Felipe Gonz¨¢lez: la clave centroamericana
Todav¨ªa es posible la paz en Centroam¨¦rica. En los ¨²ltimos d¨ªas se ha puesto en marcha una estrategia de paz, protagonizada por ocho Gobiernos democr¨¢ticos de Am¨¦rica Latina, que promueve la soluci¨®n razonable de los conflictos bilaterales pendientes entre Costa Rica y Nicaragua; Nicaragua-Honduras y Nicaragua-Colombia, como pasos previos indispensables para la soluci¨®n negociada del problema interno salvadore?o y para la soluci¨®n por aislamiento del caso guatemalteco. Felipe Gonz¨¢lez ser¨ªa el gestor moral de este proceso pacificador, en el que deben comprometer su buena voluntad los Gobiernos de Estados Unidos y de Cuba. Acaban de producirse algunos acontecimientos importantes en esta carrera contra el reloj hacia la paz.En los primeros d¨ªas de noviembre el presidente de Panam¨¢, Ricardo de la Espriella, acompa?ado por los coroneles Manuel Antonio Noriega y Roberto D¨ªaz, realizaron una gira por Nicaragua, M¨¦xico y El Salvador, que introdujo elementos nuevos y razonables en el proceso pacificador de la regi¨®n.
En Managua, y ante los comandantes de la l¨ªnea dura centroamericana Daniel Ortega y Bayardo Arce, Panam¨¢ reiter¨® su oposici¨®n a cualquier tipo de ¨ªntervenci¨®n contra el proceso nicarag¨¹ense, a cambio del compromiso sandinista de moderar en forma realista y pragm¨¢tica sus planteamientos regionales.
En su discurso de llegada a M¨¦xico, el presidente De la Espriella introdujo un factor inevitable, que es la necesidad de incorporar a Estados Unidos en el proceso pacificador. Dijo que dicho proceso pasa por resolver los intereses particulares de los Estados centroamericanos; pero tambi¨¦n por resolver los intereses estrat¨¦gicos norteamericanos, como potencia natural de la regi¨®n. Esto, que para los dogm¨¢ticos de izquierda puede encerrar connotaciones imperialistas, para los pol¨ªticos sensatos constituye una verdad diaria, sin cuyo reconocimiento nunca se van a resolver efectivamente los conflictos planteados. Esto lo sabe mejor que nadie Panam¨¢, que lleva a cabo su proceso de liberaci¨®n nacional bajo la presencia f¨ªsica de las bases militares norteamericanas en la zona del Canal.
Washington y Fidel Castro
Pero si se incorpora Estados Unidos al proceso pacificador, tambi¨¦n tiene que estar presente y generoso Fidel Castro, como aliado natural del sandinismo y de los grupos revolucionarios armados de El Salvador y Guatemala. De Fidel, tanto como de Reagan, depende que haya paz negociada o guerra generalizada en Centroam¨¦rica.
Se encontraba precisamente de visita en la capital mexicana el vicepresidente cubano Carlos Rafael Rodr¨ªguez, que mantuvo con los paname?os la entrevista m¨¢s clarificadora de la gira.
Acept¨® el ide¨®logo castrista que en la crisis centroamericana no est¨¢ en juego la instalaci¨®n del socialismo, que Estados Unidos -con Reagan o sin Reagan nunca va a permitir, sino una serie de procesos de liberaci¨®n nacional, que Estados Unidos -con Reagan o sin Reagan- nunca va a poder impedir, como no lo impidi¨® en Panam¨¢. Es ¨¦sta la primera vez que Cuba acepta una verdad tan sencilla que puede cambiar el curso de todo el proceso pacificador, por cuanto reconoce la influencia natural de Estados Unidos en la zona y condiciona obligatoriamente la moderaci¨®n interna y regional de la direcci¨®n sandinista, la postura negociadora de la guerrilla salvadore?a y hasta la propia presencia cubana en Nicaragua.
Para el vicepresidente cubano, los intereses estrat¨¦gicos de la Uni¨®n Sovi¨¦tica no pasan por Centroam¨¦rica y no va a arriesgar nada all¨ª que ponga en peligro sus relaciones con Estados Unidos. Lo que no quiere decir que se moleste por la definici¨®n socialista del r¨¦gimen sandinista ni que vea con desagrado las dificultades que Reagan tiene planteadas en El Salvador y Guatemala; pero, en ¨²ltimo caso, la URSS no tendr¨ªa el menor escr¨²pulo en sacrificar estos peones centroamericanos a cambio de la soluci¨®n de sus propios problemas estrat¨¦gicos en Afganist¨¢n o Polonia.
