Socialismo y derecho al desarrollo
?Qu¨¦ sentido puede tener la humanidad sin el ejercicio real de los derechos humanos?. Obviamente, la libertad es el primero de esos derechos puesto que sin ella los dem¨¢s no pueden ejercitarse de manera plena. Pero la libertad sola no vale para mucho. La libertad es un derecho-marco que posibilita todos los dem¨¢s y sin los cuales ella misma se ver¨ªa seriamente limitada. La sociedad de nuestros d¨ªas reclama crecientemente un par de derechos que llenan de contenido y potencian el mismo concepto de libertad. Ellos son el derecho al trabajo y el derecho al desarrollo.El primero afecta sobre todo a la faceta individual y colectiva de cada una de las sociedades que componen nuestro mundo. El segundo se refiere a la exigencia de los pueblos de nuestro planeta, en especial de los pueblos insuficientemente industrializados, por salir del subdesarrollo, lo que no ser¨¢ posible sin la creaci¨®n de un nuevo orden econ¨®mico internacional (NOEI).
Derecho al trabajo y derecho al desarrollo son complementarios e interdependientes. Y si bien el primero es com¨²n a las sociedades del Tercer Mundo y a las m¨¢s avanzadas industrialmente, mientras que el segundo es m¨¢s descarnadamente reivindicable por los pueblos econ¨®micamente subdesarrollados, ambos est¨¢n ¨ªntimamente ligados a la necesaria, inaplazable, aun cuando necesariamente paulatina, construcci¨®n del NOEI.
Ser¨¢ imposible hablar de paz y seguridad en el mundo sin que se establezca la justicia econ¨®mica y social a nivel nacional e internacional. Una vez logrado por los pueblos pol¨ªticamente sujetos a dominaci¨®n colonial el derecho a la libre determinaci¨®n, que para ellos equivale precisamente a un derecho-marco donde se encuadran todos los otros, ha de ser potenciado y cumplimentado el derecho al desarrollo si se desea que a trav¨¦s del progresivo establecimiento del NOEI puedan irse satisfaciendo las m¨¢s elementales necesidades de millones de personas, al tiempo que se van desactivando potenciales (en algunos casos ya dram¨¢ticamente reales) situaciones de confrontaci¨®n entre los pueblos del Norte opulento o medianamente satisfechos y los pueblos del Sur, agobiantemente empujados hacia la pobreza o la miseria militantes.
De ah¨ª que est¨¦ en auge en Occidente la llamada "escuela del inter¨¦s mutuo" ("ayudar al Sur", esto es, al Tercer Mundo, "es ayudarnos a nosotros mismos", pues la creaci¨®n de riqueza, aun relativa, y de comercio beneficia a unos y a otros.
Por todo ello, para el socialismo democr¨¢tico, el derecho al trabajo y el derecho al desarrollo, interdependientes y ambos conectados con la tarea inaplazable de lograr ese nuevo orden econ¨®mico y social, nacional e internacional, son de vital importancia. El derecho al trabajo y al empleo, en cuanto instrumento imprescindible para que todos los ciudadanos compartan la prosperidad nacional y en cuanto manifestaci¨®n de la l¨®gica aspiraci¨®n creadora del ser humano. El derecho al desarrollo, como medio de potenciaci¨®n de una estrategia socialista en lo econ¨®mico que a nivel dom¨¦stico y mundial conduzca a un planteamiento alternativo al de la actual dominaci¨®n de las grandes potencias que acabe instaurando el nuevo orden internacional a que venimos aludiendo.
Paz, justicia y democracia
Ese derecho al desarrollo que defendemos los socialistas debe basarse en la paz, la soberan¨ªa nacional, la justicia, la democratizaci¨®n de las instituciones internacionales y el establecimiento de un sistema de cooperaci¨®n y desarrollo internacional que contemple los intereses del Norte y del Sur.
Para los socialistas, el derecho al empleo es, por otro lado, una prioridad que debe ser exigida en cada sociedad. Fracasados los intentos conservadores y neoconservadores de soluci¨®n de los problemas econ¨®micos y sociales a nivel nacional, la pol¨ªtica alternativa socialista de salida de la crisis ha de ser potenciada rigurosamente.En este nivel nacional, un pa¨ªs como Austria, que viene gozando desde hace muchos a?os de un Gobierno socialista democr¨¢tico, es un modelo a considerar. Un modelo pleno de ¨¦xito a pesar de la recesi¨®n mundial. Un modelo nacional que ha potenciado un pacto social justo, unido a un programa coherente de inversi¨®n p¨²blica y privada que tiene como objetivo la creaci¨®n de los necesarios puestos de trabajo, la reforma estructural y el cambio tecnol¨®gico. Tal modelo ha logrado hasta ahora sostener el empleo y el crecimiento econ¨®mico (con un equilibrio entre el crecimiento cuantitativo y el cualitativo) y mantener a raya a la inflaci¨®n.
Y precisamente un pa¨ªs como Austria, ejemplar en la defensa del derecho al trabajo en el terreno dom¨¦stico, resulta un paradigma en su programa de cooperaci¨®n y asistencia a los pa¨ªses tercermundistas econ¨®micamente subdesarrollados. Este y otros pa¨ªses industrialmente avanzados, gobernados democr¨¢ticamente por socialistas, son conscientes de que mientras se logren los niveles adecuados de ¨¦xito en la construcci¨®n del NOEI han de propiciarse soluciones provisionales, siempre en el camino del proceso de negociaci¨®n global que conduzca al NOEI, incluidas las imprescindibles reformas financieras internacionales.
Es el nuestro un mundo al borde de la asfixia moral y material. No obstante, poco podremos lograr moralmente sin garantizar antes la faceta material. Aqu¨ª el primus vivere deinde philosephare adquiere su justificaci¨®n m¨¢s directa con la simple reflexi¨®n sobre los datos m¨¢s elementales de los estudios objetivos de las Naciones Unidas: m¨¢s de la mitad de los habitantes del planeta consume a diario menos alimentos que los indispensables para una dieta m¨ªnimamente aceptable. A eso se le llama, simplemente, pasar hambre.
De ah¨ª la urgencia de convertir en pr¨¢ctica cotidiana lo que hoy todav¨ªa constituye bellos esl¨®ganes: derecho al trabajo y derecho al desarrollo. S¨®lo la aut¨¦ntica consecuci¨®n de los objetivos que ambos te¨®ricamente persiguen podr¨¢ alejarnos de la predicci¨®n con que Willy Brandt presentaba en 1979 al secretario general de la ONU el "Informe Norte-Sur. Un programa para la supervivencia": "Es indudable que el mundo en el a?o 2000 estar¨¢ superurbanizado y quiz¨¢ superpoblado. Adem¨¢s, existe el peligro de que el 40% o m¨¢s de la poblaci¨®n mundial viva todav¨ªa en la pobreza y de que el hambre de amplios sectores de la poblaci¨®n y los peligros de la destrucci¨®n vayan en aumento, si es que antes otra guerra mundial no ha destruido los cimientos de la civilizaci¨®n".
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