Arturo Soria y sus ideas
Diversos actos que se han celebrado o se est¨¢n celebrando este a?o en Madrid, nos recuerdan el nacimiento, hace cien a?os, de la idea de la ciudad lineal, una de las muchas ocurrencias de un singular y contradictorio personaje madrile?o, Arturo Soria, que vivi¨® de 1844 a 1920.Entre sus aspiraciones m¨¢s altas, Arturo Soria y Mata ten¨ªa la de ser reconocido como un verdadero fil¨®sofo de base matem¨¢tica, y dedic¨® la mayor parte de su esfuerzo intelectual a la curiosa empresa de conciliar pitagorismo con evolucionismo. De los pitag¨®ricos hab¨ªa asumido la fe en la existencia de la armon¨ªa universal regida por los n¨²meros. De Darwin hab¨ªa tomado fundamentalmente la idea del progreso indefinido de perfeccionamiento progresivo de las especies, con aumento de su complejidad.
Su intenci¨®n fue demostrar que el transformismo biol¨®gico estaba esencialmente basado en transformaciones formales de base matem¨¢tica, porque en la geometr¨ªa tambi¨¦n exist¨ªa la evoluci¨®n y era posible deducir formas poli¨¦dricas sucesivamente m¨¢s complejas y perfectas, a partir de otras anteriores m¨¢s simples.
Esas formas poli¨¦dricas, materializaci¨®n de los n¨²meros pitag¨®ricos, eran "las dovelas empleadas en la arquitectura del universo", estaban en la base de la configuraci¨®n de todos los fen¨®menos que nos rodean y a Darwin se le hab¨ªa escapado precisamente eso: que el origen y evoluci¨®n de las especies ten¨ªa su fundamento en el origen y transformaci¨®n de las formas. A este intento de demostraci¨®n dedic¨® Soria tres de sus m¨¢s curiosos libros, uno de los cu¨¢les lleva el sugestivo t¨ªtulo de Origen poli¨¦drico de las especies.
Pero las exigencias materiales de la vida impidieron a Arturo Soria dedicarse de lleno a la investigaci¨®n de las transformaciones poli¨¦dricas que hab¨ªa emprendido a partir de la sagrada d¨¦cada (pentatetraedro) de los pitag¨®ricos y a extender el n¨²mero de los sorprendentes poliedros nuevos que lleg¨® a descubrir. Privado de ayuda econ¨®mica, tuvo que dedicarse a otra actividad que, al final de su vida, seg¨²n propia confesi¨®n escrita, le parec¨ªa que no val¨ªa "dos pesetas en calderilla".
La idea del transporte
Sin embargo, esa otra actividad es la que le ha hecho pasar a la posteridad, trascender el marco nacional y ocupar un destacado puesto en la historia del urbanismo. Porque Arturo Soria, que hab¨ªa intentado de joven ser ingeniero de caminos, hab¨ªa tenido muy pronto la visi¨®n de la importancia que, para el desarrollo urbano y para lo que hoy se llama ordenaci¨®n del territorio, iba a tener el papel preponderante de las l¨ªneas de transporte.
Y si, por una parte, esa visi¨®n le llev¨® a dirigir una compa?¨ªa privada de tranv¨ªas en Madrid y a idear un ferrocarril subterr¨¢neo con gran anticipaci¨®n a la construcci¨®n del metro, por otra parte estimul¨® su fecunda imaginaci¨®n para idear todo un nuevo modelo de "arquitectura racional de las ciudades" como ¨¦l dec¨ªa, o de planeamiento urbano y territorial como dir¨ªamos hoy, que ha quedado justamente incorporado al repertorio de soluciones pioneras que la cultura urban¨ªstica ha venido elaborando como respuesta a las transformaciones introducidas en la vida humana por la revoluci¨®n industrial. Un nuevo modelo que ha tenido hondas repercusiones en mucho planeamiento posterior.
Linealidad
Como es sabido, gracias a la ya abundante literatura producida alrededor de la invenci¨®n urban¨ªstica de Arturo Soria, su esencia estriba en aceptar como principio organizador fundamental del desarrollo urbano la linealidad de las infraestructuras de transporte y de canalizaci¨®n de servicios urbanos, tomando esa l¨ªnea como eje del desarrollo y convirti¨¦ndola en centro longitudinal de una ciudad que se dispone a ambos lados, en bandas paralelas.
