El 'cambio' de la Seguridad Social
Con motivo de la ¨²ltima gran reforma de la Seguridad S¨®cial espa?ola (1963-1966), se tom¨® ya conciencia de que, al convertirse ¨¦sta en un servicio p¨²blico y repercutirse sus costes sobre el consumo, el principal problema a resolver era el de organizaci¨®n de sus servicios para evitar un in¨²til incremento del gasto: "Su aparente estructura de reforma de un sistema capitalista -escrib¨ªa el profesor Bay¨®n- ceder¨¢ ante el problema de organizaci¨®n de los servicios, quedando en primer t¨¦rmino como valores de reforma social, y muy por delante de ella (de la Seguridad Social), el r¨¦gimen tributario y el r¨¦gimen salarial" (1).La evoluci¨®n posterior de las instituciones de la Seguridad Social (ampliaci¨®n subjetiva, complicaci¨®n burocr¨¢tica e incremento de las subvenciones estatales, sobre todo) ha venido a reforzar ese diagn¨®stico.
La crisis econ¨®mica y la conciencia p¨²blica sobre su deficiente gesti¨®n -tan gravosa sobre "la ocupaci¨®n, la renta y el empleo de los espa?oles", como advierte el ¨²ltimo n¨²mero de Papeles de Econom¨ªa Espa?ola"-, es, por ¨²ltimo, la m¨¢s firme confirmaci¨®n de que la organizaci¨®n de sus servicios es, de todos los actuales problemas de la Seguridad Social espa?ola, el ¨²nico susceptible de tratamiento incondicionado e inmediato, adem¨¢s de ser el m¨¢s urgente.
Nada de lo anterior se opone a la evidencia del problema estrictamente asistencial, al cual he hecho ya referencia en anterior colaboraci¨®n publicada por este mismo diario: la limitaci¨®n -grave en ocasiones (protecci¨®n familiar, desempleo, asistencia sanitaria, pensiones ... )- del contenido o extensi¨®n de sus prestaciones. Pero la ampliaci¨®n, e intensificaci¨®n de la acci¨®n protectora de la Seguridad Social s¨®lo tendr¨¢ cumplida legitimaci¨®n para los sectores sociales afectados y en la opini¨®n p¨²blica toda, cuando, pese al saneamiento de la gesti¨®n, puede probarse que la protecci¨®n social requiere nuevos recursos (m¨¢s sacrificios del contribuyente o afectaci¨®n de parte de los recursos destinados actualmente a otros servicios p¨²blicos menos prioritarios).
En la citada reciente publicaci¨®n (2) se ha expuesto el extenso cat¨¢logo de problemas que deben ser resueltos para renovar la Seguridad Social espa?ola, facilitando as¨ª (quiz¨¢ m¨¢s radicalmente: haci¨¦ndolo posible) el trascendental paso de su futura extensi¨®n a todos los espa?oles (art¨ªculo 41 de la Constituci¨®n).
A ella remito al lector que quiera conocer el respectivo contenido y las soluciones alternativas para cada uno de esos problemas. Mi prop¨®sito ahora, en esta colaboraci¨®n, es simplemente el de ofrecer una primera reflexi¨®n sobre el orden de prioridades para abordar aquella renovaci¨®n.
Enlazando con lo arriba dicho, habr¨¢ que concluir en que los problemas de m¨¢s urgente soluci¨®n son los previsibles en un servicio p¨²blico de contenido asistencial, instalado en una situaci¨®n de crisis econ¨®mica duradera y generalizada: son problemas de racionalizaci¨®n institucional, t¨¦cnica, financiera y administrativa.
La combinaci¨®n satisfactoria de los principios de economicidad y de eficacia -sustantivos, por lo dem¨¢s, en materia de organizaci¨®n y funcionamiento de cualquier servicio p¨²blico-, habr¨¢ de facilitar despu¨¦s la mejora autom¨¢tica de la calidad de las prestaciones y, en breve plazo, la mejora respecto de su probada insuficiet¨ªcia en intensidad y extensi¨®n protectoras. En otras palabras: un mejor uso de los cuantiosos recursos destinados por los espa?oles a las tareas de la protecci¨®n social p¨²blica permitir¨¢ m¨¢s y mejor asistencia de los necesitados.
La Seguridad Social no escapa, por tanto, al certero diagn¨®stico del nuevo presidente del Gobier-no: el cambio consiste en que la Seguridad Social funcione.
Los problemas de la economicidad
Resulta particularmente clara, en primer lugar, la necesida d del urgente saneamiento econ¨®mico-financiero de la Seguridad Social: compatibilizando su desarollo con el propio crecimiento econ¨®mico, revisando su insolidaria estructura y resolviendo su ineficacia recaudatoria, su perniciosa distribuci¨®n de cargas y su negativa incidencia en el mercado de trabajo, al encarecer su coste y fomentar su sustituci¨®n por otros factores productivos.
