ETApm-VIII Asamblea pretende justificar sus acciones violentas con argumentaciones pol¨ªticas
PATXO UNZUETA, Desde luego, los autores del secuestro de Miguel Echeverr¨ªa pueden pertenecer o no a ETApm, pero en ning¨²n caso cabe deducir que no lo sean en base a su negativa o a los argumentos por ellos aportados en favor de su palabra. Primero, porque otras veces han dicho que no y ha resultado que era s¨ª, y segundo, porque si efectivamente fueran ellos los autores, su comportamiento no hubiera sido diferente -incluyendo las actitudes destinadas a desviar la atenci¨®n- que si no lo fueran.
La primera ocasi¨®n en que ETA no admiti¨® su participaci¨®n en una acci¨®n efectivamente realizada por ella fue en el atentado contra la cafeter¨ªa Rolando, en la calle del Correo de Madrid, en septiembre de 1974.
La feminista Lidia Falc¨®n, que fue detenida poco despu¨¦s de dicho atentado bajo la acusaci¨®n de tener en su domicilio madrile?o un armario camuflado -que el sumario calificaba como "c¨¢rcel del pueblo"-, public¨® recientemente un libro en el que aporta abundantes datos que parecen demostrar, la responsabilidad de ETA en el atentado que cost¨® catorce muertos y numerosos heridos. ETA mantuvo silencio sobre la cuesti¨®n durante cerca de dos meses, para negar luego toda vinculaci¨®n con un atentado que entonces -y solo entonces- atribuy¨® a la extrema derecha. Para ese momento, y precisamente en base a las diferencias internas surgidas respecto a dicho atentado, ya se hab¨ªa producido la escisi¨®n entre los dos sectores de ETA que en adelante ser¨ªan conocidos como militar y pol¨ªtico-militar.
Del testimonio de Lidia Falc¨®n, as¨ª como de los trabajos sobre la historia de ETA publicados en los ¨²ltimos a?os (de Jos¨¦ Mar¨ªa Garmendia, Merc¨¦ Ibars, Gregorio Mor¨¢n y Gurutz J¨¢uregui, entre otros) parece deducirse una continuidad entre la direcci¨®n que orden¨® el atentado y la que, tras la escisi¨®n, asumi¨® las siglas de ETApm.
El desdoblamiento
Curiosamente, eran entonces los milis (cuyo principal dirigente era Argala) quienes, previendo el pr¨®ximo fin del r¨¦gimen franquista, se pronunciaban por una separaci¨®n estricta entre el frente militar y el aparato pol¨ªtico, de tal forma que este ¨²ltimo pudiera desarrollarse -en forma de partidos, sindicatos y otros organismos de masas- sin verse sometido al acoso policial que acompa?a a toda organizaci¨®n que practica la lucha armada.
Era, pues, partidaria ETAm de lo que luego, bajo la inspiraci¨®n de Pertur, la VII Asamblea de los poli-milis, en el verano de 1976, denominar¨ªa el desdoblamiento (entre una organizaci¨®n pol¨ªtica legal y una organizaci¨®n armada ilegal) que dar¨ªa origen al nacimiento de EIA, antecedente inmediato del actual Euskadiko Ezkerra. En 1974, las ca¨ªdas producidas tras el atentado de la calle del Correo confirmaron la tesis de Argala, quien consideraba adem¨¢s que dicho atentado hab¨ªa sido una chapuza por la falta de especializaci¨®n del comando encargado de ejecutarlo, convencido de que en la cafeter¨ªa Rolando s¨®lo entraban polic¨ªas.
A partir del desdoblamiento, los poli-milis ir¨ªan adapt¨¢ndose, mal que bien, a la r¨¢pida evoluci¨®n de EIA y EE. De tal forma que, mientras los milis, en especial tras el asesinato de Argala, renunciaban pr¨¢cticamente a toda pretensi¨®n de teorizaci¨®n -conforme al principio: "la acci¨®n une, las palabras separan"-, los poli-milis se ve¨ªan abocados a una alocada carrera en pos de argumentos, cada vez m¨¢s sofisticados, que dieran cierta verosimilitud a su pretensi¨®n de hacer compatibles los secuestros y atentados con el apoyo al estatuto y a las instituciones democr¨¢ticas.
