M¨¢s dura ser¨¢ la ca¨ªda
El sat¨¦lite esp¨ªa sovi¨¦tico Cosmos 1.402 se estrellar¨¢ con 50 kilos de uranio enriquecido a mediados de febrero
RAMON VILARO, En la apacible localidad de Colorado Springs, en el Estado norteamericano de Colorado, un numeroso grupo de cient¨ªficos est¨¢ siguiendo la trayectoria del sat¨¦lite esp¨ªa sovi¨¦tico Cosmos 1.402 que, con su carga de cincuenta kilos de uranio enriquecido, se precipitar¨¢ sobre la Tierra, posiblemente, hacia mediados de febrero. ?D¨®nde? ?C¨®mo? ?Con qu¨¦ consecuencias? Tales son los interrogantes que se plantean en los subterr¨¢neos de las Monta?as Rocosas, en Colorado, sede del Comando Aeroespacial Norteamericano de Defensa (Nemrod).
Aunque existen muchas posibilidades de que los restos del Cosmos 1.402 caigan sobre la superficie de alg¨²n mar -el 70% de la Tierra est¨¢ cubierto por las aguas-, no ser¨¢ posible predecir el lugar m¨¢s o menos exacto del impacto hasta un per¨ªodo que oscila entre las seis y doce horas previas. Estados Unidos cuenta con un equipo de especialistas en estado de alerta para posibles acciones preventivas en caso de que el Cosmos 1.402 pueda estrellarse sobre territorio norteamericano, con la consiguiente contaminaci¨®n nuclear, al ir equipado con uranio en riquecido 235, de altas propiedades radiactivas.
No obstante, el Pent¨¢gono cree que existen muy pocas probabilidades de que el reactor llegue intacto a la tierra. Lo m¨¢s probable es que tan s¨®lo caigan fragmentos del mismo, seg¨²n explic¨® el jueves Richard Wagner, consejero especial para asuntos nucleares del ministro de Defensa, Caspar Weinberger.
Si el combustible del Cosmos cayera sin fragmentarse, "supondr¨ªa peligro de muerte" en un radio de 200 metros, a?adi¨® Wagner.
El adelanto brit¨¢nico
En el Nemrod, la misi¨®n principal es controlar los objetos que circulan por el espacio y, sobre todo, prevenir la posibilidad de un ataque de misiles sovi¨¦ticos contra Estados Unidos. Pero, en el caso del Cosmos 1.402, un astr¨®nomo brit¨¢nico aficionado se adelant¨® a los t¨¦cnicos del Pent¨¢gono. Geoffrey Perry fue el primero en detoctar las irregularidades en el tiempo y la ¨®rbita del sat¨¦lite espacial sovi¨¦tico d¨ªas antes de que los cientificos estadounidenses, el 28 de diciembre, confirmaran el mal funcionamiento del sat¨¦lite esp¨ªa.
Mosc¨² neg¨® en principio que el Cosmos 1.402, lanzado el pasado 30 de agosto, sufriera problemas de ¨®rbita. Poco despu¨¦s acept¨® unos hechos que, en funci¨®n de c¨®mo acabe la historia del peligroso sat¨¦lite, pueden perjudicar el prestigio mundial de la exploraci¨®n sovi¨¦tica del espacio, cuyo ¨²ltimo ¨¦xito culmin¨® hace poco con el r¨¦cord de 211 d¨ªas de vuelo tripulado del Salyut 7. Actualmente hay cooperaci¨®n entre los cient¨ªficos norteamericanos y los sovi¨¦ticos para intentar limitar los efectos destructivos de un sat¨¦lite fuera de control.
Cada hora y media el Cosmos 1.402 completa una ¨®rbita a unos 225 kil¨®metros de altura alrededor de la Tierra. Pero paulatinamente pierde velocidad y desciende sobre el planeta habitado por el hombre. El contenido nuclear del Cosmos 1.402 permite que contin¨²en funcionando sus sistemas de radares y que cuando entre en contacto con la atm¨®sfera terrestre posiblemente no se desintegre en part¨ªculas, cayendo sobre la Tierra. Su amplia ¨¢rea de control, destinada a vigilar el movimiento de la flota norteamericana, cubre una trayectoria que va del Artico a la Ant¨¢rtida, con posibilidades de desplomarse, pr¨¢cticamente, en cualquier lugar del mundo, habitado o des¨¦rtico.