Ahora bien, Fidel, que conoce mejor que nadie esa posibilidad dram¨¢tica, sabe perfectamente que esa jugada podr¨ªa hacerse sin ¨¦l, e incluso contra ¨¦l; por eso es partidario de la negociaci¨®n pol¨ªtica en Centroam¨¦rica, en la que ¨¦l tome parte y de la que saque dividendos dentro de sus dif¨ªciles relaciones con Estados Unidos.
En el dif¨ªcil camino de la paz centroamericana tenemos varios elementos nuevos que la hacen posible. Son ellos la convicci¨®n de Fidel de la imposibilidad del socialismo y la necesidad de llevar a cabo procesos pol¨ªticos de liberaci¨®n nacional, el fracaso de la pol¨ªtica intervencionista del presidente Reagan, la incorporaci¨®n de todos los Gobiernos democr¨¢ticos latinoamericanos a la b¨²squeda de soluciones bilaterales y el acceso a la Presidencia del Gobierno espa?ol de Felipe Gonz¨¢lez, cuyo prestigio moral, comprensi¨®n del problema regional y capacidad de di¨¢logo con todas las partes en conflicto elevan considerablemente las posibilidades de negociaci¨®n.
Relevo en Washington
Con el relevo del general Alexander Haig por George Shultz en la Secretar¨ªa de Estado, Reagan parece haberse convencido de que su pol¨ªtica hacia Am¨¦rica Latina iba camino del desastre. Hasta el propio Carlos Rafael Rodr¨ªguez reconoci¨® que Shultz hab¨ªa introducido sensatez en la Casa Blanca.
El primer s¨ªntoma fue el sorprendente voto norteamericano en las Naciones Unidas, favorable a una soluci¨®n negociada en las Malvinas. El segundo, la suspensi¨®n indefinida de las proyectadas maniobras militares conjuntas de Estados Unidos y Honduras.
El s¨ªntoma m¨¢s pr¨®ximo es la publicaci¨®n por la revista Newsweek sobre la presencia militar norteamericana en Honduras y su papel de apoyo e instigaci¨®n a los 5.000 miembros de las bandas somocistas que llevan desde all¨ª la guerra a Nicaragua.
Muchos observadores est¨¢n convencidos de que los datos rigurosos y confidenciales aportados por Newsweek nunca pudieron ser obtenidos sin la colaboraci¨®n de los servicios de inteligencia norteamericanos y del propio Departamento de Estado y que, en consecuencia, el informe pudo haber sido ordenado por el propio George Shultz para lavarse las manos del mal manejo del problema hondure?o por parte de Reagan y Haig y acabar con ¨¦l definitivamente.
Contra todos sus prop¨®sitos, el hostigamiento somocista viene a justificar el radicalismo nicarag¨¹ense y el incremento de su pol¨ªtica belicista, que aterra a los dem¨¢s pa¨ªses vecinos, entre ellos la desarmada Costa Rica y la estrat¨¦gica Panam¨¢, comprometida ¨¦sta con Estados Unidos en la defensa y la seguridad del tr¨¢nsito pac¨ªfico por el canal interoce¨¢nico.
El viaje del presidente Reagan a Colombia, Brasil, Costa Rica y Honduras puede ser la gran ocasi¨®n para rectificar su vieja pol¨ªtica de desastre e incorporarse al nuevo proyecto de paz que madura en la zona.
Estrategia de paz
Ocho Gobiemos democr¨¢ticos, como son Panam¨¢, M¨¦xico, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Escuador, Brasil y Bolivia, est¨¢n en v¨ªas de elaborar y de poner en marcha una estrategia de paz, que pasa por la soluci¨®n de los conflictos bilaterales pendientes para llegar a una soluci¨®n general satisfactoria.
Los pasos ser¨ªan los siguientes, y ya han comenzado a darse:
Nicaragua-Costa Rica. Ya est¨¢ acordado un calendario de di¨¢logo entre los dos Gobiemos, dirigido a aliviar las tensiones mutuas mediante el criterio de borr¨®n y cuenta nueva. Costa Rica debe garantizar a Nicaragua la no injerencia en sus asuntos pol¨ªticos internos, a cambio de una garant¨ªa expresa de no agresi¨®n por parte del r¨¦gimen sandinista.