Sofisticaci¨®n te¨®rica
Los esfuerzos inherentes a una tal teorizaci¨®n se reflejan muy gr¨¢ficamente en una publicaci¨®n difundida afines de 1980 por los polimilis (Hautsi, n¨²mero 19), en la que, a trav¨¦s de sus 272 p¨¢ginas, se trata de buscar acomodo como sea en un esquema previo de objetivos pol¨ªticos a cada una de las acciones armadas desarrolladas por la organizaci¨®n en el per¨ªodo anterior. As¨ª, en la p¨¢gina 25 de dicho panfleto puede leerse que la aportaci¨®n de ETApm a la batalla "en contra de la Constituci¨®n espa?ola" consisti¨® en: "requisa de escopetas en Elg¨®ibar; requisa de cartuchos en Eibar; requisa de dinamita en Gallarta; asalto al Gobierno Militar de Guip¨²zcoa". Las acciones realizadas "a favor del proceso auton¨®mico" consistieron, tambi¨¦n seg¨²n el panfleto citado, en: "campa?a de bombas contra el aparato de Estado en Euskadi; campa?a de bombas, verano de 1979, contra los centros tur¨ªsticos del Estado espa?ol; ataque al diputado de la UCD por Soria Gabriel Cisneros; requisa de m¨¢s de 130 millones de pesetas en el Banco Herrero de Oviedo".
Dos p¨¢ginas m¨¢s adelante se hace figurar entre las acciones destinadas a favorecer "la integraci¨®n de Navarra" (en la comunidad aut¨®noma) hechos como el "lanzamiento de un cohete contra el Gobierno Civil" o la "destrucci¨®n del santuario del Opus Dei en Huesca". Las acciones residuales, dif¨ªcilmente enmarcables en alguna de las divisiones anteriores -como el "asalto al cuartel de cazadores de monta?a de Berga (Barcelona)", el "intento de arresto del diputado de UCD de Galicia G¨®mez Franqueira" o la "ejecuci¨®n de los miembros del Comit¨¦ Ejecutivo de UCD en Alava y Guip¨²zcoa Ustar¨¢n y Doval"-, son relegadas al cap¨ªtulo titulado: "Acciones con un car¨¢cter m¨¢s general, es decir, en favor de la resoluci¨®n de las problem¨¢ticas pendientes".
Ser¨ªa precisamente el asesinato de los dos dirigentes de la UCD vasca citadas lo que determin¨® el distanciamiento p¨²blico de EIA y EE respecto a los poli-milis. Para entonces, sin embargo, el debate interno suscitado por algunas de esas acciones hab¨ªa hecho surgir en el seno de ETApm una corriente partidaria de negociar una tregua temporal.
Dicha tregua -que ser¨ªa efectivamente anunciada a fines de febrero de 1981- fue consecuencia de varios factores: las presiones de EIA y EE, que hab¨ªan lanzado una propuesta de negociaci¨®n de los "problemas pendientes" (presos, Navarra, profundizaci¨®n auton¨®mica, etc¨¦tera) por parte de todas las organizaciones pol¨ªticas vascas; la debilidad del aparato polimili tras una serie de ca¨ªdas; la movilizaci¨®n popular contra alguna acciones de ETA Militar como, e particular, el asesinato de Ryan; la necesidad de diferenciarse de sus competidores milis, empe?ados, tras el 23-F, en una campa?a de provocaci¨®n contra el Ej¨¦rcito; la existencia en el seno de la organizaci¨®n de un sector que comenzaba a replantearse sinceramente la viabilidad misma de la lucha armada en las nuevas condiciones pol¨ªticas.