Seg¨²n portavoces del Pent¨¢gono, cabe la eventualidad de que Mosc¨² consiga dirigir la ¨²ltima trayectoria del sat¨¦lite en apuros desvi¨¢ndolo hacia un oc¨¦ano o zonas des¨¦rticas del globo. Pero es s¨®lo una probabilidad.
A EE UU se le cay¨® el Skylab
Los cient¨ªficos calculan en unos 3.500 los objetos perdidos actualmente en la ¨®rbita terrestre, residuos de cohetes, placas solares de sat¨¦lites artificiales u otras piezas derivadas de la exploraci¨®n espacial. Seg¨²n los t¨¦cnicos, no ofrecen peligros para el hombre, al desintegrarse en caso de p¨¦rdida de ¨®rbita y entrar encontacto con la atm¨®sfera terrestre. Sin embargo, hay excepciones, como demuestra la reciente historia de la conquista del espacio.
Hace cinco a?os, a los sovi¨¦ticos se les perdi¨® el Cosmos 954, de caracter¨ªsticas an¨¢logas al que nos puede caer encima en fecha pr¨®xima, en una zona despoblada de los territorios del noroeste canadiense. La contaminaci¨®n radiactiva cubri¨® una amplia ¨¢rea del terreno, obligando a Canad¨¢ a limpiar el lugar, con un coste de seis millo-
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nes de d¨®lares, de los que la URSS abon¨® tres millones.
Las cr¨ªticas internacionales promovieron un intento de legislaci¨®n, propuesto por la Administraci¨®n del presidente Jimmy Carter, destinada a impedir la utilizaci¨®n de uranio enriquecido para el funcionamiento de sat¨¦lites artificiales, para cuya alimentaci¨®n energ¨¦tica Estados Unidos utiliza c¨¦lulas solares. Hasta 1980, la URSS no reanud¨® el programa de sat¨¦lites artificiales con minirreactores nucleares, lanzando al espacio siete ingenios esp¨ªas del tipo Cosmos.
Pero no s¨®lo la Uni¨®n Sovi¨¦tica pierde objetos en el espacio. En 1979 cay¨® sobre una parte deshabitada de Australia el Skylab norteamericano, sin causar desgracias personales y sin equipo ni alimentaci¨®n nuclear. No existi¨® riesgo de contaminaci¨®n at¨®mica en esta ocasi¨®n, aunque, cara al futuro, la NASA y el Pent¨¢gono se reservan la posibilidad de utilizar tambi¨¦n ingenios nucleares para artefactos espaciales con fines b¨¦licos. De ah¨ª el escaso inter¨¦s, tanto en Washinton como en Mosc¨², en promover un tratado internacional que prohiba utilizar el uranio enriquecido en materia de sat¨¦lites. De esta forma, el ¨¢tomo destructivo quedar¨ªa as¨ª reservado para los miles de misiles nucleares sobre los que se asienta la precaria paz mundial.
El precio del riesgo
Para el ciudadano de un mundo donde el riesgo nuclear puede incluso llegar en forma de lluvia, las posibilidades de quejas son m¨ªnimas. La URSS pag¨® da?os y perjuicios a Canad¨¢ sin que hubiera que lamentar v¨ªctimas. Estados Unidos recibi¨® 42 demandas particulares en relaci¨®n con la angustia y efectos psicol¨®gicos causados por el miedo de que el Skylab cayera sobre la cabeza de alg¨²n ser humano. Hoy el temor se centra en el Cosmos 1.402 y sus cincuenta kilos de uranio enriquecido, precio de una tecnolog¨ªa espacial en este caso aplicada al espionaje, pero que en otros muchos ha revolucionado la vida cotidiana en previsiones metereol¨®gicas, telecomunicaciones, televisi¨®n o navegaci¨®n a¨¦rea, en especial.
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