Los nuevos cardenales del Papa polaco
EL PAPA ha decidido nombrar a dieciocho nuevos cardenales, que ser¨¢n elevados a la condici¨®n de pr¨ªncipes de la Iglesia en un consistorio que se celebrar¨¢ en Roma el pr¨®ximo 2 de febrero. Para ocupar el rango de "colaboradores m¨¢s ¨ªntimos del Papa", como les ha bautizado el Santo Padre, Juan Pablo II ha llamado, por primera vez en la historia de la Iglesia, a un obispo ruso que reside en la Uni¨®n Sovi¨¦tica: el administrador apost¨®lico de Riga, en la Rep¨²blica b¨¢ltica de Letonia, Julijans Vaivods. Esta designaci¨®n, que llega en un mal momento de las relaciones entre Mosc¨² y el Vaticano, con la propaganda sovi¨¦tica calificando de antisocialista a Juan Pablo II y los medios de comunicaci¨®n de Occidente culpando al KGB de estar detr¨¢s del atentado contra el Papa en la plaza de San Pedro, es vista por muchos como un importante s¨ªmbolo. El nombramiento no puede pensarse que se haya producido sin una consulta previa con los dirigentes del Kremlin. El primer Papa polaco de la historia desea mantener el di¨¢logo con los dirigentes del Este, lo que explicar¨ªa tambi¨¦n la designaci¨®n del primado de Polonia, Jozef Glemp, un hombre caracterizado por una pol¨ªtica contemporizadora con las autoridades militares de Varsovia, como nuevo cardenal.Durante el concilio se hab¨ªa discutido mucho sobre la utilidad de la instituci¨®n cardenalicia, que no es, seg¨²n la tradici¨®n cat¨®lica, de origen divino. Se lleg¨® incluso a pensar en su abolici¨®n. Hasta entonces hab¨ªa tenido como finalidad casi exclusiva la de ser el colegio elector del Papa en el c¨®nclave.
Y s¨ª una vez eran considerados como los consultores m¨¢s cercanos al Papa -y por eso se explicaba que la mayor¨ªa fueran italianos y hasta de la curia romana-, despu¨¦s del concilio que destac¨® la colegialidad y desempolv¨® el s¨ªnodo de obispos se pens¨® que la funci¨®n de los cardenales pod¨ªa acabar. Y, en caso de desaparici¨®n, se hab¨ªa pensado que el Papa podr¨ªa ser elegido por un s¨ªnodo de obispos. Los m¨¢s audaces insinuaron que en dicha elecci¨®n pod¨ªan y deb¨ªan tomar parte simples representantes del pueblo de Dios.
Sin embargo, ni con Pablo VI, primero, y mucho menos con.Juan Pablo II, despu¨¦s, la instituci¨®n cardenalicia ha perdido su prestigio. Al contrario, el papa Wojtyla no s¨®lo ha querido mantener a los cardenales, sino que ha empezado a darles un papel nuevo y cada vez m¨¢s importante. Es el primer Papa que los ha convocado a Roma no para un c¨®nclave, sino para discutir con ellos problemas espinosos de la Iglesia, como las firianzas y la reforma de la curia romana. Y ha dicho ¨²ltimamente que quiere a¨²n darles en el futuro nuevas funciones. Y ha querido subrayar que este papel de los cardenales, a quienes ha llamado "los m¨¢s ¨ªntimos colaboradores del Papa", no est¨¢ en competencia ni en oposici¨®n al s¨ªnodo de obispos.
Si antes la mayor parte de los cardenales era siempre italiana y m¨¢s tarde el 90% era europeo, hoy esto ha cambiado profundamente. Actualmente, con los nuevos dieciocho cardenales, los europeos (71) superan s¨®lo en cuatro a los del resto del mundo (67). Yel nuevo consistorio, por primera vez, ha nombrado m¨¢s extranjeros (once) que europeos (siete).
Significativo es ya el n¨²mero de cardenales en Am¨¦rica Latina, que cuenta, sumando los nuevos cardenales de Colombia y Venezuela, con veintitr¨¦s. Hace a?os, entre africanos y asi¨¢ticos no superaban la media docena y hoy son ya veintis¨¦is. Queda a¨²n, eso s¨ª, una gran desproporci¨®n entre el grupo italiano y el resto de europeos. Los italianos son hoy 35. Pero no hay que olvidar que a?os atr¨¢s pose¨ªan siempre la mayor¨ªa absoluta en el c¨®nclave y que hoy son s¨®lo un tercio.
