La dif¨ªcil iguadad ling¨¹¨ªstica en Catalu?a
Quiero contestar las cartas de los lectores de EL PAIS que me preguntan cuestiones concretas en r¨¦plica al art¨ªculo Hacia la igualdad, publicado en este peri¨®dico el 21 de noviembre.Un ciudadano me hizo siete preguntas, que paso a contestar inmediatamente.
1. No, yo no dije las insensateces que ¨¦l me atribuye. Eso es lo que "me hicieron decir", manipulando tranquilamente lo que de veras dije en una mesa redonda publicada en El Viejo Topo, n? 50, de diciembre de 1980. Recomiendo la lectura completa de esa mesa redonda, o bien de la parte que contiene el fragmento en cuesti¨®n, que hemos reproducido en el op¨²sculo Por la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de Catalu?a, que el Departamento de Cultura de la Generalitat distribuye gratuitamente. En algunas escuelas e institutos de bachillerato se ha utilizado con los alumnos para trabajos de socioling¨¹¨ªstica, sin que jam¨¢s se haya producido el m¨¢s m¨ªnimo conflicto, ni con los estudiantes, ni con sus maestros, ni con sus padres.
2. No hemos hecho sondeos para saber si los castellanohablantes desean aprender el catal¨¢n, porque ya antes de la recuperaci¨®n de la Generalitat se hab¨ªan hecho, con resultados altamente favorables (del orden de hasta el 90% en algunas encuestas). Pero tengo datos que equivalen a un sondeo y que demuestran que el deseo se mantiene.
Son ¨¦stos:
a) La buena acogida de los cursos para adultos -de car¨¢cter voluntario- que el Departamento de Cultura organiza en colaboraci¨®n con los Ayuntamientos (en Badalona, por ejemplo, el curso pasado se organizaron 47 grupos y este a?o nos acercamos a los cien).
Peticiones para incrementar la presencia del catal¨¢n
b) Los documentos que espont¨¢neamente me hicieron llegar el a?o pasado en ocasi¨®n de un manifiesto contra la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica de la Generalitat: en la misma Badalona me entregaron un contundente manifiesto en favor de la lengua catalana, con un millar de firmas recogidas en muy pocos d¨ªas, entre las que figuraban una representaci¨®n pr¨¢cticamente exhaustiva de las entidades c¨ªvicas y culturales, y con un elevad¨ªsimo porcentaje de firmantes de origen no catal¨¢n.
c) La masiva adhesi¨®n a la campa?a por la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de Catalu?a, por acuerdo de plenos de Ayuntamientos que representan al 98% de la poblaci¨®n total de Catalu?a (no falta ni uno de los de m¨¢s de cinco mil habitantes).
d) Las constantes peticiones de aumento de la presencia del catal¨¢n en las escuelas, que recibo de los Ayuntamientos, de las asociaciones de padres de alumnos, de los claustros de los centros docentes y de ciudadanos de todos los niveles de nuestra sociedad.
3. Mantendremos los actuales baremos de acceso a la docencia en Catalu?a -de los cuales nadie puede decir que son anticonstitucionales si no obtiene previamente una sentencia del Tribunal Constitucional en este sentido-, mientras tengamos un d¨¦ficit de maestros con conocimientos del catal¨¢n que nos impida dar cumplimiento al Estatuto de Catalu?a y satisfacci¨®n a la demanda ciudadana en este campo.
4. Me empe?o en decir que no es discriminaci¨®n exigir a los maestros que aprendan catal¨¢n, porque realmente no lo es. No hace muchos a?os, al introducirse la ensef¨ªanza de lenguas extranjeras en EGB, se les exigi¨® que aprendieran ingl¨¦s o franc¨¦s, y nadie lo consider¨® discriminatorio.
Por el contrario, s¨ª que resulta discriminatorio para los ni?os de Catalu?a -y de ah¨ª las justificadas quejas de los padres- tenerles privados del necesario conocimiento del catal¨¢n porque algunos de sus maestros no quieren aprenderlo (y conste que son s¨®lo algunos: afortunadamente, son muchos los maestros que comprenden la importancia de su misi¨®n en el actual momento hist¨®rico de Catalu?a y se esfuerzan en aprender r¨¢pidamente la lengua del territorio).
No hay huida masiva de maestros
5. No creo que la gran oleada de maestros nuevos que ingresan en estos a?os en Catalu?a sea debida a la huida masiva de otros que se encuentran a disgusto en el pa¨ªs (de hecho, los traslados fuera de Catalu?a han descendido ¨²ltimamente), sino a la necesidad de compensar el gran desequilibrio que, en perjuicio de Catalu?a, exist¨ªa en la dotaci¨®n de plazas de centros p¨²blicos de ense?anza.