En la formulaci¨®n te¨®rica, esa cinta urbana podr¨ªa tener la longitud que fuese preciso, y seg¨²n su autor podr¨ªa llegar, por ejemplo, "de C¨¢diz a San Petersburgo". Ello requerir¨ªa, para un adecuado funcionamiento, la disponibilidad de varios sistemas de locomoci¨®n discurriendo por el eje, a diversas velocidades. Tambi¨¦n en esa f¨®rmulaci¨®n te¨®rica general aparece la idea de una planificaci¨®n regional, basada en una triangulaci¨®n del territorio por ciudades lineales tendidas entre las ciudades punto heredadas del pasado. La idea pues, no carec¨ªa de ambici¨®n y de generalidad como para constituir un verdadero modelo urbano alternativo a la ciudad tradicional. Ello explica sus posteriores repercusiones.
Ensayo en Madrid
Pero Soria no se detuvo en esa enunciaci¨®n te¨®rica, sino que abord¨® la realizaci¨®n de lo que podr¨ªamos llamar un ensayo en modelo reducido, iniciando la construcci¨®n de una cinta urbana que iba a ir enlazando los pueblos de la periferia madrile?a constituyendo una envolvente de la capital, a varios kil¨®metros de los confines del peque?o Madrid de fines de siglo. De esta realizaci¨®n quedan hoy los restos maltrechos y deformados, engullidos en el continuo urbano actual, de un primer fragmento de unos cinco kil¨®metros de largo.
Aunque se ha reparado poco en ello, esta disposici¨®n envolvente era en realidad contradictoria con la enunciaci¨®n te¨®rica general e, incluso, con la primera forma de aplicaci¨®n a Madrid, que el propio Soria hab¨ªa propuesto como iniciaci¨®n de varias ciudades lineales partiendo radialmente de la capital y, aunque nunca se ha explicado el cambio, es f¨¢cilmente presumible que fueron razones econ¨®micas las que indujeron a abandonar una forma urbanizadora que, a medida que se hubiese ido alejando de Madrid, habr¨ªa ido perdiendo posibilidades comerciales frente al esquema anular que ofrec¨ªa equidistancia.
El progreso indefinido
La creaci¨®n de la Compa?¨ªa Madrile?a de Urbanizaci¨®n para llevar a cabo la tarea convirti¨® a Soria en un empresario inmobiliario de cuya actividad ha quedado transparente y copiosa documentaci¨®n en la revista por ¨¦l fundada en 1896, la primera revista en la historia del urbanismo. En sus p¨¢ginas est¨¢ reflejado minuciosamente el proceso de construcci¨®n de la Ciudad Lineal de Madrid, al mismo tiempo que la cr¨®nica de algunas miserias humanas que la acompa?aron.
En esas p¨¢ginas han visto unos la grandeza de la materializaci¨®n de una nueva forma de planeamiento urbano realizado con amplio apoyo popular. Otros se basan en ellas para deducir una imagen poco favorable de Soria, f¨¢cilmente relacionable con su nada atractivo ideario pol¨ªtico, del que dej¨® clara constancia en el libro titulado El progreso indefinido.
Realmente el progresismo de Arturo Soria ten¨ªa unas ra¨ªces inmediatamente identificables en el peor liberalismo decimon¨®nico, potenciado por la aplicaci¨®n a la sociedad de las leyes biol¨®gicas de la selecci¨®n natural. La directa relaci¨®n del pensamiento de Soria con el de Spencer aparece bien patente, tanto en su concepci¨®n social, como en la utilizaci¨®n que nuestro urbanista hizo de la analog¨ªa org¨¢nica para explicar su modelo urbano. As¨ª pues, junto a la luminosidad de la base fundamental de su invenci¨®n urban¨ªstica, hay que reconocer en Arturo Soria la oscuridad de un pensamiento social que no es lo m¨¢s oportuno airear en la celebraci¨®n del nacimiento de aquella.
Desde luego, hay el deber de conocer esa oscuridad, y tenerla en cuenta ante ciertos ditirambos incondicionales, pero ello no justificar¨ªa una labor demoledora indiscriminada que algunos parecen desear.
Como escrib¨ª en otro sitio hace ya varios a?os, aunque reconozcamos que no se puede mitificar globalmente a una personalidad (muchas de cuyas ideas merecen el olvido en que se encuentran) no debemos cansarnos de proclamar la validez, riqueza y trascendencia, de esa gran idea urban¨ªstica nacida hace ahora cien a?os en la mente de Arturo Soria.
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