La costosa contienda del Sahara
El conflicto del Sahara, al igual que los otros tres grandes problemas que enfrentan a los africanos, Chad, Namibia y Eritrea, no ha podido sustraerse a la pugna ideol¨®gica que en la actualidad corre el riesgo de hacer estallar la siempre fr¨¢gil unidad africana.A las motivaciones iniciales de una poblaci¨®n colonizada, que esperaba liberarse del dominio de la metr¨®poli, se a?adi¨® la internacionalizaci¨®n de los contenciosos que, en ¨²ltimo extremo, y a trav¨¦s de pa¨ªses africanos interpuestos, coloca frente a frente al Este y al Oeste en su enfrentamiento global y geoestrat¨¦gico.
La polarizaci¨®n de los Gobiernos africanos con uno y otro campo contendiente ilustra pr¨¢cticamente esta internacionalizaci¨®n. Costa de Marfil, Gab¨®n, Guinea, Senegal, Somalia, Sud¨¢n, T¨²nez y Zaire, por citar s¨®lo a los m¨¢s claramente pro occidentales, se solidarizan con Marruecos, mientras Angola, Benin, Etiop¨ªa, Libia, Madagascar y Zimbabue, los m¨¢s identificados con el Este, lo hacen con el campo argelino-polisario.
Unos y otros parecen haber adquirido la certidumbre de que la Rep¨²blica Arabe Saharaui Democr¨¢tica (RASD) ser¨¢, inevitablemente, un aliado adicional del bloque progresista y contribuir¨¢ a restar voz internacional y espacio estrat¨¦gico a los pa¨ªses moderados y pro occidentales. La alianza pol¨ªtico-militar de Marruecos con Estados Unidos, que corresponde, a la vez, a una mayor dependencia militar y alineamiento pol¨ªtico de sus adversarios con el Este, ha sacado parcialmente el conflicto del Sahara de su marco de guerra de estricta liberaci¨®n nacional.
No existe ninguna soluci¨®n a la vista para esta costosa contienda, que dura ya siete a?os. Despu¨¦s de haber rechazado durante seis a?os la convocatoria de un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, que se le reclamaba porque no esperaba ganarlo, el rey Hassan Il cambi¨® radicalmente, y en la 18? cumbre de Nairobi proclam¨® la disposici¨®n de su pa¨ªs a someter el futuro del Sahara Occidental al veredicto de la autodeterminaci¨®n.
La interpretaci¨®n restrictiva del refer¨¦ndum, calificado como "simplemente confirmativo de la marroquinidad del Sahara Occidental", dada posteriormente por el monarca marroqu¨ª, debido a problemas internos con su oposici¨®n, dio pie a sus adversarios para rechazar una consulta que dudaban pudiera llevarse a cabo con honestidad y libertad si era organizada en presencia de las tropas marroqu¨ªes.
Marruecos, instalado con comodidad dentro del tri¨¢ngulo ¨²til protegido por el muro que encierra a Smara, Bu-Cr¨¢ y El Aai¨²n, contin¨²a, no obstante, gastando tres millones de d¨®lares diarios en la guerra.
El Polisario, que parece convencido de que una soluci¨®n puramente militar ya no es posible, intenta alcanzar una victoria pol¨ªtica. La admisi¨®n de la RASD en la OUA como 51? Estado miembro, la solicitud a la Espa?a socialista para que sean revocados los acuerdos tripartitos de Madrid, apuntan en ese sentido.
Ni Marruecos ni el Polisario est¨¢n, en verdad, en condiciones de imponer una resoluci¨®n militar definitiva del conflicto, y las graves divergencias surgidas en el seno de la OUA en torno a la admisi¨®n de la RASD demuestran que tampoco la soluci¨®n pol¨ªtica es f¨¢cil.
Probablemente, s¨®lo una guerra -o un entendimiento- entre Argelia y Marruecos, por el momento impensables, que definiese al mismo tiempo la pugna hegem¨®nica en el Magreb, y como resultado de esa definici¨®n, la controversia ideol¨®gica podr¨ªa aportar una salida a una guerra tan costosa.
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