Una tendencia total de Marruecos
Quinientos kil¨®metros largos por una penosa carretera separan Ceuta de Melilla. S¨®lo un barco a la semana costea entre las dos ciudades en un viaje de casi un d¨ªa porque los cargueros de la Trasmediterr¨¢nea aprovechan para llevar agua y v¨ªveres a los soldados de las peque?as guarniciones de las ¨²ltimas posesiones coloniales espa?olas, el Pe?¨®n de V¨¦lez de la Gomera, las Alhucemas, y, m¨¢s a la derecha, a la vuelta del Cabo de Tres Forcas, en el que se guarece Melilla, las islas Chafarinas. En realidad, es un viaje que hace poca gente porque es preferible volver a la pen¨ªnsula e ir en avi¨®n desde M¨¢laga en los peque?os Fockers de Aviaco que aterrizan en un clima de emoci¨®n en la peque?a pista del aeropuerto, construida err¨®neamente en la direcci¨®n norte-sur y causa frecuente de su cierre cada vez que hay temporales de Poniente o de Levante.Adem¨¢s del tipo de turistas o visitantes, hay diferencias entre Ceuta y Melilla, empezando por el acento de sus habitantes, marcadamente m¨¢s andaluz entre los primeros, aunque tengan los mismos problemas (sanidad lamentable, vivienda, transporte, el comercio de bazar como pr¨¢cticamente ¨²nica fuente de riqueza y una elevad¨ªsima poblaci¨®n marroqu¨ª, 23.000 contra 40.000 espa?oles). Melilla es una plaza militar en decadencia. Ha perdido hace mucho tiempo su raz¨®n originaria al dejar de ser un objetivo estrat¨¦gico. Melilla tampoco tiene aguas jurisdiccionales, con lo que no tiene flota pesquera y tiene que abastecerse fuera hasta del pescado, porque ni eso produce.
Dos puertos frente a frente
La incertidumbre ante el futuro por la continua reivindicaci¨®n marroqu¨ª sobre el territorio es m¨¢s acusada que en Ceuta a causa de la lejan¨ªa. El temor no es tanto a una agresi¨®n marroqu¨ª. En este punto, duermen tranquilos porque tienen la certeza de que la defensa militar de Melilla, como la de Ceuta, est¨¢ garantizada (v¨¦ase EL PAIS del domingo). La incertidumbre viene de un hipot¨¦tico cierre de la frontera por Marruecos como una forma de presi¨®n. En ese caso, se hundir¨ªa autom¨¢ticamente toda la econom¨ªa melillense (porque el 90%, de los compradores son marroqu¨ªes que van y vienen casi a diario) y se crear¨ªan ciertos problemas de abastecimiento, que habr¨ªa que hacer desde la pen¨ªnsula. Hay un precedente. A principios; de la d¨¦cada anterior se cerr¨® la frontera a causa de un brote de c¨®lera durante alg¨²n tiempo y los resultados fueron catastr¨®ficos. En Melilla se teme al Impuesto sobre el Valor A?adido cuando Espa?a se integre en el Mercado Com¨²n. La apertura de la verja de Gibraltar afectar¨¢ al turismo de verano procedente de la Costa del Sol. En fin, la incertidumbre es grande.
Hace ahora tres a?os se inaugur¨® el puerto de: Nador -la ciudad est¨¢ a doce kil¨®metros-, en la misma bah¨ªa que en el puerto de Melilla. Un corto espig¨®n separa los dos puertos (en realidad ser¨ªa un superpuerto). Desde el aire o desde las zonas altas de la ciudad se ve perfectamente la simetr¨ªa de los dos muelles, uno marroqu¨ª y otro espa?ol. Fue un golpe certero a la econom¨ªa de Melilla porque, hasta su construcci¨®n, toda la mercanc¨ªa deMarruecos (los c¨ªtricos y el inineral, especialmente) se exportaba a trav¨¦s del puerto melillense -al no haber ninguno marroqu¨ª en el norte-, que perdi¨® de repente 200.0100 toneladas anuales. El cargadero del mineral, un largo y estrecho hangar elevado que se mete hacia la bocana del puerto, vac¨ªo abandonado, al pie de la ciudadela, es una simple reliquia.
Tambi¨¦n fue un golpe psicol¨®gico para la poblaci¨®n, que puso sus fechas hist¨®ricas al d¨ªa: Melilla es espa?ola desde dieciocho a?os antes de que Navarra se incorporara al Reino de Castilla, 162 a?os antes de que el Rosell¨®n fuera franc¨¦s y 279 a?os antes de que existieran los Estados Unidos de Am¨¦rica. Fue en 1497 cuando Pedro de Estopi?¨¢n (el parador nacional lleva su nombre) conquist¨® la ciudad para constituir un enclave militar ante el deseo de los Reyes Cat¨®licos (fue su primera conquista africana) de establecer una red de alertas para prevenir invasiones. Los melillenses se autoafirman casi a diario en su espa?olidad "porque nos est¨¢n reivindicando de una forma o de otra casi cada d¨ªa", dicen, y hasta en la parte pos terior de algunos de los sellos de correos se cita este poker de fechas.
Pese a todo, la econom¨ªa de Melilla es boyante. Su Ayuntamiento maneja un presupuesto de m¨¢s de 2.000 millones de pesetas, procedentes del impuesto de aforos (entre el 3% y el 10% del total de los 25.000 millones de pesetas en mercanc¨ªas importadas por los comerciantes de bazar fundamentalmente y de la divisas que dejan los barcos que repostan en el puerto) y as¨ª los melillenses no pagan los impuestos de basura, alcantarillado o el recibo del agua, de la que se autoabastece la ciudad.