Nicaragua-Honduras. Tambi¨¦n est¨¢ concertado un encuentro a nivel de cancilleres entre estos dos Gobiernos, que negociar¨¢n los siguientes puntos de conflicto: la liquidaci¨®n de las bandas somocistas en Honduras, con la consiguiente pacificaci¨®n de la frontera com¨²n, contra la promesa nicarag¨¹ense de retornar al proyecto pol¨ªtico original sandinista-democr¨¢tico, pluralista y de econom¨ªa mixta; la limitaci¨®n de la escalada armamentista e, incluso, la moderaci¨®n de la presencia cubana en aquel pa¨ªs.
Existe el convencimiento de que la psicosis de guerra que vive Nicaragua no corresponde a la realidad. Que las bandas somocistas no ponen en peligro al r¨¦gimen sandinista; pero pueden ser el detonante de una guerra entre los dos pa¨ªses, que prender¨ªa en llamas a toda la regi¨®n y de la que no quedar¨ªan excluidos Estados Unidos y Cuba.
Nicaragua-Colombia. Al extender a doscientas millas su mar territorial, en 1980, y con base en reclamaciones hist¨®ricas, la canciller¨ªa nicarag¨¹ense reclam¨® la soberan¨ªa de los Cayos e islotes de Roneador, Quitasue?o, Serrana y Serranilla, en poder de Colombia, y en febrero siguiente entr¨® a disputar a este pa¨ªs todo el archipi¨¦lago de San Andr¨¦s y Providencia.
El grupo de los ocho logr¨® ya que Nicaragua se comprometiera a no util¨ªzar su puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, obtenido recientemente con el voto, entre otros, de los mismos colombianos, para plantear all¨ª estas reivindicaciones, mientras Colombia se compromete a no participar en el Foro por la Paz y la Democracia, inventado por Estados Unidos para desestabilizar al r¨¦gimen sandinista.
El Salvador. Este es el mejor ejemplo de la pol¨ªtica de efecto contrario llevada a cabo por Reagan en la zona. Contra todas las recomendaciones, se empeil¨® en llevar a cabo un proceso electoral en guerra, con exclusi¨®n de la izquierda y destinado a legalizar democr¨¢ticamente a sus aliados de la Democracia Cristiana, de Jos¨¦ Napole¨®n Duarte.
El resultado fue la legalizaci¨®n de la ultraderecha del mayor D'Abuisson, presunto instigador del asesinato de monse?or Romero; la neutralizaci¨®n del centro democratacristiano y el recrudecimiento de la guerra civil, que se cobr¨® desde entonces 20.000 v¨ªctimas.
Salida para El Salvador
En El Salvador, m¨¢s que en ning¨²n sitio, es urgente una salida pol¨ªtica. La direcci¨®n del frente guerrillero quiere capitalizar sus ¨²ltimos avances militares ¨ªmponiendo al Ej¨¦rcito una negociaci¨®n sin condiciones, que el Gobierno y el mando militar rechazan.
El grupo pacificador de los ocho considera que una negociaci¨®n sin condiciones no es m¨¢s que un esqueleto de negociaci¨®n, sin programa ni proyecto pol¨ªtico y, en consecuencia, sin salida.
Por esto trata de ¨ªmponer el programa contenido en la oferta de paz del presidente Carter, en diciembre de 1980, que contemplaba, entre otras cosas, la reestructuraci¨®n de la Junta de Gobierno con participaci¨®n de todas las fuerzas representativas del pa¨ªs, inclu¨ªdo el Frente Democr¨¢tico Revolucionario; la profundizaci¨®n de las reformas sociales, y la preparaci¨®n de un clima social apto para unas elecciones inequ¨ªvocamente libres y democr¨¢ticas. Aqu¨ª se hace m¨¢s necesaria que en n¨ªng¨²n otro sitio la partic¨ªpaci¨®n de Estados Unidos y de Cuba para obligar a militares y guerrilleros a sentarse en la mesa de negociaciones hasta el final del di¨¢logo, sobre un programa pactado de soluciones convenientes.
Guatemala. La soluci¨®n de El Salvador tendr¨ªa como consecuencia directa la soluci¨®n de Guatemala, por la misma v¨ªa de la negociaci¨®n Ej¨¦rcito-guerrilla. Cuando todos pens¨¢bamos que el Ej¨¦rcito guatemalteco era monol¨ªtico, el golpe de marzo del a?o pasado demostr¨® que hab¨ªa dentro de ¨¦l profundas escisiones; que el grupo de los capitanes golpistas estaba harto de sangre y dispuesto a negociar con los grupos revolucionarios para una salida pol¨ªtica a la larga crisis nacional.
