Un dif¨ªcil comienzo
La grave situaci¨®n econ¨®mica que va a heredar el primer Gobierno socialista se deteriora d¨ªa a d¨ªa, seg¨²n casi todos los datos disponibles. Puede hablarse, por eso, de un legado bien gravoso que har¨¢ dif¨ªcil los primeros intentos de cambio.Frente a los s¨ªntomas que en el primer semestre de 1982 apuntaban una cierta recuperaci¨®n, en la segunda mitad del a?o la econom¨ªa espa?ola, en acusada sincron¨ªa, una vez m¨¢s, con el pulso de la econom¨ªa mundial, muestra inequ¨ªvocos signos de contracci¨®n y empeoramiento. En concreto, los datos que hoy m¨¢s destacan en el panorama econ¨®mico espa?ol son los siguientes:
1. Estancamiento de la actividad productiva, agotada la d¨¦bil recuperaci¨®n inicial del a?o. Todas las previsiones fiables coinciden en cifrar el crecimiento del PIB en t¨¦rminos reales en torno al 1,5%.
2. Incremento del paro, con magnitudes tan altas (por ejemplo, en octubre, la tasa de paro registrado entre los anteriormente empleados se eleva a un 48,3%) como para sostener que el sistema productivo sigue expulsando mano de obra, en un proceso de destrucci¨®n de puestos de trabajo que se pensaba hace tan s¨®lo unos meses acabado.
3. Persistencia de fuertes tensiones inflacionistas, previ¨¦ndose que el aumento del ¨ªndice de precios al consumo alcance de nuevo el 14,5% registrado en 1981. De cualquier forma, en este punto lo m¨¢s relevante es que la tasa interior del crecimiento de los precios en 1982 se ha situado en casi seis puntos por encima de la media de los pa¨ªses europeos.
4. Muy elevado d¨¦ficit p¨²blico, que probablemente ronde el bill¨®n de pesetas al terminar el a?o (si se suma a los 830.000 millones de pesetas del saldo negativo de las operaciones no financieras de las administraciones p¨²blicas el montante del d¨¦ficit del cr¨¦dito oficial).
5. Desequilibrio en el sector exterior, con un d¨¦ficit por cuenta corriente que puede estar cercano a los 4.000 millones de d¨®lares al terminar el a?o, con una debilitada balanza de capitales, con un descenso acelerado de las reservas y con una moneda sometida a fuertes presiones.
Presiones especulativas
El cambio exterior de la peseta constituye sin duda el rasgo m¨¢s llamativo del momento, pues la paulatina depreciaci¨®n de nuestra moneda, a lo largo del a?o (la cotizaci¨®n en enero era de 97 pesetas / d¨®lar y ya se han rebasado las 120 pesetas / d¨®lar) ha desembocado en las ¨²ltimas semanas en una generalizada convicci¨®n de que se producir¨¢n nuevos retrocesos con la toma de posesi¨®n del Gobierno socialista.
La cuesti¨®n merece algunas puntualizaciones. Ante todo, hay que poner de manifiesto el car¨¢cter fundamentalmente especulativo de las dificultades m¨¢s recientes que registra el tipo de cambio. Aunque el diferencial inflacionario, diferencial de tipos de inter¨¦s y el desequilibrio de la balanza de pagos sean otras tantas fuentes de problemas para la econom¨ªa espa?ola, las actuales presiones a la baja de la peseta no encuentran suficiente justificaci¨®n en dichos factores, respondiendo m¨¢s bien a un indisimulable componente especulativo. La depreciaci¨®n de la peseta en un 20% a lo largo del a?o habr¨ªa bastado, en todo caso, para hacer frente con holgura a aquellas circunstancias... de no haberse solapado en la recta final con estos movimientos especulativos.
Ahora bien, dado que el tipo de cambio viene determinado en gran medida por las expectativas del mercado, hay que decir a rengl¨®n seguido que, tengan mayor o menor justificaci¨®n y sean m¨¢s o menos racionales, las expectativas actuales de devaluaci¨®n de la peseta no pueden desconocerse. Son ellas las que vienen obligando al Banco de Espa?a a una intervenci¨®n cada vez m¨¢s intensa, y son esas mismas expectativas las que exigen decisiones inmediatas respecto al tipo de cambio de la peseta.
