Matar al Papa
LA DETENCION de un funcionario civil b¨²lgaro en Roma y las filtraciones, probablemente m¨¢s deliberadas y calculadas que descubiertas o violadas, en los centros judiciales, policiales y pol¨ªticos italianos, tienden a indicar que el atentado contra el Papa ( 13 de mayo de 1981, plaza de San Pedro) fue obra de "los servicios secretos del Este", como se dice con cierto pudor de lenguaje: es decir, una acci¨®n urdida en el Kremlin, lo que equivale a decir por el KGB. En el mes de mayo el KGB estaba todav¨ªa dirigido absolutamente por Yuri Andropov, que un a?o m¨¢s tarde dej¨® el puesto para entrar en el Bur¨® Pol¨ªtico y, presumiblemente, para iniciar ya una escalada prevista para suceder a Brejnev con cuya vida se sab¨ªa ya claramente que no se pod¨ªa contar mucho tiempo. La coincidencia del estallido p¨²blico de estas acusaciones m¨¢s o menos veladas, pero con probabilidades de ser ciertas, con el nombramiento de Andropov como secretario general del PCUS y, por tanto, como el representante m¨¢ximo del poder sovi¨¦tico -aunque a¨²n le falten algunos nombramiento rituales para acumular todo el mando-podr¨ªa no ser casual. Es indudable que si la orden de matar al Papa la dio Mosc¨², fue Andropov quien por lo menos se encarg¨® de ella y de la preparaci¨®n del plan. Todo el esfuerzo que se hace ahora por presentar a Andropov como un liberal, un moderado, un amante de las artes y la m¨²sica que siempre ha pretendido ganar el respeto a las instituciones y no crear el miedo y el terror, quedar¨ªa reducido al retrato del hombre que quiso matar al Papa para resolver por esa tremenda v¨ªa expeditiva el asunto de Polonia. Los esfuerzos por hacer transparente a Andropov, y suave y sonriente, no s¨®lo fueron prodigados en su momento por la propaganda sovi¨¦tica, sino tambi¨¦n por los negociadores europeos frente a los rupturistas americanos. Y por los movimientos pacifistas, que indican que est¨¢n cambiando muchas cosas en la URSS.Los rumores de que "los servicios del Este" son culpables del atentado, y aun podr¨ªan serlo del m¨¢s artesanal que sufri¨® en Lisboa, vienen de antes. En septiembre, el Reader's Digest, que representa un conservadurismo de car¨¢cter campechano y fraternal, hablaba ya de los servicios secretos b¨²lgaros, movidos desde Mosc¨²; una cadena de televisi¨®n tan conocida como la NBC ampliaba entonces esos rumores. Trat¨¢ndose de medios muy identificados con la pol¨ªtica m¨¢s cerrada, no dieron demasiado juego, y la URSS se limit¨® a considerarlos como absurdos. Cuando el Papa fue agredido en Portugal por un sacerdote espa?ol integrista, conocido por su relaci¨®n con Fuerza Nueva, un diario derechista madrile?o se apresur¨® a explicar que eran injustas estas acusaciones a la extrema derecha (ve¨ªa en ello una campa?a pol¨ªtica general), cuando se sab¨ªa que el atentado part¨ªa del Este. El turco Al¨ª Agca, culpable del atentado del Vaticano, estaba tambi¨¦n clasificado como miembro de una asociaci¨®n terrorista de extrema derecha en su pa¨ªs, los Lobos Grises. A nadie puede extra?ar que detr¨¢s de cualquier organizaci¨®n o individuo de determinada filiaci¨®n pol¨ªtica haya una superioridad internacional de cualquier corte pol¨ªtico. Nunca se sabe finalmente qu¨¦ es lo que hay tras terrorismos, tramas negras, brigadas rojas y otros grapos, y los indicios m¨¢s socorridos y m¨¢s de sentido com¨²n indican siempre, como el dogma de las antiguas novelas policiacas, el "a qui¨¦n beneficia", cuya prosapia viene ya del quip rodest? de los juristas romanos. Es indudable que la muerte del Papa a manos de alg¨²n integrista, turco o cat¨®lico, podr¨ªa en todo caso pasar por una locura o una irracionalidad m¨¢s de tantas como vivimos, pero que podr¨ªa aprovecharse para quebrar de alg¨²n modo la resistencia de Solidaridad. Como tambi¨¦n parece indudable que el rumor lanzado ahora, con algunos visos de realidad (detenciones, sumarios, investigaciones en Roma, posibles declaraciones del turco magnicida), aprovecha o beneficia a quienes traten de demostrar que la URSS sigue dirigida por ciertas formas del crimen y que cualquier apertura es una negociaci¨®n con la gran delincuencia pol¨ªtica.
De todas maneras, los rumores no s¨®lo fueron emitidos por los conservadores, por los halcones, por los belicistas. En un momento dado pasaron a los socialistas y hasta se ha dicho -qui¨¦n sabe con qu¨¦ fundamento o con qu¨¦ intenci¨®n- que en Espa?a fueron los propios socialistas -ya vencedores en las elecciones- quienes detectaron, por s¨ª mismos o por advertencias de sus colegas de fuera de Espa?a, alg¨²n intento de asesinato del Papa en su visita a Espa?a, y que dieron oportuno aviso a la polic¨ªa. Es precisamente un peri¨®dico socialista italiano, Avanti, el que m¨¢s claramente denuncia ahora en Roma la culpabilidad de los servicios secretos del Este para "crear problemas a los occidentales y liberarse de un Papa de nacionalidad inc¨®moda".
Lo que hasta ahora se cree saber de la investigaci¨®n es que la trama turca fue descubierta en Suiza, donde se detuvo a quien pudo haber entregado al magnicida la pistola; se confirm¨® en la Rep¨²blica Federal de Alemania (la polic¨ªa de Francfort detuvo a un turco de extrema derecha, y el juez italiano Martella, encargado del caso, vol¨® hasta all¨ª para interrogar al prisionero), y que Agca, despu¨¦s de diecisiete meses (y con sentencia de prisi¨®n perpetua) est¨¢ comenzando a hablar, y de sus declaraciones se ha derivado la detenci¨®n del b¨²lgaro Antonov y la certidumbre de la culpabilidad "del Este". Todo es perfectamente cre¨ªble en ese submundo de la pol¨ªtica asesina, del que a veces emergen solamente algunos datos: quiz¨¢ solamente cuando conviene.
En cuanto a la especulaci¨®n de que si la variaci¨®n de la actitud de la Iglesia polaca en los ¨²ltimos tiempos y la anunciada visita del Papa a Varsovia tienen alguna relaci¨®n con el asunto, parece por lo menos desmedida. Pero puede que las informaciones reales del ¨²ltimo m¨®vil del intento de asesinato hayan podido dar a la Iglesia polaca, y al mismo Papa, la sensaci¨®n de que la URSS est¨¢ dispuesta absolutamente a todo antes que permitir la p¨¦rdida de Polonia, y que es m¨¢s prudente, sabio y realista, tratar de buscar formas de negociaci¨®n que adoptar una actitud suicida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Juan Pablo II
- Al¨ª Agca
- Yuri Andropov
- SFS
- Reader's Digest
- PCUS
- Terrorismo internacional
- Opini¨®n
- Partidos comunistas
- URSS
- Polonia
- Bulgaria
- Italia
- Portugal
- Bloques pol¨ªticos
- Atentados terroristas
- Bloques internacionales
- Centroeuropa
- Europa este
- Europa occidental
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica exterior
- Sucesos
- Terrorismo
- Empresas