Re?ida votaci¨®n para elegir a la mujer que ingresa en la Real Academia
Una votaci¨®n re?ida, diecis¨¦is contra catorce votos, dio el sill¨®n 'a' min¨²scula de la Real Academia de la Lengua a la novelista c¨¢ntabro-gallega Elena Quiroga, en la sesi¨®n electoral de ayer por la tarde. Elena Quiroga se manten¨ªa en silencio desde 1974, y ahora ultima la novela con la que cerrar¨¢ la trilog¨ªa abierta con Tristura. La nueva acad¨¦mica est¨¢ conceptuada como una novelista intelectual y a veces experimentalista. Ella se considera culta -"despu¨¦s de Joyce y Faulkner nadie puede escribir como antes"-, y opina que la literatura viene de la literatura y que "los espont¨¢neos no valen ni en la literatura ni en los toros". Antes de la elecci¨®n, el novelista Juan Benet, el otro candidato, hab¨ªa comentado, con una elegancia que en ¨¦l es habitual, que si no sal¨ªa elegido no se iba a llevar un berrinche.
Los acad¨¦micos salieron el vest¨ªbulo donde la Prensa chupaba fr¨ªo alrededor de las ocho, m¨¢s excitados que en otras ocasiones. Por 16 votos contra 14 de Juan Benet hab¨ªa resultado elegida la candidata Elena Quiroga para ocupar el sill¨®n "a min¨²scula". Los mismos resultados de la votaci¨®n dec¨ªan a las claras que la Academia se hab¨ªa partido por la mitad aunque estas cosas se pasan enseguida. "Ma?ana", dec¨ªa el secretario perpetuo de la Real, "tendremos que votar otro tema, el del techo de cristal del sal¨®n principal que se va a caer cualquier d¨ªa si no lo cambiamos".La nube de periodistas callejeros toma el taxi de rigor hacia casa de la nueva acad¨¦mica en los altos de la Real Academia de la Historia, de la que su marido, Dalmiro de la V¨¢lgoma, es secretario. Est¨¢ en lo que fuera un convento de agustinos construido por Villanueva, que conserva arriba las b¨®vedas y los pasillos de ambiente g¨®tico, confortabilizados por las moquetas pero recordando todav¨ªa, y lo cuentan sus actuales ocupantes, la sombra de Men¨¦ndez Pelayo.
Y ah¨ª est¨¢ Elena Quiroga a las puertas de las visitas de rigor, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos el primero. Una novela gallega casi terminada: Grandes soledades, que cita a Otero Pedrallo en el t¨ªtulo. "Es verdad que l¨ªan bajado mis contactos con los lectores, aunque no con los universitarios. Ellos estudian mi obra, hay 16 tesis y cinco tesinas que yo sepa".
De su obra prefiere la novela Tristura, "una novela rara entre las m¨ªas, porque es objetiva". Se encuadra a s¨ª misma en la "generaci¨®n de posguerra, los que empez¨¢bamos a escribir en los a?os 50. Y creo que todos nos caracteriz¨¢bamos por la sensaci¨®n de incomunicaci¨®n, insolidaridad y soledad. M¨¢s exactamente: falta de libertad".
Entre las mujeres de su propio grupo generacional -con ocho o diez a?os de diferencia entre unas y otras- menciona a Ana Mar¨ªa Matute, a Carmen Mart¨ªn Gaipe. Se le recuerda otro nombre m¨¢s actualmente en silencio: Carmen Laforet y dice: "Ha sido una voz absolutamente valiosa y valiente". Todas ellas, a excepci¨®n quiz¨¢ de Carmen Mart¨ªn Gaipe, mantienen desde hace algunos a?os una situaci¨®n de silencio, que Elena Quiroga no explica: "En mi caso es que tardo en escribir. Pero no soy yo sola: Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez confesaba haber tardado 17 a?os en terminar El oto?o del patriarca y siete en Cien a?os de soledad... La creaci¨®n literaria es un proceso casi fren¨¦tico".
En el caso de Elena Quiroga se la consideraba, y entonces era una cr¨ªtica, como una novelista culta. "Cuando yo empec¨¦", dice, "hay que acordarse de que lo que se hac¨ªa era tremendismo o realismo social".
Ella no. Ella confiesa su preferencia por "la interioridad del hombre, el hombre de piel para adentro". Y a otros niveles, el estudio ling¨¹¨ªstico estricto, el an¨¢lisis literario.
Su pasi¨®n por Faulkner la comparte con el otro card¨ªaco de ayer, Juan Benet, del que dijo preferir su novela La tumba y al que considera "no un contrincante sino otro candidato a la Academia que sin duda no va a tardar en entrar en ella, adem¨¢s de un excelente novelista".
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