Los rom¨¢nticos
El Romanticismo no tiene vuelta de hoja ni siquiera hoja del ¨¢rbol ca¨ªdo. Iba yo en el avi¨®n de Barcelona (tras unos p¨¢rrafos con Vizca¨ªno Casas, que tambi¨¦n vive en el puente a¨¦reo), leyendo el tomo del Romanticismo de la Historia Literaria, que dirige Francisco Rico (y que ya he citado), cuando encuentro que tanto hablar de regeneracionismo, por lo que se refiere al Romanticismo espa?ol, no hace sino acercarnos lo cercano: estos chicos del PSOE, con melena y barbas, han metido a Espa?a en un regeneracionismo rom¨¢ntico y hasta un poco nacionalista.Aranguren, en el brillant¨ªsimo ensayo que de ¨¦l recoge el libro, nos recuerda la definici¨®n de V¨ªctor Hugo: "El Romanticismo es el liberalismo en literatura". Conoc¨ªa la frase, pero no pude record¨¢rsela la otra tarde, en Nicolasa, a Antonio Garrigues, que estaba all¨ª almorzando, y que parece ha encontrado nuevos corredores de fondo para su liberalismo mayormente monetarista y, en todo caso, nada esproncediano. Espronceda y Larra alcanzan a entender cr¨ªticamente la desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal, en lo que tiene de falsamente liberal, laica, rom¨¢ntica. Jeannine Mestre me dice que ya est¨¢ ensayando el Don Alvaro, del Duque de Rivas (la derecha espa?ola del romanticismo, con Zorrilla), en versi¨®n, sin duda primorosa, de Paco Nieva.
Aunque el Romanticismo fue moderado en Catalu?a, qui¨¦n como esta catalana de plurales nacionalidades para corporalizar lo incorp¨®reo, que supera al propio Rivas: lo rom¨¢ntico.
Hasta el toque moro, el regusto ¨¢rabe, el exotismo como de un Pierre Lotti espa?ol y que escribiera mejor, lo tienen los psocialistas espa?oles. (En peri¨®dicos europeos he presentado a Felipe Gonz¨¢lez como el "moro amigo" como la pen¨²ltima invasi¨®n de cultura, ¨¦tica y hedonismo que nos llega por el Hondo Sur. ?Qu¨¦ es el psocialismo sino un neorromanticismo por arriba y un regeneracionismo por abajo? Tierno ha hablado bastante, desde el Goethe municipal que ¨¦l es (Goethe dijo lo de la injusticia y el desorden, m¨¢xima consigna antirrom¨¢ntica), de "esos muchachos del PSOE, con sus melenitas y sus barbas". Tierno puede ser el Romanticismo fr¨ªo y literario de Werther, mientras que Ciriaco de Vicente y Calvi?o son el Romanticismo caliente de Espronce/Larra. Unos y otros nos hacen falta y nos vienen bien, que Osorio quiere ser alcalde de Madrid (le vi la otra tarde, de lejos, en una boda en Puerta de Hierro, adonde llegu¨¦ con un mapa equivocado y un neum¨¢tico reventado). Pero el Balmes de paisano que es Osorio (moral postridentina) lo tiene muy crudo frente a Lionel Hampton, Chanquete/Ferrandis, los bandos en castellano ilustrado y toda la movida municipal del joven/viejo profe. Dec¨ªa que el Romanticismo no tiene vuelta de hoja, porque ha habido uno en cada siglo (como ha habido un clasicismo o neo), y ahora le toca. Don Juan Carlos I es un Rey rom¨¢ntico de velero bergant¨ªn, que detiene asonadas a altas horas, como aqu¨ª el se?orito es un periodista rom¨¢ntico que cree que hay que sacar el peri¨®dico al alba de sangre, cuando los tanques andan por la calle como taxis. Toda la transici¨®n es puro romanticismo represado cuarenta a?os: las impaciencias justicia/libertad/imaginaci¨®n que volvieron a Europa gallardamente tras el C¨®digo Civil burgu¨¦s de Napole¨®n Buonaparte.
Vienen los ordenadores de uso personal, pero a ver por qu¨¦ no puede andar Espronceda con un ordenador en el chaleco de tis¨² de oro. Se ha dicho desde la derecha neocl¨¢sica que el 48% de la subida de los crudos es para el Gobierno, pero no se ha dicho en qu¨¦ se lo van a gastar, que los cuarenta?istas se lo gastaban todo en Cuelgamuros. A lo mejor estos hasta hacen escuelas. Donde, por supuesto, se recitar¨¢ a Espronceda.
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