La austeridad preside el nuevo programa econ¨®mico mexicano
Austeridad es, desde hace dos semanas, el santo y se?a de la nueva Administraci¨®n mexicana. A su conjuro, Miguel de la Madrid ha elaborado un programa econ¨®mico casi de manual, al que los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) no podr¨¢n oponer serios reparos. Su ministro de Presupuesto, Carlos Salinas, se ha visto en dificultades para explicar a los diputados de izquierda que el Gobierno no renuncia a sus objetivos sociales ni se convierte al neoliberalismo.
El nuevo presidente ha anunciado a los mexicanos que su plan econ¨®mico ser¨¢ doloroso como una intervenci¨®n quir¨²rgica, para a?adir que no hay otra alternativa. Los expertos admiten que puede tener raz¨®n, pero no ocultan su temor a estallidos sociales, ya que la mayor¨ªa s¨®lo podr¨¢ hacer frente a las subidas generalizadas de precios reduciendo a¨²n m¨¢s su ya escasa dieta.
El delirio de L¨®pez Portillo de administrar la abundancia termin¨® en miseria colectiva y un endeudamiento sin precedentes. Miguel de la Madrid ha garantizado que M¨¦xico pagar¨¢ sus deudas, y para ello se dispone a aplicar al pie de la letra las exigencias que el FMI suele presentar a las naciones que han vivido por encima de sus posibilidades hasta endeudarse al l¨ªmite de la insolvencia.
Nuevos impuestos y precios realistas para reducir el d¨¦ficit p¨²blico, moderaci¨®n salarial y realismo cambiario son las recetas que el nuevo presidente ha calcado del libro del FMI.
La apuesta m¨¢s arriesgada, por su incidencia social, ser¨¢ la reducci¨®n del d¨¦ficit fiscal. El ministro de Presupuesto ha reconocido que ninguna naci¨®n se hab¨ªa visto hasta ahora forzada a reducir su endeudamiento p¨²blico desde un 16,5% del producto interior bruto (PIB) a un 8,5%. Admite que ser¨¢ terrible, pero dice que no hay soluci¨®n de recambio.
700.000 nuevos empleos
Parad¨®jicamente, Carlos Salinas anuncia que este a?o pr¨®ximo se crear¨¢n 700.000 nuevos empleos. Si ello va a lograrse s¨®lo con m¨¢s impuestos y subidas de precios en el sector estatal, el coste puede ser insorportable.Los nuevos impuestos van a gravar fundamentalmente el consumo, y no s¨®lo el de los sectores m¨¢s ricos. Estos, es cierto que deber¨¢n pagar hasta un 20% de IVA en art¨ªculos suntuarios, pero tambi¨¦n las clases populares se resentir¨¢n con la subida del 15% en el IVA de algunos productos de primera necesidad.
Cuando el Estado advierte que va a cobrar un precio real por sus servicios (transportes, agua, luz, tel¨¦fonos, combustibles), no hace sino anunciar una reducci¨®n en los niveles de vida de los sectores sociales que viven de un salario o que, incluso, carecen de ¨¦l. En este caso, el peso de la crisis recae sobre las clases medias.
Como ¨²nica arma de convencimiento, el Gobierno trata de poner ¨¦nfasis en su propia austeridad. Por primera vez, los mexicanos conocen los sueldos de sus m¨¢s altos funcionarios. El presidente percibir¨¢ un mill¨®n de pesos al mes, que se reducen a 480.000 despu¨¦s de deducir los impuestos. El sueldo real de un ministro queda en 256.000 pesos; el de un subsecretario, en 147.000, y el de un director general, en 76.000.
Otro decreto acaba de delimitar, por otra parte, el uso de los signos externos del poder. Ya no habr¨¢ aviones oficiales para viajes de placer, y los desplazamientos se har¨¢n, preferentemente, en vuelos regulares. Los ministros s¨®lo podr¨¢n usar dos coches oficiales y uno los altos funcionarios, cuando en el Gobierno anterior hubo quien lleg¨® a disponer de 44.
S¨®lo la defensa nacional queda exceptuada de la prohibici¨®n rigurosa de aumentar el cuerpo de funcionarios, al que ya pertenecen 1,5 millones de mexicanos.
La austeridad presupuestaria se llevar¨¢ consigo algunos cap¨ªtulos sociales, tales como los subsidios a los alimentos, que hicieron posible la subsistencia de millones de mexicanos que ni siquiera alcanzan el salario m¨ªnimo de 11.000 pesos mensuales.
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