La curia pose¨ªa un n¨²mero enorme de cardenales; pr¨¢cticamente, todos los responsables de congregaciones y organismos importantes eran cardenales. Esta vez, el Papa pod¨ªa haber elegido por lo menos seis nuevos cardenales dentro de la curia y ha nombrado s¨®lo a dos. Y con este gesto la curia pierde poder y, de alg¨²n modo, hasta prestigio.
Todos los comentarios de la Prensa italiana han sido un¨¢nimemente favorables a la selecci¨®n de los nuevos cardenales de Wojtyla, que, adem¨¢s de reflejar aut¨¦nticamente la universalidad de la Iglesia, presentan novedades muy destacadas, empezando por el nombramiento del ruso Julijans Vaivods. Y no s¨®lo porque es la primera vez que se nombra cardenal a un obispo que vive en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, sino que, al parecer, se ha tratado del cardenal in pectore anunciado en el primer consistorio del papa Wojtyla en 1979. Si esto es as¨ª, quiere decir que entonces las autoridades del Kremlin no permitieron su nombramiento, y que hoy, al contrario, han dado su visto bueno, ya que nadie puede pensar que Juan Pablo II haya podido nombrar cardenal a un residente en la Uni¨®n Sovi¨¦tica sin el visto bueno de las autoridades de aquel pa¨ªs. Y esto es m¨¢s importante precisamente en el momento en que Juan Pablo II ha sido duramente atacado como antisocialista por la agencia Tass y se acusa a los servicios secretos sovi¨¦ticos de estar implicados en el atentado contra su persona.
Y, por lo que se refiere al an¨¢lisis teol¨®gico de los nombramientos, se podr¨ªa decir que el nuevo consistorio refleja las dos almas de Wojtyla. Si el colombiano L¨®pez Trujillo, presidente del CELAM, significa la teolog¨ªa conservadora de Am¨¦rica Latina y la contrateolog¨ªa de la liberaci¨®n, el nombramiento del te¨®logo jesuita Henri du Lubac, que fue desde 1940 hasta 1950 la oveja negra del Santo Oficio y durante el concilio el alma de la teolog¨ªa progresista francesa, es un claro espaldarazo a la teolog¨ªa del Vaticano II.
Y hay que destacar el nombramiento del arzobispo de Mil¨¢n, el jesuita Carlo Mar¨ªa Martini, ex rector del B¨ªblico, un biblista de fama internacional, con s¨®lo 56 a?os, una de las figuras m¨¢s preparadas cultural y teol¨®gicamente del episcopado mundial y del que ya se habla como el italiano m¨¢s papable en un futuro c¨®nclave. Sucede hoy con Martini lo que anta?o acaeci¨® con Montini: que precisamente de arzobispo de Mil¨¢n y apreciado en toda Europa dio al salto a la silla de san Pedro.
El hecho de que el papa Wojtyla haya querido hacer cardenales a dos jesuitas, y ambos en la l¨ªnea del progresismo conciliar, ha sido para muchos una sorpresa despu¨¦s de las voces que aseguraban que la Compa?¨ªa de Jes¨²s estaba cayendo en desgracia de este Papa polaco, precisamente por sus tendencias demasiado liberales en materia teol¨®gica y b¨ªblica.
Y, por ¨²ltimo, la exclusi¨®n como cardenal del potente arzobispo norteamericano Paul Marcinkus, presidente del IOR y pro presidente de la pontificia comisi¨®n para el Estado de la ciudad del Vaticano, ha revelado sin duda en Juan Pablo II una cierta sensibilidad hacia la opini¨®n p¨²blica y hacia el Gobierno italiano, y la humilde aceptaci¨®n de que su famoso banquero y fiel colaborador en todos sus viajes internacionales podr¨ªa, en hip¨®tesis, no ser inocente ante la ley judicial, que ha sospechado de sus haza?as financieras al frente del banco vaticano.
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