Como ha ocurrido en otras ocasiones a lo largo de la historia de ETA, este ¨²ltimo sector no plantear¨ªa directamente el abandono de la lucha armada -posici¨®n que equivaldr¨ªa a reconocer que la organizaci¨®n ya no era necesaria y deb¨ªa autodisolverse-, sino la adecuaci¨®n del activismo a las nuevas circunstancias y, en lo inmediato, la prolongaci¨®n de la tregua. La ponencia en que se expone este punto de vista, fechada el 20 de enero de 1982, dedica 72 p¨¢ginas a demostrar (impl¨ªcitamente) que la ¨²nica salida es la autodisoluci¨®n, y apenas dos folios a concluir que la organizaci¨®n no debe desaparecer porque est¨¢ llamada a desempe?ar un importante papel en el futuro. El sector identificado con el texto, que un mes despu¨¦s pas¨® a denominarse ETA-VII Asamblea, acabar¨ªa siendo m¨¢s consecuente con los primeros 72 folios que con los dos restantes, y anunci¨® su disoluci¨®n el pasado 30 de septiembre.
La supervivencia a cualquier precio
Los de la VIII Asamblea, por su parte, no solo anunci¨® su intenci¨®n de romper la tregua, sino que dedic¨® las 61 p¨¢ginas de una ponencia alternativa a la anterior a teorizar no ya la necesidad o no de la lucha armada, sino, dando por supuesta dicha necesidad, a asignarle nuevos y beneficiosos efectos (apoyo a los procesos negociadores y a las conquistas populares, disuasi¨®n frente a agresiones del enemigo, aumentar el grado de conciencia del pueblo trabajador). De todas formas, y en un af¨¢n por demostrar su superioridad te¨®rica respecto a los milis, la ponencia abunda en referencias a la relaci¨®n "dial¨¦ctica" entre lucha armada y lucha de masas y a la necesidad de desarrollar una din¨¢mica "participativa, no sustituista", que tienda a potenciar "una alternativa progresista".
En un escrito que prolonga y ampl¨ªa dicha ponencia, publicado en julio de 1982 en el ¨®rgano te¨®rico de la organizaci¨®n (Zutik, n¨²mero 65), los poli-milis precisan su posici¨®n respecto a la negociaci¨®n: la lucha armada no tiene el papel de "garante de las conquistas populares, como err¨®neamente se dec¨ªa en la VII Asamblea (1976)", ya que "el mejor garante de estas conquistas es la propia acci¨®n de masas". Pero sobre todo, porque si la organizaci¨®n armada asume el protagonismo directo en la negociaci¨®n, "s¨®lo puede hacerlo sobre la base de la eliminaci¨®n de la acci¨®n armada y de la propia organizaci¨®n. Si partimos del convencimiento de la necesidad del ejercicio de la violencia revolucionaria y de la existencia de la organiza ci¨®n armada ( ... ), no podemos pretender la negociaci¨®n bilateral con el poder".
Esta l¨®gica, consistente en partir, como dato previo, de la necesidad de la propia existencia, para deducir luego, en funci¨®n de ¨¦l, qu¨¦ l¨ªnea seguir, era denunciada por la ponencia del sector rival, al advertir contra el peligro de que "al sentir amenazada su supervivencia por esas condiciones pol¨ªticas que restringen su campo de actuaci¨®n", [la organizaci¨®n armada] "caiga en ese fetichismo de la violencia que consiste en considerarla como algo cuasi milagroso, capaz de desbloquear cualquier situaci¨®n pol¨ªtica". De una forma a¨²n m¨¢s directa, los ex poli-milis de la VII Asamblea acusaron a los octavos, en la conferencia de Prensa celebrada el pasado jueves, de "inventarse fantasmas y confidentes para justificar su fracaso pol¨ªtico, ya que no representan a nadie m¨¢s que a sus propios intereses particulares de supervivencia".
