tera, pero que, al final, ha supuesto que se mantuvieran las esperanzas en un posible cambio de la situaci¨®n.

P. Pero esa perspectiva de cambio se ha dado implicando la desaparici¨®n brutal del centro pol¨ªtico, lo que ha producido una polarizaci¨®n entre el PSOE y la derecha dura, que Carrillo entender¨¢ como anunciada por ¨¦l durante toda la transici¨®n.

R. S¨ª, Carrillo podr¨¢ decirlo, pero, en primer lugar, repito que es una polarizaci¨®n distinta de la que pod¨ªa haberse producido con su famoso Gobierno de coalici¨®n, que no ten¨ªa ninguna cobertura posterior. Pero adem¨¢s, hoy, uno de los polos de la actual polarizaci¨®n pol¨ªtica es el PSOE, un partido mucho m¨¢s maduro que en 1977, y que, aunque todav¨ªa le queda mucho camino por recorrer hasta convertirse en un partido m¨¢s org¨¢nico, m¨¢s estructurado y mejor relacionado con los movimientos sociales, es una formaci¨®n con una experiencia pol¨ªtica mucho mayor, que tambi¨¦n ha pasado por la gesti¨®n de los ayuntamientos.

As¨ª, el factor negativo hoy es s¨®lo el polo opuesto, es decir, el hecho de que la alternativa al PSOE no sea el centro, que se ha hundido pol¨ªticamente. Pero en la tesis de la coalici¨®n, la polarizaci¨®n habr¨ªa tenido como consecuencia la crisis del PSOE y, por tanto, la negatividad de los dos factores.

Todo esto no puede ocultar el dato de que, efectivamente, lo m¨¢s negativo de la actual situaci¨®n es la liquidaci¨®n del centro como oposici¨®n pero ese peligro hay que compararlo con el que presentaban otras posibilidades y que, a mi juicio, eran a¨²n mayores.

P. En el fondo, yo creo que al centro lo han destruido m¨¢s bien desde la derecha y, fundamentalmente, desde la derecha social y los llamados poderes f¨¢cticos.

R. Yo no s¨¦ si fundamentalmente. El hundimiento de UCD se ha debido, sobre todo, a que se ha enfrentado con problemas muy dif¨ªciles, muchos de los cuales s¨®lo ha resuelto a medias, y por ello la sociedad le hace responsable de la insatisfacci¨®n general. Es decir, un proceso complejo que la ha desgastado profundamente, teniendo consecuencias no s¨®lo ante la opini¨®n p¨²blica, sino agudizando las contradicciones internas del conglomerado pol¨ªtico que era. Algo que ha multiplicado la actuaci¨®n de las otras alternativas de derecha y, l¨®gicamente, la de Fraga.

Pero es cierto que, adem¨¢s de esas tensiones en la esfera pol¨ªtica, se ha producido un bloqueo de UCD desde las fuerzas sociales de la derecha, sectores del empresariado, militares involucionistas, etc¨¦tera. Y no tanto de UCD como de su s¨ªmbolo personal, porque ese tambi¨¦n es un factor a tener en cuenta en la transici¨®n espa?ola: la extrema personalizaci¨®n de las fuerzas pol¨ªticas. Y Su¨¢rez, que era la personalizaci¨®n de UCD, supon¨ªa para todas las fuerzas procedentes del franquismo el gran traidor que, un d¨ªa u otro, ten¨ªa que ser eliminado.

P. Bien, la liquidaci¨®n pol¨ªtica de Su¨¢rez como s¨ªmbolo de UCD destap¨® las contradicciones que le paralizaban, destruyendo el centro y fragilizando la representaci¨®n pol¨ªtica de la derecha. Lo que no es un peligro peque?o. De hecho, la historia de este pa¨ªs muestra c¨®mo siempre que sucede una descomposici¨®n de las representaciones de la derecha ha surgido un Bonaparte unificador como alternativa a una mayor¨ªa de izquierdas.

R. Eso es cierto, pero no ha sucedido s¨®lo en Espa?a, sino en muchos otros sitios. Pero mi punto de vista es que, en el pasado, esa crisis de representaci¨®n de la derecha se ha combinado con crisis sociales generalizadas que ahora no se presentan en la realidad espa?ola. Es decir, yo creo que ante un hipot¨¦tico fracaso del Gobierno PSOE, hoy la derecha tiene la salida de la alternancia constitucional, sin ninguna necesidad de acudir a soluciones golpistas. Y creo, adem¨¢s, que es precisamente mediante esa alternancia como la derecha va a terminar cuajando sus representaciones pol¨ªticas.

