Se solicita un total de 54 a?os de c¨¢rcel para los cuatro implicados en el secuestro del futbolista Quini
A las ocho de la noche de ayer finaliz¨® el juicio oral contra los secuestradores del futbolista Enrique Castro Qini. El ministerio fiscal solicit¨® para los cuatro acusados una pena total de 54 a?os de prisi¨®n, mientras que la acusaci¨®n particular la elev¨® a veintitr¨¦s a?os para cada uno y una indemnizaci¨®n de 35 millones de pesetas. En el juicio oral declararon s¨®lo el futbolista y el ex responsable de relaciones p¨²blicas del club, Oscar Segura. La vista tuvo escaso Inter¨¦s judicial, aunque despert¨® una inusitada expectaci¨®n por la personalidad de Quini.
Mucho antes de las once de la ma?ana, hora se?alada para el inicio del juicio oral, doscientas personas se agolparon ante la puerta de la secci¨®n primera de lo penal de la Audiencia Provincial de Barcelona. Una abigarrada muchedumbre formada por periodistas, fot¨®grafos, forofos del Bar?a y funcionarios remolones, irrumpi¨® como en una estampida en la sala donde durante cerca de siete horas se vi¨® el juicio por el secuestro de Quini.A la caza del aut¨®grafo
A esa misma hora los curiosos iniciaron tambi¨¦n un sistem¨¢tico peregrinaje desde la sala hasta un banco olvidado en uno de los pasillos, donde permanec¨ªa sentado el f¨²tbolista, intentando pasar desapercibido. Fuera de la sala, mientras empezaban a declarar los procesados, hubo una verdadera caza de aut¨®grafos, que Enrique Castro Quini fue dibujando con paciencia.
Hubo tambi¨¦n durante toda la ma?ana s¨ªntomas claros y tangibles de lo que los especialistas han calificado como el s¨ªndrome de Estocolmo y que a menudo lleva a los secuestrados a acabar compenetr¨¢ndose y compadeciendo a sus aprehensores.
La declaraci¨®n de Quini fue seguida con gran espectaci¨®n. El futbolista asegur¨® que no reconoc¨ªa a sus secuestradores y destac¨® que no hab¨ªa sufrido malos tratos durante los veinticinco d¨ªas que permaneci¨® encerrado. Record¨® tambi¨¦n que el Barcelona hab¨ªa perdido la liga aquel a?o y que su familia hab¨ªa pasado horas de incertidumbre. Por ¨²ltimo, el jugador acab¨® asegurando que le era imposible cuantificar cu¨¢nto dinero hab¨ªa perdido a ra¨ªz de su secuestro, ya que el dinero depend¨ªa del resultado de cada encuentro. Esta ¨²ltima afirmaci¨®n fue utilizada posteriormente por el fiscal para retirar la petici¨®n de indemnizaci¨®n.
Durante la sesi¨®n de la ma?ana los abogados defensores, Emilio Zegr¨ª, Joan Castell¨®, Eugenia Olivar y Federico de Valenciano, llevaron tambi¨¦n hasta la sala los elementos necesarios para que los magistrados puedan aplicar a los procesados la atenuante de obcecaci¨®n, por encontrarse en paro. El letrado Emilio Zegr¨ª, profundiz¨® por la tarde en esta atenuante mientras recordaba los datos extraidos por una reciente encuesta realizada entre 888 m¨¦dicos que han tratado a los desempleados.
Frente a los argumentos de la defensa, el fiscal, Jos¨¦ Mar¨ªa Mena, trenz¨® una acusaci¨®n sumamente t¨¦cnica. Por su parte, el letrado Octavio P¨¦rez Vitoria, en nombre del Club de F¨²tbol Barcelona, record¨® insistentemente la gravedad del delito de secuestro -"desgraciadamente bautizado en nuestro ordenamiento como detenci¨®n ilegal"- y el alzance y la repercusi¨®n social de este tipo de hechos.
El letrado defensor, Federico de Valenciano, matiz¨® en su turno las afirmaciones de la acusaci¨®ri y acab¨® se?alando que "hay que distinguir entre secuestros y secuestros". Con esta frase el abogado Valenciano empez¨® a trazar una l¨ªnea fronteriza entre los secuestros de ETA en el Pa¨ªs Vasco y el perpetrado por quienes se sentaban en el banquillo de los acusados.
Entre los testigos de excepci¨®n, entre ese mundo abigarrado de divos y forofos, envuelto en papel judicial, se encontraba una mujer joven, con el cabello ondulado largo, abrazada a un peque?o bolso de mano y a un abrigo de piel negro: la mujer del secuestrador Eduardo Sendino Tejel. Desde un extremo de la sala sigui¨® en silencio las declaraciones de los procesados. Luego, al finalizar la sesi¨®n, la muchacha sali¨® en una fren¨¦tica y desesperada carrera por los pasillos del Palacio de Justicia, en b¨²squeda del f¨²tbolista Quini.
A las ocho de la noche, y despu¨¦s de un ligero incidente protagonizado por el abogado Federico de Valenciano y Tejerina al sufrir una lipotimia, los magistrados levantaron la sesi¨®n y dejaron el juicio visto para sentencia. Uno de los magistrados, mientras descend¨ªa del Palacio de Justicia, coment¨® "con veinte minutos hab¨ªa suficiente".
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