Las el¨¦ctricas, entre la luz y la oscuridad
Diversos e importantes proyectos de las empresas p¨²blicas fueron desplazados en diferentes momentos y lugares por similares grupos de generaci¨®n el¨¦ctrica proyectados por las empresas privadas. Estas se reservaron el negocio de las centrales t¨¦rmicas de fue cuando, debido, entre otras cosas, a las elevadas subvenciones (que alcanza ron el 90% del coste del combustible), se presum¨ªan estas centrales altamente rentables, y que hoy, a causa del insoportable precio del fuel se traducen en la existencia de una elevada potencia t¨¦rmica infrautilizada. Lo contrario ocurri¨® con las t¨¦rmicas de carb¨®n, que fueron desechadas por el sector privado, a pesar de poder ser abastecidas con combustible nacional, pero que ofrec¨ªan una rentabilidad menor, lo que se tradujo en una decisiva actuaci¨®n del INI en el sector a trav¨¦s de la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA). Esta empresa, que se ha convertido en la primera productora nacional de electricidad, superando ampliamente a Iberduero y utilizando carbones nacionales, fundamentalmente, parad¨®jicamente carece de mercado propio donde vender sus kilovatios. De esto ya se encargan las compa?¨ªas privadas, debido al excelente negocio que ello supone.Marginaci¨®n p¨²blica
Pero es, sin embargo, en lo referente al programa nuclear donde las compa?¨ªas privadas, que en la pasada d¨¦cada previeron realizar un importante negocio, marginaron m¨¢s acusadamente al sector p¨²blico. De las trece centrales nucleares existentes en funcionamiento y en construcci¨®n, el INI s¨®lo participa en dos, y no de forma mayoritaria, aunque la marginaci¨®n del Estado en la propiedad de las centrales no ha sido inconveniente para que ¨¦ste avale los gigantescos cr¨¦ditos necesarios para su financiaci¨®n, as¨ª como para la concesi¨®n de todo tipo de ventajas fiscales, arancelarias, cr¨¦ditos oficiales, etc¨¦tera, entre otras extraordinarias facilidades otorgadas a este privilegiado sector y negadas a otros.
Sin olvidar el impagable servicio que numerosos organismos p¨²blicos han prestado al sector el¨¦ctrico privado al presentar la energ¨ªa nuclear unida a la dignidad, grandeza y libertad energ¨¦tica de Espa?a, lo que se ha traducido en el escamoteo vergonzoso de un debate, el nuclear, que ha sido sustituido por un plan energ¨¦tico nacional que, de haberse cumplido, nos habr¨ªa colocado a la cabeza del mundo en cuanto a producci¨®n electronuclear per c¨¢pita se refiere.
Pero esta trayectoria asociativa entre el Estado y el sector privado, donde aqu¨¦l, o sea, todos, suele cargar con la peor parte, est¨¢ llegando a un l¨ªmite en el que la situaci¨®n, por m¨¢s que injusta, se ha tornado francamente peligrosa. Desde que se elaboraron los primeros planes energ¨¦ticos, diversas personas y entidades venimos denunciando, aunque con escaso ¨¦xito, la manipulaci¨®n consciente a que han sido sometidas las cifras de las supuestas demandas energ¨¦ticas y, sobre todo, de las necesidades de electricidad de origen nuclear. De haberse cumplido el Plan Energ¨¦tico Nacional de 1975, dentro de unos meses, el 56% del consumo el¨¦ctrico ser¨ªa de origen nuclear, cuando hoy d¨ªa esta cifra se sit¨²a en el 8%.
En un momento de crisis profunda como el actual, el sector el¨¦ctrico, conviene recordar, est¨¢ consumiendo el 40% de toda la inversi¨®n del pa¨ªs (excluida la residencial), y tiene inmovilizado s¨®lo en el programa nuclear m¨¢s de un bill¨®n cien mil millones de pesetas. Pero esta arriesgad¨ªsima situaci¨®n se torna en francamente peligrosa al comprobar que no son s¨®lo los inconvenientes de tipo pol¨ªtico (Lem¨®niz), los t¨¦cnicos derivados del fallo de los reactores PWR de Westinghouse (Almaraz, Lem¨®niz, Asc¨®) o el dudoso estado en que ha quedado Cofrentes tras las inundaciones, sino los puramente econ¨®micos derivados de falta de mercado para los kilovatios, aun en el supuesto de que se produjeran los que hacen peligrar semejante inversi¨®n. T¨¦ngase en cuenta que en 198 1, y por primera vez desde 1946, el consumo el¨¦ctrico per c¨¢pita descendi¨® en un 2,5%, habi¨¦ndose tenido que exportar en los ocho primeros meses de 1982 el 40% de la producci¨®n el¨¦ctrica de origen nuclear.
Debate p¨²blico
Ante esta situaci¨®n, agravada por el oscurantismo que rodea a las cuentas el¨¦ctricas, debe responderse con un debate p¨²blico en el que se aclare cu¨¢l es la verdadera situaci¨®n econ¨®mica del sector, las verdaderas necesidades de electricidad del pa¨ªs y, sobre todo, se determine el verdadero alcance de la participaci¨®n estatal en el sector el¨¦ctrico, ya que, si bien el Estado posee casi el 25% de la potencia instalada de forma directa, y una cantidad considerable de forma indirecta, su poder no es proporcional a estas cantidades. A este respecto, las prisas del nuevo ministro de Industria por subir las tarifas y sus incre¨ªbles declaraciones sobre el estado de las compa?¨ªas el¨¦ctricas "cuya situaci¨®n no es tan comprometida como he o¨ªdo por ah¨ª" (sic), m¨¢s bien nos parecen las de cualquiera de sus predecesores que las de una persona que est¨¦ realmente interesada en poner fin a la larga y oscura relaci¨®n entre compa?¨ªas privadas y el Estado. No quisi¨¦ramos ver ma?ana una quiebra semejante a la ocurrida en otros sectores, y que en ¨¦ste ser¨ªa de incalculables consecuencias, ante la cual el Estado, o sea, todos, salga una vez m¨¢s cargando con la peor de las partes.
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