P. Pero el fracaso del PSOE es s¨®lo uno de los peligros. ?Y si, por el contrario, el PSOE tiene ¨¦xito y consigue seguir sumando apoyos sociales para su proyecto de cambio?

R. Entonces el futuro es mucho .mejor. Porque eso significar¨¢ que no s¨®lo ha resuelto un mejor reacomodo del pa¨ªs en la crisis econ¨®mica, sino que ha comenzado a resolver otros factores de la actual situaci¨®n pol¨ªtica; entre ellos, la cuesti¨®n militar. Porque, efectivamente, sin resolver esos problemas no habr¨¢ consolidaci¨®n posible del Gobierno PSOE. Y eso permitir¨¢ que, a la postre, se creen las condiciones para que la derecha tenga que actuar dentro del terreno constitucional y para que, si intenta salirse de esos l¨ªmites, haya mejores condiciones para derrotarla.

P. Esa reacci¨®n ante un posible ¨¦xito socialista va a estar presente desde el principio, incluso como respuesta a su victoria electoral...

R. Yo tambi¨¦n creo que existir¨¢ una respuesta negativa ante la victoria del PSOE por parte de algunos sectores de la derecha social y los poderes f¨¢cticos, pero el problema consiste en saber cu¨¢l ser¨¢ la magnitud de esa respuesta. En principio, esa derecha social no es precisamente homog¨¦nea, y el PSOE puede hacer que una parte de esa derecha no tenga inter¨¦s en enfrentarse al proyecto socialista, y eso no s¨®lo respecto del empresariado, sino del Ej¨¦rcito, la Iglesia y todos los grupos de poder.

Al decir esto podr¨ªa parecer que yo tengo una visi¨®n excesivamente optimista, cuando lo cierto es que creo que el proceso va a estar lleno de dificultades...

P. Sin pelos en la lengua: ?dificultades que podr¨ªan preparar una salida traum¨¢tica del PSOE de la Administraci¨®n?

R. Bueno, me parece que es precisamente en torno al tema de 1 a salida donde se puede presentar la mayor de las dificultades. Porque si hay algo m¨¢s dif¨ªcil que vencer es saber retirarse a tiempo. Siempre se ha dicho que en pol¨ªtica, como en la guerra, lo m¨¢s dif¨ªcil es el tema de la retirada. Y con esto quiero decir lo siguiente: en la hip¨®tesis optimista de que se crease a plazo medio un nuevo desencanto con la experiencia de gobierno PSOE, porque sus resultados no se correspondieran con las expectativas de cambio creadas (d¨¢ndose lugar a un divorcio entre la fuerza parlamentaria y sus bases sociales de apoyo, que es lo que ha pasado m¨¢s brutalmente con UCD) tendr¨ªa lugar una situaci¨®n en que se planteara abiertamente la cuesti¨®n de c¨®mo retirarse. M¨¢s a¨²n, es posible que se den un conjunto de factores (ese divorcio con las bases sociales, la reacci¨®n de la derecha dura, que reclame el poder, un Ej¨¦rcito que, aunque haya sufrido los cambios que es de esperar que el PSOE introduzca, tenga todav¨ªa deseos de reconducir el proceso) que obliguen a plantearse la posible retirada. Y entonces cabr¨¢n dos posibilidades: la de seguir adelante, a pesar de todo, y la de adelantar un recambio pol¨ªtico siempre dentro del cauce constitucional. Y para un partido en el poder no es m¨¢s f¨¢cil lo ¨²ltimo.

En todo caso, yo creo que por un ¨¦xito completo del PSOE o por un acto de inteligencia pol¨ªtica, que le lleve a retirarse a tiempo si no alcanza sus objetivos, hoy -a diferencia del pasado- est¨¢n dadas las condiciones sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas para que una experiencia del PSOE tenga una salida completamente constitucional.

P. Una experiencia que, en la perspectiva de la izquierda, parece que el PSOE va a hacer pr¨¢cticamente en solitario, a la vista de la grave crisis del PCE. ?Qu¨¦ dimensi¨®n puede tener esa crisis?