"Chavales armados"
"No admitimos jueces ni que ning¨²n chaval armado con una pistola intente imponernos su l¨ªnea pol¨ªtica", acaba de declarar Mario Onaind¨ªa en respuesta a los juicios sobre Euskadiko Ezkerra vertidos por los poli-milis en una entrevista publicada esta misma semana en la revista Euzkadi. La referencia a "chavales armados" tiene que ver con la impresi¨®n, ampliamente extendida en los ambientes pol¨ªticos vascos, seg¨²n la cual, una de las diferencias actuales entre los milis y los poli-milis es la extremada juventud de los principales dirigentes de estos ¨²ltimos. Aunque es dif¨ªcil saberlo con certeza, los escritos de los octavos, as¨ª como cierto infantil sentido de la originalidad y, por as¨ª decirlo, de la fantas¨ªa a la hora de organizar sus atentados, dan desde luego la impresi¨®n de una organizaci¨®n juvenil e incluso adolescente.
En un art¨ªculo titulado "Juventud, guerra, revoluci¨®n y apocalipsis", Jos¨¦ Luis L¨®pez Aranguren llamaba la atenci¨®n, en junio de 1979, sobre el componente de movimiento juvenil presente en toda la historia de ETA y sin cuya referencia resultaba imposible entender la trayectoria de dicha organi-
zaci¨®n. Durante los a?os sesenta y setenta, las continuas ca¨ªdas y excisiones fueron, en efecto, un factor que favoreci¨® la permanente renovaci¨®n y rejuvenecimiento de la direcci¨®n de ETA. Ese proceso se detuvo, en el caso de los milis, a partir de 1977 o 1978, coincidiendo m¨¢s o menos con la integraci¨®n del sector berezi, escindido de ETApm. Desde entonces, los milis han seguido una l¨ªnea tendente a estabilizar una direcci¨®n relativamente a cubierto de la acci¨®n policial. Todos los indicios parecen se?alar, por el contrario, que ese proceso de renovaci¨®n se ha mantenido entre los poli-milis, hasta el punto de que, seg¨²n fuentes relacionadas en el pasado con la organizaci¨®n, ninguno de los actuales dirigentes lleg¨® a participar en la asamblea de 1976 (la del desdoblamiento, base de toda la "concepci¨®n pol¨ªtico-militar" posterior).
Seg¨²n Aranguren, la ETA anterior a la muerte de Franco compart¨ªa su car¨¢cter de "movimiento aguerrido, activista, apocal¨ªptico y de lucha frontal" con otros movimientos juveniles de oposici¨®n al franquismo. Aunque Aranguren no lo cita, cabe recordar que algunos de esos movimientos que, como el FLP, compart¨ªan con ETA, en los a?os sesenta, su fascinaci¨®n por la guerrilla cubana, se convertir¨ªan, a?os despu¨¦s, en semilleros de futuros cuadros de la Administraci¨®n.
En opini¨®n de Aranguren, si esas caracter¨ªsticas se han mantenido en ETA y no en otras organizaciones contempor¨¢neas con ella, se ha debido al componente milenarista, religioso casi, de la ideolog¨ªa nacionalista. El propio Aranguren ha hablado, a prop¨®sito de las ra¨ªces de la violencia abertzale, de un cierto "narcisismo ¨¦tnico", que llevar¨ªa a sus practicantes a asumir una funci¨®n de redentores o salvadores, en el sentido cristiano de la palabra, del colectivo al que pertenecen.
Ese idealismo, inherente a la ideolog¨ªa etarra, es probablemente inseparable del car¨¢cter juvenil, adolescente del movimiento nacionalista radical contempor¨¢neo. La dificultad de compaginar la autoconciencia heroica con la necesidad de proveerse de fondos para subsistir es seguramente el motivo que inclin¨® a los poli-milis a distinguir entre acciones pol¨ªticas y econ¨®micas. Fue as¨ª como consideraron que, por ejemplo, el secuestro de Luis Su?er, en 1981, no supon¨ªa una ruptura de la tregua. Por lo dem¨¢s, entre el inicio de ¨¦sta y el secuestro de Orbegozo, los poli-milis han protagonizado al menos otros seis secuestros (de dentistas, industriales etc¨¦tera) por los que obtuvieron, seg¨²n el diario Deia unos 60 millones de pesetas. Ninguno de ellos fue reconocido en su momento. De ah¨ª el escepticismo con que, en general, ha sido acogido en Euskadi su rechazo de cualquier relaci¨®n con el secuestro de Miguel Echeverr¨ªa.
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