?Qu¨¦ medidas pueden adoptarse? En nuestra opini¨®n, s¨®lo dos tipos de actuaciones guardar¨¢n coherencia con la situaci¨®n descrita. Responden a dos procedimientos alternativos: el primero, consistente en eliminar los apoyos institucionales para permitir que la peseta se deslice a la baja r¨¢pidamente, en dos o tres jornadas, hasta alcanzar una cotizaci¨®n que pueda ser sostenida sin especiales costes ni dificultades; el segundo supone adoptar una moderada devaluaci¨®n por decreto, inferior al 10%.
Austeridad y reformas
A trav¨¦s de uno y otro camino pueden atajarse con prontitud las actuales presiones especulativas, a condici¨®n de que se acompa?e la decisi¨®n final de una actitud de firmeza ante posibles nuevas maniobras y de un plan audaz de pol¨ªtica econ¨®mica. Sin firmeza y sin medidas complementarias, cualquier ajuste en la actual cotizaci¨®n de la peseta tendr¨¢ una m¨ªnima virtualidad.
Por eso hay que completar estas l¨ªneas con algunas sugerencias sobre el contenido y la orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica que acompa?e a la depreciaci¨®n de la peseta. Deben considerarse como prioritarias las siguientes actuaciones:
1. Revisi¨®n a la baja de las previsiones de crecimiento econ¨®mico para 1983, situando el aumento del PIB entre el 1,5% y el 2%. No pueden desconocerse, a este respecto, las poco optimistas estimaciones de la OCDE para el pr¨®ximo a?o, tanto en la tasa media de crecimiento del PIB (1,5%) como en el aumento del comercio mundial (2%).
2. Efectivo control de precios de los productos b¨¢sicos, fortaleciendo el papel de la Comisi¨®n Superior de Precios. Deben evitarse repercusiones en los precios interiores que vayan m¨¢s all¨¢ de los efectos directos de la depreciaci¨®n (se ha calculado que la incidencia de este g¨¦nero sobre el nivel interior de precios al consumo es de dos o tres puntos por cada 10% de baja de la peseta). La tasa de inflaci¨®n en 1983 no deber¨ªa rebasar el 13%-14%.
3. Una pol¨ªtica monetaria prudente, que se aplique a la vez con rigor para conseguir un estricto control de las disponibilidades l¨ªquidas (que no deber¨ªan sobrepasar el 15% en 1983) y con flexibilidad para adecuarse a la singular estructura financiera de las empresas espa?olas, fuertemente dependientes de recursos ajenos.
4. Una pol¨ªtica de rentas y de concertaci¨®n que consiga mantener el margen de maniobra que proporciona toda devaluaci¨®n de cara a la competitividad exterior y que logre reactivar la inversi¨®n y la actividad productiva interior, apelando a la solidaridad y la contenci¨®n de salarios (sin que ¨¦stos absorban la repercusi¨®n directa sobre los precios interiores de las medidas propiamente devaluatorias), pero apelando tambi¨¦n al esfuerzo inversor por parte de los empresarios.
5. Contenci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico (para que no supere el list¨®n de 1982) y reestructuraci¨®n y mejor gesti¨®n de los recursos del Estado, abordando sin demora la reforma de la Administraci¨®n, el saneamiento de las empresas p¨²blicas y la reordenaci¨®n de la Seguridad Social, aut¨¦nticos bancos de prueba -como se ha escrito con acierto en estas mismas p¨¢ginas- en los que el partido socialista debe mostrar su capacidad para afrontar la crisis econ¨®mica y convertirse en el motor del cambio que reclaman diez millones de votos.
Los pasos iniciales del nuevo Gobierno suscitan, por todo ello, una atenci¨®n inusual, pues si bien la apuesta de modernizaci¨®n de esta sociedad no puede hacerse sino a medio y largo plazo, desde el primer d¨ªa de la nueva legislatura los gestos de austeridad, imaginaci¨®n y ejemplar honestidad deben contribuir a crear el clima de esperanza imprescindible para hacer soportables los sacrificios que impone la maltrecha situaci¨®n heredada y para garantizar efectivos logros posteriores de transformaci¨®n y progreso.
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