R. Es una crisis muy profunda. Y, sin embargo, una crisis que ha ido produci¨¦ndose, paso a paso, durante toda la transici¨®n. Si se analiza la evoluci¨®n del PCE en estos a?os, es posible ver una fase de gestaci¨®n subterr¨¢nea, que pasa luego a otra clara y abierta, que conduce al desenlace actual.

En la fase de gestaci¨®n, yo creo que el factor principal es el enorme trauma que signific¨® el desencanto del PCE ante los resultados de las elecciones de 1977, cuya explicaci¨®n reside en lo que hablamos un poco antes: su visi¨®n err¨®nea de la realidad espa?ola, sus caracter¨ªsticas como partido, y creo tambi¨¦n que el hecho de que el PCE no lograra que la poblaci¨®n le viera como algo distinto del mundo comunista de la Europa del Este.

La situaci¨®n creada por los primeros resultados electorales motiv¨® que dentro del partido se crearan grupos, fundamentalmente de profesionales y de intelectuales, que empezaran a preguntarse si ¨¦se era el partido que hac¨ªa falta en la Espa?a actual. En parte, por esa necesidad de cuestionamiento, y, en parte, porque se estaba en un proceso general de democratizaci¨®n interna. Y, como es l¨®gico, ese proceso puso en movimiento fuerzas que, por su desarrollo, chocaron con las estructuras tradicionales del partido, que, pese a esa democratizaci¨®n, se conservaban en lo esencial.

La otra manifestaci¨®n de la crisis procedi¨® del factor auton¨®mico. De hecho, el ¨²nico partido que recogi¨® resultados aceptables fue el PSUC, la ¨²nica organizaci¨®n del PCE que hab¨ªa operado con cierta autonom¨ªa desde hac¨ªa algunos a?os. Este hecho, junto al crecimiento de las exigencias auton¨®micas que se da en toda Espa?a, provoca en otras organizaciones, en el Pa¨ªs Vasco, en Valencia y en otras, la aspiraci¨®n de alcanzar una fisonom¨ªa propia. En realidad, los primeros conflictos abiertos se dan en referencia con este problema auton¨®mico. Por ejemplo: en el congreso del PISUC de octubre de 1977 y en el congreso del partido comunista en el Pa¨ªs Vasco, donde Orm¨¢zabal es sustituido por Lerchundi, que aspira a una autonom¨ªa al menos como la del PSUC.

M¨¢s tarde se produce un conflicto de tipo ideol¨®gico: la cuesti¨®n del leninismo. Que, por la forma burocr¨¢tica en que se plantea, supone que el IX Congreso se centre en ese tema (como luego suceder¨ªa en el PSOE), pero que, al mismo tiempo, acaba convirti¨¦ndose en un cuestionamiento por unos y otros de los m¨¦todos de la direcci¨®n. Eso dar¨¢ como resultado el acceso a los procesos de crisis abiertos en las distintas regiones del partido.

Sin embargo, todav¨ªa no estaba claro el espacio del partido: si iba a quedar reducido a lo que las elecciones de 1977 hab¨ªan determinado o si, de acuerdo con la explicaci¨®n de la direcci¨®n, ese resultado era el producto de unas circunstancias anormales de apertura.

Pero llegan las elecciones de 1979 y el resultado se reproduce. Entonces ya quedan pocas dudas de que la posici¨®n del partido comunista es de total subordinaci¨®n en el campo de la izquierda al partido socialista, de forma estable y cristalizada. Y esto supone la aceleraci¨®n de la crisis interna.

La tendencia prosovi¨¦tica afirma que todo es producto de una pol¨ªtica entreguista, en la que se han abandonado las esencias y las referencias. Y puede hacerlo con la comodidad que le da el hecho de que la cuesti¨®n de los pa¨ªses del Este no haya ;sido nunca tratada en profundidad. dentro del Partido. Apoyada claramente por la propaganda sovi¨¦tica, esa tendencia adopta una crisis izquierdista. Y esa actitud encuentra alg¨²n eco en sectores de la base obrera, que no ven ninguna salida a la actual crisis econ¨®mica y que se refugian en la idea de la revoluci¨®n mundial conducida por la Uni¨®n Sovi¨¦tica.

