Francia recurre a medidas policiales contra el terrorismo independentista en Corcega
El Gobierno franc¨¦s ha nombrado comisario de la Rep¨²blica, dele, gado para el mando de toda la polic¨ªa de C¨®rcega, al super-flic y especialista de los golpes duros Robert Broussard. En el Consejo de Ministros de ayer, tambi¨¦n en el marco del plan antiterrorista a implantar en la isla de belleza, el Gobierno probibi¨® expresamente la existencia del Frente de Liberaci¨®n Nacional de C¨®rcega (FLNC) y reorganiz¨® los servicios policiales con el fin de "garantizar la tranquilidad p¨²blica, la seguridad en general y la seguridad de los bienes y de las personas".
Este arsenal de medidas, destinado a combatir al movimiento separatista FLNC, significa un giro de 180 grados respecto a la pol¨ªtica corsa que se hab¨ªa propuesto el Gobierno del presidente Fran?ois Mitterrand al inicio de su mandato en mayo de 1981Con el fin de "aplicar la ley republicana", seg¨²n el deseo expreso del presidente de la Rep¨²blica, el Consejo de Ministros respondi¨® ayer a la ¨²ltima ola de atentados y al cobro del impuesto revolucionario, obra del FLNC, con una serie de medidas polic¨ªales que la opini¨®n general valora como el punto final de la pol¨ªtica de comprensi¨®n del Gobierno Mitterrand hacia los separatistas clandestinos del FLNC.
Tras la sustituci¨®n, hace tres d¨ªas, de dos de los m¨¢ximos dirigentes de la polic¨ªa corsa, ayer fue nombrado jefe supremo y coordinador de todas las fuerzas del orden de la isla Robert Broussard, especialista en misio nes especiales y ex jefe del comando antidisturbios en tiempos del giscardismo. El contingente policial, de 1.500 n¨²meros en la actualidad (en C¨®rcega habitan 230.000 personas), ser¨¢ aumentado y se privilegiar¨¢ a los polic¨ªas voluntarios continentales.
Con la prohibici¨®n expresa del FLNC, que ya hab¨ªa sido disuelto durante el septenio anterior y con la reorganizaci¨®n de la polic¨ªa, las autoridades actuales entienden responder a la violencia de quienes "intentan romper la unidad nacional, m¨¢s de dos veces centenaria". El Gobierno se apoya, para decretar la disoluci¨®n del movimiento clandestino, en una ley de 1936 sobre los grupos de combate y las milicias privadas, dados la forma militar de la organizaci¨®n de este movimiento, las acciones de terrorismo que reivindica y los objetivos que persigue abiertamente, atentando con ello contra la integridad del territorio nacional'.
El Gobierno socialista, cuando accedi¨® al poder en mayo de 1981, se mostr¨® generoso con los militantes corsos, independentistas o autonomistas. Por aquel entonces, el Gobierno giscardiano manten¨ªa en la c¨¢rcel a 150 personas, que fueron liberadas por el mitterrandismo sin condici¨®n alguna. Al mismo tiempo, fueron dadas ¨®rdenes estrictas a la polic¨ªa respecto a la pacificaci¨®n y, desde entonces, no se ha producido ni el m¨¢s m¨ªnimo signo de represi¨®n.
Represi¨®n
El Gobierno giscardiano hab¨ªa seguido la pol¨ªtica contraria: en el plano pol¨ªtico, la represi¨®n campaba, y en el econ¨®mico, las subvenciones a la hora del reparto se traduc¨ªan muchas veces en subsidios para los caciques o clanes que han dirigido siempre la isla. Los socialistas practicaron la clemencia pol¨ªtica y dotaron a C¨¢rcega de un estatuto particular, con poderes econ¨®micos y culturales que la Rep¨²blica centralista nunca hab¨ªa concedido.Hoy la determinaci¨®n de los dirigentes socialistas indicar¨ªa que la respuesta policial es un hecho. La mayor¨ªa de la opini¨®n aplaude la firmeza gubernamental, pero los m¨¢s conocedores del problema anotan por anticipado los complejos resultados que puede dar la represi¨®n. Es cierto que C¨®rcega lleva m¨¢s de doscientos a?os atada al continente, tal como lo recordaba ayer el Consejo de Ministros. Pero no es menos cierto que tanto espacio de tiempo no fue capaz de apagar una especificidad que, desde hace un cuarto de siglo, se ha manifestado de manera m¨¢s o menos violenta. Y esto porque durante dos siglos C¨¢rcega fue esencialmente, como todas las regiones perif¨¦ricas galas, manantial de hombrespara las guerras, objeto de vejaciones econ¨®micas y de sectarismos sociales. Todo ello, con la ayuda del estatuto particular socialista, es encajado hoy por la gran mayor¨ªa de los corsos, "pero una franja de la juventud es seducida por el FLNC", anotaba ayer el enviado especial del diario independiente Le Monde.
Sobre el movimiento clandestino, nadie es capaz de formular su representatividad que, en todo caso, es superminoritaria. Pero una parte de los autonomistas, si la represi¨®n se abatiera sobre la isla, se solidarizar¨ªa probablemente con los independentistas. Actualmente, el movimiento auton¨®mico del doctor Simeom (Uni¨®n del Pueblo Corso) y otros dos grupos, ¨ªnfimos cuantitativamente, suman el 14% de la poblaci¨®n. Simeoni, ayer, refiri¨¦ndose a la situaci¨®n tensa que reina en la isla, declar¨® que su partido condenaba categ¨®ricamente la violencia y el impuesto revolucionario, y a?adi¨®: "El Gobierno no tiene pol¨ªtica para C¨¢rcega, al dudar entre la debilidad y la represi¨®n. Ha escogido la v¨ªa del rechazo, que hiere la tradici¨®n corsa de la solidaridad y que favorece la situaci¨®n reinante en la actualidad". Refiri¨¦ndose a dicha situaci¨®n, concluy¨®: "En lo sucesivo, la v¨ªa de la represi¨®n es inevitable". Al conocer las nuevas medidas, Simeoni expres¨® sus dudas y estim¨® que como jefe de la polic¨ªa "habr¨ªa que haber nombrado a un hombre con otra trayectoria". Nadie niega la buena voluntad del Gobierno actual, pero hoy, como en tiempos del giscardismo o del gaullismo, el desconocimiento de la psicolog¨ªa corsa en Par¨ªs no fue ni es ajeno a la evoluci¨®n del caso corso.
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