Almod¨®var y McNamara, elogio de la locura
Nuevo a?o, otro estilo, viejas caras. Era el concierto de un director de cine (Pedro Almod¨®var) y era uno de sus actores predilectos (Fabio de Miguel). Y eran tambi¨¦n Carlos Berlanga y, Nacho Canut (Dynarama), Ana y Toti (ex Pegamoides) y Bernardo Bonezzi (ex Zombies). Pero no s¨®lo ellos, porque en el Rock-Ola vino a reunirse tal enjambre de famosos y conocidos que a uno ya le sonaban todas las caras y pod¨ªa saludar a troche y moche a amigos y conocidos.
Todos los concurrentes estaban en la seguridad de que el saludado encontrar¨ªa de lo m¨¢s natural y l¨®gico ser reconocido por colegas del Olimpo o admiradores an¨®nimos. Vaya, que aquello no era un concierto, sino la fiesta de sociedad (moderna) que se necesitaba en este pa¨ªs.Porque si bien la m¨²sica fue pura broma, el espect¨¢culo romano y enloquecido del escenario (m¨¢s bien pasarela) ven¨ªa a consolidar, establecer y demostrar la pujanza de este Madrid perverso y gracioso que conduce a un ex funcionario (Almod¨®var) hasta las cumbres del esc¨¢ndalo, o a una loca confesa (Fabio), hasta la representaci¨®n m¨¢s acabada y cortesana del andr¨®gino que todos le vamos dentro. As¨ª, los espectadores deb¨ªan sentir la misma complicidad con el exceso morboso y pinturero que los amantes de Elisa Serna con el rojer¨ªo antifranquista y solidario, por mucho que no se practicara ninguno de los dos. Si hab¨ªan acudido es porque estaban de acuerdo con la bondad de lo presenciado antes de que ocurriera, en la agradable conciencia de que el chiste actual se convertir¨ªa en provocaci¨®n cuando fuera conocido a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n asistentes. Y el esc¨¢ndalo, el pasarse ampliamente, es importante. Sobre todo, si se hace con humor, como era el caso.
Actuaci¨®n con prisas
La actuaci¨®n, preparada con las prisas e improvisaci¨®n corrientes, combin¨® todos los estilos, entre los que no hab¨ªan de faltar el rock duro, una ranchera, pop, lo que fuera. Y Almod¨®var, junto a McNamara (Fabio), desafinaba sobre instrumentos desafinados, en una melopea de risas que ya hab¨ªa tenido su principio cuando, a trav¨¦s del v¨ªdeo del local, se ve¨ªa en circuito cerrado c¨®mo se vest¨ªan y maquillaban las estrellas. Almod¨®var, todos coincid¨ªan, iba vestido de ama de casa imposible, con su bata de guata barata y zarcillos en la orejas. Fabio se hab¨ªa pintado la cara de rosa y mostraba su torso desnudo, al que segu¨ªa una breve insinuaci¨®n de caderas. Como m¨²sica no hab¨ªa (si por m¨²sica se entienden sonidos ordenados), cada cual iba. esperando una nueva desfachatez, una pose, un exabrupto, una frase que justificara la carcajada. Y como esto ocurr¨ªa con cierta frecuencia, todos, incluso los protagonistas, quedaron tan felices y satisfechos. De todo ello podr¨ªan sacarse muchas moralejas, porque el espect¨¢culo era moralizante. Tal vez una fuera que en este pa¨ªs pueden verse los extremos sobre un escenario sin que tiemble la Cibeles. Y que este extremo concreto, que es del d¨ªa, tiene en la frivolidad su gloria y su banalidad. Lo loco es bello. Todo un manifiesto.
Menos relumbrantes
Antes y a lo largo de la semana hab¨ªamos tenido acontecimientos menos relumbrantes. Los Santos, un grupo de Bilbao, vinieron a tocar pop frente a una parca audiencia en el mismo local. Su m¨²sica no est¨¢ mal, pero tal vez lo g¨¦lido del ambiente hizo que pasara sin demasiada gloria. Lo suyo es eso, pop simp¨¢tico, tranquilo, gracioso a veces... Ni poco ni demasiado. Sencillamente normal.
La noche de Reyes sirvi¨® para que otro local, abierto recientemente y llamado nada menos que Factory, se trajera a un grupo ingl¨¦s conocido por Mobiles, y que resultaron ser unos clones de Siouxsie and The Banshees, pero de m¨²sica m¨¢s ligera y llevadera. De hecho no estaban mal, pero cada vez que se les miraba uno ve¨ªa en su cantante a la hermana peque?a de Siouxsie y en sus acompa?antes el mismo pelo rubio an¨¦mico de Severin, s¨®lo que en este caso con la absoluta seguridad del te?ido. Vaya, un grupo de segunda cuyas grabaciones no est¨¢n mal y que en directo provocan un cierto desasosiego. No est¨¢ mal que vengan; simplemente, hay cosas m¨¢s interesantes.
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