El grupo de los ocho quiere presentar este proyecto de paz regional al presidente Reagan durante su actual gira latinoamericana y lograr de ¨¦l un compromiso expreso de apoyo y colaboraci¨®n. Debe tenerse en cuenta la fuerza moral de este conjunto, incrementada por la presencia en ¨¦l de Belisario Betancur, cuyos cien primeros d¨ªas de mandato representan cien d¨ªas de sorpresa y eficacia, y la del nuevo binom¨ªo boliviino -Siles Zuazo-Paz Zamora-, que, unida al resultado electoral brasile?o de los ¨²ltimos d¨ªas y a la clebilidad de la Junta Militar argentina, sepultada en sus propios cementerios, modifican radicalmente el mapa pol¨ªtico del poderoso cono Sur.
Y aqu¨ª entra a jugar un papel estrat¨¦gico la nueva Espa?a del rey Juan Carlos y de Fel¨ªpe Gonz¨¢lez, cuya capacidad de gesti¨®n pacificadora es fundamental para el grupo democr¨¢tico latinoamericano.
Aquellos Gobiernos, mucho m¨¢s interesados tradicionalmente por Espa?a que Espa?a por ellos, consideran que la problem¨¢tica espariola que enfrenta Felipe Gonz¨¢lez tiene una gran similitud, salvando las considerables distancias, con la problem¨¢tica general latinoamericana, con situaciones de desempleo, corrupci¨®n admin¨ªstrativa, terrorismo y desarrollo, y cuyas soluciones pasan tambi¨¦n por el cauce pol¨ªtico de una izquierda moderada.
Gesti¨®n positiva espa?ola
La sola gesti¨®n positiva del Gobierno socialista espa?ol, incluso sin n¨ªng¨²n tipo de acci¨®n exterior, bastar¨ªa para contribuir ejemplarmente a la soluci¨®n de los problemas centroamericanos y latinoamericanos; pero a esto hay que a?adir la vocaci¨®n iberoamericana de Felipe y su minucioso conocimiento de problemas y personajes.
Felipe Gonz¨¢lez realiz¨® innumerables viajes marat¨¢nicos por Am¨¦rica Latina, durante los cu¨¢les estableci¨® estrechas relaciones de conocimiento y de amistad personal con los actuales dirigentes. Hizo de Panam¨¢ su centro de operaciones y dise?¨®, con su gran amigo Omar Torrijos, las l¨ªneas maestras de la revoluci¨®n posible, en democracia y libertad, para cada uno de los pa¨ªses en conflicto. Como Omar Torrijos, se convirti¨® en interlocutor v¨¢lido de cada una de las fuerzas beligerantes, los sandinistas y Ed¨¦n Pastora, los guerrilleros y los militares salvadore?os, Fidel Castro y Ronald Reagan.
Precisamente Estados Unidos conoce mejor que nadie la capacidad negociadora de Felipe y la van a tener muy en cuenta, sin ning¨²n miedo, durante la etapa pol¨ªtica que comienza en Espa?a. De ah¨ª tambi¨¦n la importancia de la inminente visita oficial a Madrid del secretario de Estado norteamericano, George Shultz.
Los ocho pacificadores latinoamericanos ven con esperanza esta nueva realidad espa?ola. Conocen la influencia personal de Felipe Gonz¨¢lez ante los protagonistas en pugna y confian en ¨¦l para finalizar las gestiones negociadoras. Saben que Felipe Gonz¨¢lez es un pol¨ªtico que suma, no resta, y que una llamda suya, una invitaci¨®n oficial a Espa?a a determinados personajes en el momento oportuno, puede encauzar convenientemente un proceso de di¨¢logo.
As¨ª se lo han hecho saber en los ¨²ltimos d¨ªas, por intermedio de emisarios, que le advirtieron, adem¨¢s, de los peligros qiie pueden amenazar su gesti¨®n. Uno de ellos, el m¨¢s preocupante, es la interferencia del Gobierno franc¨¦s en favor de las tesis latinoamericanas impulsadas por Regis Debray.
Para su nueva andadura latinoamericana, Felipe no necesita m¨¢s compa?eros de viaje que aquellos europeos que quieran asumir sin condiciones su tesis de paz, y aquellos buenos socios latinoamericanos que le est¨¢n ofreciendo incondicionalmente su respaldo pol¨ªtico.
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