Preponderancia de los militares
La preponderancia de los militares (hay un tercio de la Legi¨®n, el Gran Capit¨¢n, con unos 2.500 hombres, que celebran cada s¨¢bado el s¨¢bado legionario, que termina con un grito masivo de Viva la muerte, dos tabores de Regulares, Infanter¨ªa, Caballer¨ªa, Artiller¨ªa, Ingenieros, Sanidad, Automovilismo, etc¨¦tera) es m¨¢s notable que en Ceuta, aunque hay casi 2.000 hombres menos. Por ejemplo, hasta hace cinco a?os, una de las playas de Melilla (la situada junto al Regimiento de Caballer¨ªa y el Club Militar de H¨ªpica, donde tiene su residencia de verano el comandante general de la plaza y sus casas algunos jefes y oficiales) estaba cerrada al p¨²blico.
Caso curioso es el elegante Casino Militar, levantado en la plaza de Espa?a seg¨²n el estilo del arquitecto Enrique Nieto, disc¨ªpulo de Gaud¨ª, a quien los melillenses deben una bella arquitectura del centro de la ciudad cuando ¨¦sta se extendi¨® de la primitiva ciudadela, conocida como Melilla la vieja. El casino empez¨® a construirse en la ¨¦poca de la dictadura de Primo de Rivera (el ¨²nico jefe de Gobierno, junto con Adolfo Su¨¢rez, que visit¨® Melilla) y se termin¨® ya en los a?os de la Rep¨²blica. El escudo de ¨¦sta, en piedra grabada, corona el edificio. Desde entonces no se ha cambiado.
Permisividad hacia el contrabando
Como en Ceuta, el paisaje humano est¨¢ formado por comerciantes, militares y moros. En esto el funcionamiento de la ciudad es exactamente el mismo, con igual modelo econ¨®mico. Lo que ocurre es que con casi 20.000 habitantes menos que en Ceuta, en Melilla es m¨¢s notable la presencia de los militares. El centro de la ciudad se viste de color caqui cada tarde y muchos legionarios acuden a las casas de los barrios de Cabreriza Alta y Cabreriza Baja, donde viven amancebados con musulmanas.
La gran mayor¨ªa de los marroqu¨ªes viven en el barrio de la Ca?ada. de la Muerte (llamado oficialmente la C¨¢?ada de Hidum), lejos del centro, con la mayor¨ªa de las casas pintadas en azul claro, muchos en situaci¨®n de miseria, y, como en Ceuta, no plantean problemas porque pesa sobre ellos la constante amenaza de expulsi¨®n. Hay en esto una gran permisividad, como si fuese una forma de compensar el hecho de que son los marroqu¨ªes los que sostienen la econom¨ªa de Melilla. De hecho, es frecuente ver en la c¨¦ntrica playa de de San Lorenzo peque?as barcas y grupos de hombres cargando productos que se contrabandean despu¨¦s hacia Marruecos. La misma permisividad tienen los gendarmes marroqu¨ªes en los pasos fronterizos, permisividad sostenida con propinas o con parte del material, como es p¨²blico y notono en toda la ciudad. Si no, est¨¢ el monte Gurug¨², que hace de frontera natural con Marruecos. La vigilancia es muy poca.
El beneficio es mutuo. Melilla abastece a una zona de unos doscientos kil¨®metros a la redonda. En general, el ciclo vital de la ciudad es ¨¦ste: muy de ma?ana, entran a Melilla por los dos pasos fronterizos (muchos de ellos venden en la ciudad todo tipo de prouctos menticios, especialmente frutas, verduras y pescado; la carne, generalmente, es congelada y llega de la pen¨ªnsula), venden lo que traen, compran art¨ªculos de bazar, zapatos y mantas (no se conoce a¨²n la cama en esa zona de Marruecos y se utilizan mantas, con lo que a mayor n¨²mero de mantas mayor signo externo de riqueza), beben alcohol (prohibido en Marruecos) y abandonan la ciudad al caer la tarde.
Con una infraestructura sanitaria muy deficiente (s¨®lo hay un hospital de la Cruz Roja, generalmente lleno de moros que se acogen a la Beneficencia, con 135 camas y sin cirug¨ªa especializada; era un colegio en el a?o 1921, cuando se confisc¨® como hospital de campa?a durante la guerra de Africa), Melilla tiene en cambio el mayor ¨ªndice de m¨¦dicos del mundo. Hay cien, a los que te¨®ricamente corresponder¨ªa una poblaci¨®n de seiscientas personas. En cambio, es un negocio pr¨®spero. La explicaci¨®n de esta paradoja -el tema sanitario es el problema principal, junto con la escasez y carest¨ªa de las viviendas- est¨¢ en que Melilla es el ambulatorio (adem¨¢s de la despensa) de esa zona citada.
Tambi¨¦n, como en Ceuta, el melillense se ha acostumbrado a convivir con el marroqu¨ª, aunque "el moro siempre ser¨¢ el moro", dicen cuando se les pregunta, quiz¨¢ porque est¨¢n en el escal¨®n m¨¢s bajo del empleo, o subempleo. El problema se plantear¨ªa si alguna vez llegasen a estar en pie de igualdad. El futuro se ver¨ªa m¨¢s incierto, alejada Melilla como est¨¢ del resto de Espa?a, aferrados los melillenses a un concepto abstracto de espa?olidad de bandera y desfile militar, concepto identificado con la derecha, aunque el PSOE barri¨® en las elecciones del pasado 28 de octubre.
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