Pero, por el lado opuesto se genera la idea de que lo que se necesita es ir m¨¢s lejos en la l¨ªnea eurocomunista y en la democratizaci¨®n y renovaci¨®n del partido. Es decir, la necesidad de un partido capaz de hacer una nueva pol¨ªtica, algo imposible sin sustituir al actual grupo dirigente.

Y en esas condiciones de crisis llega el partido comunista a las elecciones de 1982 y recibe la derrota que hemos presenciado.

Ahora bien, algunos se preguntan si es buena o mala esa configuraci¨®n de la izquierda: un PCE tan reducido y un PSOE, no s¨®lo mayoritario parlamentariamente, sino que, a diferencia de Francia o Portugal, tiene detr¨¢s una fuerza sindical como UGT, que alcanza el mismo nivel de Comisiones Obreras. ?Es una cat¨¢strofe que no haya un partido a la izquierda del PSOE? Bueno, primero, no hay duda de que el partido comunista no ha estado a la izquierda del PSOE. Pero, en t¨¦rminos m¨¢s abstractos, cabe decir que un partido comunista junto al PSOE en t la izquierda puede ser un hecho positivo, dependiendo de c¨®mo sea ese partido comunista. Si es como el actual PCE, no creo que sea cuesti¨®n de llorar porque ese partido desaparezca.

P. Y en ese sentido, ?qu¨¦ puede significar la dimisi¨®n de Carrillo Y su sustituci¨®n por Gerardo Iglesias?

R. Yo creo que la dimisi¨®n de Carrillo es la culminaci¨®n de todo este proceso que acabamos de analizar. No es frecuente que un secretario general de un partido comunista dimita, m¨¢s bien es un fen¨®meno muy raro. En general, desaparecen por muerte natural, o por una conspiraci¨®n de palacio, o, como en este caso, cuando su gesti¨®n ha llegado a ser tan catastr¨®fica que el propio grupo dirigente plantea que no hay otra opci¨®n. Incluso aunque ¨¦l mismo no se convenza de ello hasta el ¨²ltimo momento. Hay que recordar que pocos d¨ªas antes Carrillo hab¨ªa dicho a la Prensa que ¨¦l no ten¨ªa ninguna intenci¨®n de dimitir. Pero se ha encontrado con que el propio grupo carrillista, al analizar la derrota, conclu¨ªa que la ¨²nica soluci¨®n eran cambios profundos. Ante esa situaci¨®n extrema, ha optado por la dimisi¨®n. Ahora bien, ?con qu¨¦ prop¨®sito?

Eso ya es mucho m¨¢s dif¨ªcil de dilucidar. La sustituci¨®n por Gerardo Iglesias tiene toda la apariencia de un continuismo carrillista. Pero puede ocurrir tambi¨¦n que Gerardo Iglesias, una vez en el cargo, con todos los poderes que tiene, no sea tan fiel a esa continuidad. Por otro lado, es muy probable que el mismo nombramiento de Iglesias agudice a¨²n m¨¢s la lucha dentro del grupo dirigente. Es evidente que, de un lado y otro, hab¨ªa toda una serie de candidatos con m¨¢s m¨¦ritos que el nuevo secretario general: Nicol¨¢s Sartorius, Jaime Ballesteros y, yendo un poco m¨¢s all¨¢, el propio Jordi Sol¨¦ Tura, que ha tenido una actuaci¨®n parlamentaria brillante. Eso acumular¨¢ tensiones.

Est¨¢ por delante, y para eso se convoca la conferencia nacional, el debate sobre las causas de la derrota electoral. Yo creo que entonces se manifestar¨¢n abiertamente todas las tensi¨®nes. ?Qu¨¦ va a salir de ah¨ª? Quiz¨¢ la convocatoria de un congreso extraordinario, porque la conferencia nacional no tiene autoridad para cambiar el grupo dirigente. Y no puede hacerlo Gerardo Iglesias a dedo, porque eso ser¨ªa demasiado.

Ahora bien, el estado en que se encuentra el partido, o mejor, el estado en que lo deja Carrillo, tiene a priori una dificil recuperaci¨®n.

Se podr¨ªa parafrasear al Tenorio y decir: "Imposible, se?or, la hab¨¦is dejado para vos y para m¨ª". Ni para los renovadores, ni para los prosovi¨¦ticos queda un partido con muchas posibilidades.