El aborto
Uno de los problemas nacionales que el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez va a considerar enseguida es el del aborto. El aborto, aun cuando sea sanitario, conveniente, social, humano o cl¨ªnicamente recomendable, tiene y tendr¨¢ siempre en contra a toda la Espa?a tradicional.?Por qu¨¦? Yo dir¨ªa que no tanto por el aborto en s¨ª como por el curioso fen¨®meno de que la derecha / derecha (digamos), insegura ya de casi todo ("crep¨²sculo de las ideolog¨ªas" y otros fernandezmorismos), se siente segura contra el aborto, que es asunto de sangre, de muerte, de interrupci¨®n de una vida en formaci¨®n, de violencia, siquiera sea una violencia. exquisita (para obreras bilba¨ªnas, no tanto).
Es costumbre entre pol¨ªticos y escritores progres levantar la f¨¢cil paradoja de que la derecha / derecha, tan respetuosa con la vida del que a¨²n no vive, reclame en cambio la pena de muerte como ley y norma, sin ning¨²n respeto para la vida del que vive. Yo creo que no hay tal paradoja, sino que el caso es el mismo. La sociedad espa?ola m¨¢s conservadora, a medida que ha ido qued¨¢ndose sin ideas (Donoso, V¨¢zquez de Mella, Maeztu: todos ellos alquilones en cualquier Rastro ideol¨®gico, para usar el frac en las bodas), se sujeta m¨¢s a las creencias: y las creencias son viscerales, son corazonales (a veces corazonadas), son sangre. En habiendo sangre de por medio, la derecha/ derecha ya sabe a qu¨¦ atenerse. Sangre penal contra la sangre del aborto y contra la sangre del reo.
Aqu¨ª se legisla con las ideas o se legisla con la sangre. Cuando las ideas van raleando (un Balmes, please) se legisla con sangre. Fraga lo dijo en el discurso de investidura:
-Mejor tener en las manos sangre que el agua de Pilatos.
Frase un poco machihembrada, pero a nivel de la cultura televisiva, que, puesta en trance (en figura de concursante) de citar un dramaturgo espa?ol del siglo, tras el nombre orientador de Benavente, no encuentra ninguno. Claro est¨¢ que Benavente plante¨® en sus comedias pseudoincestos agrarios, pero nunca abortos.
En el tema del aborto yo tampoco entro ni salgo, que no son labores de mi sexo, pero subrayo c¨®mo ciertas gentes s¨®lo entienden en temas de sangre y s¨®lo eso les apasiona, patriotiza y sube la sangre propiamente dicha a la cabeza. La contraposici¨®n aborto / pena de muerte, o contradicci¨®n de la derecha, tan usada por la izquierda, ya digo que no es tal, pues para las madamas que iban tempraneras a la Plaza de la Cebada, a mirar garrote vil, hace un siglo, todo se resuelve y expresa en sangre: el crimen y el castigo, la "sangre de mi sangre", los "delitos de sangre", las bodas de sangre, la voz de la sangre y hasta las morcillas de sangre.
Nuria Pompeia me hace saber, por persona interpuesta, que Shulamith Firestone no es tan de derechas, ni mucho menos, como yo deduzco en reciente columna. Francisco Rico me cuenta -le¨ªdo en una alumna suya- que, cuando Ana Bolena iba a ser ejecutada, no se decid¨ªa, naturalmente, a poner la cabeza sobre el tajo, pero en aquel momento rodaba, leve, sobre el maderamen, un pa?uelo llevado por el viento, que distrajo la atenci¨®n de la Bolena y le hizo, involuntariamente, estirar el cuello, momento que aprovecha el verdugo para su dulce tajo. La Historia est¨¢ hecha de estas historias.
La Firestone conf¨ªa en la inseminaci¨®n artificial para liberar a la mujer, y la espa?ola / espa?ola, con su tipo de manola, rechaza estos artificios y aquellos abortos.
Cierta Espa?a es "el tribunal de la sangre". Todo lo expresa en sangre, a favor o en contra: el honor, el valor, el aborto, el castigo, el perd¨®n, la honra y los toros. Hay una Espa?a sin ideas que s¨®lo se pronuncia cuando llega la sangre al r¨ªo. O as¨ª les parece a ellos.
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