De efectos negativos semejantes, aunque menos urgentes, son otros problemas cuya pendencia indefinida resultar¨ªa tambi¨¦n antiecon¨®mica. Se trata de los piroblemas de mala ordenaci¨®n de las prestaciones, de defectuosa organizaci¨®n y gesti¨®n de los servicios y de indiferencia o indefensi¨®n frente alfraude en la adquisici¨®n y conservaci¨®n de los derechos (fraude del que -conviene subrayarlo- no son los beneficiarios los ¨²nicos responsables, sino tambi¨¦n sus empresas y la propia Administraci¨®n p¨²blica: gestora y directiva).
Los problemas de eficacia
Con la soluci¨®n de los problemas que acoge cada, una de eas tres categor¨ªas quedar¨ªa resuelta -y no es poco- la absurda situaci¨®n actual, en la que conviven, junto a multitud de casos de desprotecci¨®n de necesidades, otros de sobreprotecci¨®n o de doble y triple protecci¨®n.
Los problemas de eficacia (calidad, extensi¨®n e intensidad de los servicios y prestaciones) son los que percibe m¨¢s sensiblemente la sociedad espa?ola. Su soluci¨®n ser¨¢, desde luego, m¨¢s f¨¢cil -en ocasiones se producir¨¢ de forma autom¨¢tica- en el ma rco de una acertada pol¨ªtica de econom¨ªas que asuma y resuelva el -fraude y el gasto superfluo.
Desde luego, los beneficios de una mejora cualitativa de la Segur¨ªdad Social (elevaci¨®n de la calidad de los servicios) pueden obtenerse sin incrementos sensibles en su coste global. Y alcanzar¨ªan a todos los sectores de la sociedad espa?ola directamente implicados: usuarios de una parte (mejor informaci¨®n, participaci¨®n y control efectivo en su funcionamiento, garant¨ªa de seguridad jur¨ªdica, gesti¨®n m¨¢s humanizada, mayor tec'nicidad y puntualidad en la asistencia recibida); y empresas de otra (interesadas tambi¨¦n en una participaci¨®n real en los ¨®rganos de gobierno y control de las entidades gestoras, en un mejor reparto de las cargas, en la liberaci¨®n de su, a veces, costosa y responsable carga de colaboradores o auxiliares de la burocracia gestora.
Los problemas de extensi¨®n y suficiencia
Por ¨²ltimo, deben ser resueltos los problemas de extensi¨®n y suficiencia de las prestaciones, tanto en servicios como dinerarias: garant¨ªa de conservaci¨®n del poder adquisitivo de las pensiones; aumento de las prestaciones familiares; flexibilizaci¨®n de la edad de jubilaci¨®n a los parados; aumento de los servicios sociales complementarios; est¨ªmulo y fomento del nivel voluntario de previsi¨®n, y, por supuesto, universalizaci¨®n de su ¨¢mbito subjetivo. En ellos est¨¢ la frontera temporal entre las pol¨ªticas de revisi¨®n (o de racionalizaci¨®n) y de reforma; esta ¨²ltima, tal y como fue discutida en el pasado inmediato (comisi¨®n especial del ANE).
Conviene, para terminar, advertir contra cualquier juicio precipitado que valore como meramente administrativa o t¨¦cnica la tarea de identificaci¨®n y resoluci¨®n de los problemas de econom¨ªa y eficacia. En primer lugar, porque s¨®lo ella permitir¨¢ mejoras de protecci¨®n inmediatas. Pero, adem¨¢s, porque la trascendencia vital de un servicio p¨²blico, como es la Seguridad Social (tanto desde una perspectiva individual, habida cuenta de su funci¨®n de garant¨ªa de medios de vida, como comunitaria, supuesto su efecto favorable al equilibrio social y a la pervivencia del modelo de sociedad establecido), redunda en la categorizaci¨®n de esos defectos t¨¦cnicos y gestores como graves problemas pol¨ªticos; esto es, como obst¨¢culos para la estabilidad e integraci¨®n social, para la pac¨ªfica organizaci¨®n de la convivencia. En ¨²ltimo extremo, la Seguridad Social act¨²a hoy, aqu¨ª y en todas partes, como el mejor instrumento de contenci¨®n y control de los peores efectos sociales de la crisis econ¨®mica. Si se suprime o se reduce, o simplemente no se racionaliza y mejora, se har¨¢ muy dificil mantener esa situaci¨®n de crisis controlada.
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