6. La Generalitat seguir¨¢ exigiendo que los maestros que deben ense?ar el catal¨¢n en Catalu?a sepan catal¨¢n. Actualmente acepta provisionalmente que ingresen sin conocerlo, d¨¢ndoles un plazo de dos a?os para su aprendizaje. Esta provisionalidad desaparecer¨¢ en cuanto sea posible que todos los aspirantes a plaza en Catalu?a hayan aprendido el catal¨¢n (en Catalu?a o en cualquier Escuela de Formaci¨®n de Profesorado de Espa?a) antes de presentarse a la oposici¨®n.
7. Me temo que cuando sea un hecho la igualdad de que yo hablo yo est¨¦ fuera ya, no s¨®lo del Gobierno de la Generalitat, sino del mundo de los vivos. Hasta que la igualdad se consiga, ser¨¢ necesario favorecer las manifestaciones culturales en lengua catalana. Yo espero, sin embargo, que esta tarea no ser¨¢ realizada solamente por la Generalitat, sino, en parte, tambi¨¦n por la Administraci¨®n central: el, 25% del presupuesto de Cultura que no es transferido a las comunidades aut¨®nomas y que el Gobierno de Madrid se reserva para la comunicaci¨®n cultural interterritorial puede ayudar mucho a una visi¨®n solidaria de la realidad pluricultural espa?ola.
En cuanto a la carta del profesor de bachillerato que se queja del trauma que supone para alumnos de lengua castellana la introducci¨®n de una o varias materias impartidas en catal¨¢n, reconozco la dificultad que ello representa para esos alumnos, que exige un tacto y una dedicaci¨®n extraordinarios por parte del profesorado y del departamento de Ense?anza de la Generalitat, que me consta que lo tiene muy en cuenta.
Este es el precio que pagamos colectivamente -los profesores, aprendiendo el catal¨¢n; los profesionales de todo tipo, aprendiendo a servirse de ¨¦l en el ejercicio de su profesi¨®n, etc¨¦tera- por la situaci¨®n culturalmente aberrante que hemos tenido durante tantos a?os.
Pero el esfuerzo de estos chicos no durar¨¢ mucho (como profesora de franc¨¦s he conseguido en pocos meses que mis alumnos de bachillerato estudiaran en franc¨¦s la literatura francesa, e hiciesen en esa lengua sus ex¨¢menes y trabajos de clase, y los estudiantes de bachillerato de Catalu?a tienen m¨¢s conocimiento pasivo del catal¨¢n que el que ten¨ªan de franc¨¦s mis primeros alumnos) y tendr¨¢ su compensaci¨®n en la fluidez que habr¨¢n alcanzado en el manejo de la lengua cuando lleguen a la Universidad o empiecen a ejercer un trabajo profesional.
En cuanto al lector que considera que "Aina Moll es, tr¨¢gicamente, el vivo recuerdo de los hombres pol¨ªticos del r¨¦gimen anterior", he de decir que esta afirmaci¨®n s¨®lo puede ser debida al hecho de que tiene una visi¨®n muy deformada de m¨ª y de mi actuaci¨®n, o bien una visi¨®n todav¨ªa m¨¢s deformada de la opresi¨®n cultural que la actuaci¨®n de esos hombres ejerci¨® sobre los pueblos de Espa?a de lengua y cultura no castellanas.
Respeto profundo por la lengua castellana
Mis alumnos saben bien que siempre he sentido un profundo respeto por la lengua castellana y por sus hablantes, que no tienen culpa alguna del papel representado en la historia contempor¨¢nea de Espa?a. No tengo inconveniente, sino mucho gusto, en proclamar ahora nuevamente ese respeto, as¨ª como mi firme prop¨®sito -que es el del Gobierno de la Generalitat y el de todas las fuerzas pol¨ªticas que han conseguido representaci¨®n popular en Cataluf¨ªa- de que el aprendizaje del catal¨¢n no sea para nadie motivo de desarraigo de su cultura de origen, sino elemento enriquecedor de la personalidad de todos.
Y, desde luego, puedo asegurar que esta ley, redactada con el acuerdo de todas las fuerzas pol¨ªticas con representaci¨®n parlamentaria, ser¨¢ aplicada con tacto y flexibilidad para suavizar al m¨¢ximo las dificultades que a nivel individual y colectivo tendremos que asumir. Contamos para ello con la buena voluntad d¨¦ los catalanes (los de origen y los venidos de fuera) y esperamos que no nos faltar¨¢ la solidaridad de los otros pueblos de Espa?a.
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