El f¨ªsico alem¨¢n Albert Popp constata la existencia de la radiaci¨®n luminosa celular
El investigador alem¨¢n Fritz Albert Popp, profesor de F¨ªsica en la Universidad de Marburgo (Rep¨²blica Federal de Alemania), acaba de arrojar una nueva luz sobre un tema que apasiona tanto a m¨¦dicos como a bi¨®logos y f¨ªsicos: la emisi¨®n de radiaci¨®n luminosa por parte de las c¨¦lulas animales y vegetales. El doctor Popp ha constatado recientemente la existencia de este proceso natural de los seres vivos, calificada de hip¨®tesis hasta ahora, y ha puesto de manifiesto la gran importancia que ello supone para el tratamiento de numerosas enfermedades; entre ellas, el c¨¢ncer.
Desde el descubrimiento realizado por el cient¨ªfico ruso Alexander Gurvich, en 1923, acerca de la existencia de un tipo de radiaci¨®n por medio de la cual las c¨¦lulas se comunicaban entre s¨ª, los biof¨ªsicos de todo el mundo han estado a la caza de las part¨ªculas y mecanismos implicados en este proceso. Gurvich, quien trabaj¨® con cultivos celulares de pl¨¢ntulas de cebolla, observ¨® que si se interpon¨ªa un cristal de vidrio entre las c¨¦lulas se produc¨ªa una desincronizaci¨®n de sus divisiones reproductoras (mitosis); no as¨ª con un cristal de cuarzo. Lo que le llev¨® a pensar que exist¨ªa una emisi¨®n de radiaci¨®n electromagn¨¦tica entre ellas, perteneciente a la banda de los rayos ultravioletas e implicada en un desconocido proceso informativo intercelular.Fue un compa?ero de Popp, del Laboratorio de Biof¨ªsica de la Universidad de Marburgo, Bernd Ruth, quien, hace ocho a?os, pareci¨® dilucidar de una vez por todas la cuesti¨®n. Utilizando un multiplicador fotoelectr¨®nico, aparato tan sensible que puede detectar la presencia de una luci¨¦rnaga a diez kil¨®metros de distancia, comprob¨® que realmente las c¨¦lulas emit¨ªan luminosidad, aunque de ¨ªnfima intensidad (hecho del que, desde 1960, cient¨ªficos rusos dec¨ªan haber demostrado).
Ruth encontr¨®, adem¨¢s, los portadores de dicha radiaci¨®n: unas part¨ªculas a las que denomin¨® biofotones. Y constat¨® la excelente capacidad de las c¨¦lulas sanas para emitirlas, detectarlas y acumularlas. Las objecciones surgieron esta vez ante la posibilidad de que esta irradiaci¨®n fuera de origen t¨¦rmico, ya que se sabe que todas las sustancias, animadas e inanimadas, emiten cierta radiaci¨®n siempre que posean una temperatura superior al cero absoluto (-273,16 ?C). Esto es, precisamente, lo que el doctor Popp acaba de refutar, ya que la medici¨®n de la radiaci¨®n celular resulta incomparablemente m¨¢s potente que la producida por la temperatura.
El ritmo de una c¨¦lula sana
Popp opina que este tipo de radiaci¨®n se encuentra, efectivamente, al servicio de la comunicaci¨®n celular, puesto que se trata de una emisi¨®n de tipo las¨¦rico. Es decir, las c¨¦lulas sanas no emiten ondas luminosas de forma ca¨®tica, sino r¨ªtmica y coherentemente (entendiendo por coherencia un par¨¢metro indicador de la validez del intercambio de informaci¨®n en una comunicaci¨®n), caracter¨ªstica de los rayos l¨¢ser.Ello supone un nuevo punto de vista para el concepto de enfermedad, puesto que las c¨¦lulas sanas han demostrado ser excelentes acumuladores de fotones y poseen mayor capacidad para conservar su energ¨ªa que cualquier otro acumulador t¨¦cnicamente realizable.
Su muerte, sin embargo, hace que se pierda esta capacidad. Hecho comprobado al observarse un aumento cien veces superior de irradiaci¨®n luminosa cuando ello sucede y su desaparici¨®n total al cabo de unas horas. Para Popp, dado que el deterioro de un sistema biol¨®gico, la enfermedad y la muerte implican la disminuci¨®n de la coherencia y, por consiguiente, el aumento de la p¨¦rdida de informaci¨®n, la observaci¨®n de la radiaci¨®n de las c¨¦lulas vivas contituir¨ªa un instrumento inapreciable para realizar diagn¨®sticos prematuros.
Incluso piensa que los organismos enfermos podr¨ªan someterse a un tratamiento de coherencia, mediante la aplicaci¨®n de un est¨ªmulo r¨ªtmico exterior, para recuperar el ritmo propio. Esta terapia podr¨ªa ser, por ejemplo, el uso del l¨¢ser infrarrojo a diodos, ya que cient¨ªficos de la Universidad de Alma Atta (Uni¨®n Sovi¨¦tica) descubrieron en la d¨¦cada de los sesenta que la radiaci¨®n de esta zona del espectro es, precisamente, una de las m¨¢s importantes y mayoritarias emitidas por las c¨¦lulas.
Otro punto interesante derivado de las investigaciones de este f¨ªsico alem¨¢n se refiere a la concepci¨®n termodin¨¢mica de los sistemas biol¨®gicos. Se reconoc¨ªa, hasta ahora, su capacidad de intercambiar no s¨®lo energ¨ªa con su entorno, sino tambi¨¦n materia, por lo que son considerados, desde el punto de vista f¨ªsico, sistemas abiertos, no conclusos. La reciente aportaci¨®n de Popp, defendida hace a?os por el premio Nobel belga llya Prigogine, es que el ser vivo es, en realidad, el resultado de un complicado y permanente proceso de equilibrio entre las desviaciones m¨¢s diversas de un estado aparentemente constante, as¨ª como que el grado de orden que puede alcanzar y mantener bien acotado por el punto a partir del cual la emisi¨®n de la radiaci¨®n celular deja de ser de tipo las¨¦rico, el denominado umbral l¨¢ser.
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