El conflicto militar en Portugal
EL CONFLICTO entre el presidente de la Rep¨²blica portuguesa, general Ramalho Eanes, y el Gobierno, apoyado por su mayor¨ªa en la Asamblea, viene a demostrar que la disoluci¨®n del Consejo de la Revoluci¨®n por la nueva ley constitucional no ha terminado con la ingerencia de los militares en la vida civil portuguesa. El conflicto tiene lugar porque la Asamblea ha aprobado la ley de Defensa Nacional y Organizaci¨®n de las Fuerzas Armadas: el presidente la ha vetado. Y la ha vetado, principalmente, y a¨²n al margen de consideraciones ideol¨®gicas que separan considerablemente al Gobierno y la Presidencia por el malestar del Ej¨¦rcito y su oposici¨®n mayoritaria a la ley. El veto presidencial no supone una anulaci¨®n de la ley de Defensa, sino simplemente una devoluci¨®n a la Asamblea, que deber¨¢ examinarla de nuevo y que tiene las opciones de ratificarla en su totalidad, enmendarla o aplazarla para nuevo estudio; pero la ratificaci¨®n deber¨¢ hacerse ahora por una mayor¨ªa de dos tercios de la C¨¢mara. Una votaci¨®n f¨¢cil de obtener con los votos de los diputados de la mayor¨ªa gubernamental y con los de los socialistas que han consensuado la ley de Defensa.Los militares hab¨ªan acogido relativamente bien la disoluci¨®n del Consejo Revolucionario -excepto los propios disueltos-, en el que no se encontraban debidamente representados. Pero no aceptan la sumisi¨®n, necesaria en toda democracia, del Ej¨¦rcito al poder civil, sumisi¨®n que felizmente representa la nueva ley. Esta otorga por fin al Gobierno la posibilidad de destituir y nombrar a los jefes de la Junta de Estado Mayor, y el Gobierno ya ha anunciado que har¨¢ el relevo en cuanto la ley est¨¦ promulgada; la ley suprime tambi¨¦n los Ministerios del Ej¨¦rcito, Marina y Aire, y determina que la administraci¨®n del presupuesto militar y las adquisiciones de material tendr¨¢n ser¨¢n hechas por el poder pol¨ªtico. Las atribuciones del disuelto Consejo de la Revoluci¨®n han sido igualmente asumidas por poderes civiles: unas las asume el Consejo de Estado; otras, el Tribunal de Garant¨ªas Constitucionales, el Gobierno o la Presidencia de la Rep¨²blica, El Consejo Nacional de Defensa estar¨¢ tambi¨¦n en manos del poder civil.
El malestar militar, fruto de un sentimiento corporativista y de un torvo entendimiento del papel de los Ej¨¦rcitos en los reg¨ªmenes democr¨¢ticos, no parece enteramente unitario: no ser¨ªa tanto la totalidad del Ej¨¦rcito la que se enfrenta con la ley de Defensa, como los militares que pueden ser sustituidos, disminuidos o alejados del poder o del mando. Los comunistas, de una ortodoxia staliniana en Portugal, y sectores de la extrema izquierda se oponen a la ley de Defensa argumentando que puede servir para una depuraci¨®n de los militares que representan el esp¨ªritu de la revoluci¨®n. Curioso razonamiento el de quienes deciden que el esp¨ªritu de la revoluci¨®n reside en el poder de los ca?ones de un ejercito perdedor en una guerra colonial y no en la voluntad popular democr¨¢tica registrada en las urnas. El presidente Eanes es contrario a la ley porque teme verse privado a trav¨¦s de ella de sus m¨¢s fieles aliados dentro del Ej¨¦rcito, aliados que necesita en la tarea de fortalecimiento de los poderes presidenciales que desde siempre ha llevado a cabo. Eanes pretende apurar todas las formas de poder que le deja la Constituci¨®n e incluso piensa en la formaci¨®n de un partido pol¨ªtico propio. Estas posiciones permiten comprender la complejidad de la situaci¨®n. Es en el curso de esta semana cuando la Asamblea deber¨¢ decidir qu¨¦ hace con la ley devuelta por el presidente. Si, como es previsible, la ley se promulga finalmente se habr¨¢ corroborado una victoria del poder democr¨¢tico frente a la presi¨®n militar y se habr¨¢ dado un paso de enorme importancia en la normalizaci¨®n pol¨ªtica portuguesa. El paso siguiente ser¨ªa la contenci¨®n de elementos conservadores y hasta ultraderechistas infiltrados en la coalici¨®n gubernamental y un acercamiento m¨¢s positivo y fruct¨ªfero de los socialdem¨®cratas y los socialistas, acercamiento que podr¨ªa ser favorecido por el nuevo poder socialista en Espa?a. La amenaza es, sin embargo, que una cosa as¨ª perjudique el ya inestable equilibrio del gobierno y se aproveche la ocasi¨®n por sectores interesados en el proceso involucionista o por la ambici¨®n personal, nada oculta, del propio presidente Eanes.
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