Grecia y Suecia: austeridad y coherencia
DOS PAISES con Gobiernos socialistas, Suecia y Grecia, han devaluado, con diferencia de meses, su moneda en un porcentaje equivalente: 16% la corona sueca y 15,5% el dracma griego. La devaluaci¨®n del dracma refleja los problemas de Grecia para acomodarse a su integraci¨®n en la CEE. Como recuerdan los libros de texto, abierta la comunicaci¨®n entre zonas industriales con muy diferentes niveles de organizaci¨®n y productividad, se produce la conquista del mercado, ahora com¨²n, por las empresas m¨¢s eficientes. Por otro lado, las particularidades de la pol¨ªtica agr¨ªcola de la CEE se han traducido en un d¨¦ficit comercial de productos agrarios para Grecia. Este d¨¦ficit comercial agr¨ªcola con los otros pa¨ªses industriales de la CEE tambi¨¦n le ha venido ocurriendo a Italia. (A Espa?a le pasar¨¢ otro tanto si seguimos con una agricultura ultraprotegida y supersubvencionada, que encarga por tel¨¦fono ma¨ªz o soja, como si se tratara de Kuwait. En lugar de llegar de Am¨¦rica los cereales y los productos ganaderos, vendr¨¢n del otro lado de los Pirineos. Har¨¢ falta entonces mucha fruta, verduras y flores para mantener un super¨¢vit.)La devaluaci¨®n del dracma pretende incrementar la competitividad de la, industria griega. Pero para contrarrestar sus efectos inflacionistas, en una econom¨ªa cuyos precios crecen a raz¨®n de un 25% anual, el Gobierno de Papandreu est¨¢ sustituyendo sus prop¨®sitos de mejorar el poder adquisitivo de sus votantes por una dur¨ªsima pol¨ªtica de rentas. Al mismo tiempo se abandonan los controles de precios y se inicia una reforma institucional de supresi¨®n de reglamentaciones y cargas para la industria, con las miras puestas en convertir Grecia en una econom¨ªa moderna. Es decir, lo que no hab¨ªan hecho los Gobiernos burgueses, cuidadores de privilegios y prebendas para los grupos privados influyentes. Para nosotros, espa?oles, una historia conocida.
La devaluaci¨®n de la corona ten¨ªa tambi¨¦n como primer prop¨®sito reavivar un sistema productivo bastante moribundo. Ahora, el Gobierno de Olof Palme ha presentado sus presupuestos para el ejercicio 1983-1984, despu¨¦s que los sindicatos han aceptado moderar sus propuestas de incrementos salariales al 2-3%, con una inflaci¨®n prevista para 1983 del 11,5%. El Gobierno sueco afirma que su estrategia de incrementar las exportaciones y la producci¨®n ha tenido una respuesta favorable de los sindicatos, cuya aceptaci¨®n de un descenso real de los salarios ofrece la oportunidad de contener las presiones inflacionistas provocadas por la depreciaci¨®n.
El siguiente paso es una pol¨ªtica presupuestaria basada, en primer lugar, en un incremento m¨ªnimo de los impuestos. Los gastos p¨²blicos de funcionamiento de la maquinaria del Estado quedar¨¢n pr¨¢cticamente congelados, sin aceptarse ninguna compensaci¨®n por los efectos de la devaluaci¨®n. Esto permite, por un lado, dedicar m¨¢s recursos a la inversi¨®n en obras p¨²blicas, viviendas, transportes y energ¨ªa, as¨ª como a la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo. Por otro, se consigue una reducci¨®n del enorme d¨¦ficit del sector p¨²blico. En efecto, para 1983-1984, el d¨¦ficit se situar¨¢ en un 12% del PIB, frente a un 14% en el ejercicio actual.
Las dos estrategias, griega y sueca, muestran una coherencia entre la devaluaci¨®n de sus monedas y el resto de la pol¨ªtica econ¨®mica. A la austeridad anunciada por la devaluaci¨®n le sigue el realismo de la aceptaci¨®n de una reducci¨®n de la capacidad adquisitiva de la poblaci¨®n ocupada y, naturalmente, un menor incremento de costes para las empresas. La colaboraci¨®n de los empresarios y la mejora de la competitividad de las empresas -exportaci¨®n, inversiones p¨²blicas y menores costes-, como han afirmado las autoridades econ¨®micas suecas, se presenta como el camino m¨¢s corto para relanzar la econom¨ªa y obtener unos mayores ingresos que permitan la creaci¨®n de empleos en los servicios y en nuevas actividades industriales.
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