Las cajas de ahorro deber¨¢n aumentar las reservas por decreto y disminuir su car¨¢cter ben¨¦fico social
Las cajas de ahorro, que han obtenido en 1982 cerca de 60.000 millones de pesetas de beneficios, deber¨¢n dedicar desde ahora mayores porcentajes de sus excedentes anuales a reservas, seg¨²n una disposici¨®n que preparan las autoridades. El objetivo es reforzar la pol¨ªtica de sanidad y seguridad de este tercio del sistema financiero, que administra m¨¢s de cinco billones de pesetas y debe competir con la banca. Su consecuencia m¨¢s inmediata: la reducci¨®n de dotaciones a obra ben¨¦fico-social, integradas en la actualidad por la tercera parte de los beneficios de cada ejercicio.
Tras una serie de consultas a las cajas de ahorro, la disposici¨®n est¨¢ siendo ultimada y cambiar¨¢ sensiblemente un Decreto de julio de 1975, que regul¨® la creaci¨®n y distribuci¨®n de los beneficios l¨ªquidos de dichas entidades, carentes de accionistas por su peculiar origen hist¨®rico-jur¨ªdico. En los siete a?os transcurridos hasta ahora, aquella regulaci¨®n ha quedado totalmente desfasada, seg¨²n opini¨®n extendida en las cajas y las autoridades monetarias y gubernamentales. Frente al tope m¨¢ximo fijado entonces a la dotaci¨®n anual de reservas sobre los beneficios despu¨¦s de impuestos, decisi¨®n que ven¨ªa siendo determinada por la cantidad destinada a obra ben¨¦fico-social, el proyecto invierte totalmente los t¨¦rminos. Una vez que lo apruebe el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, se establecer¨¢n los porcentajes m¨ªnimos que debe dedicar cada caja a reservas. En cambio, las dotaciones a obra ben¨¦fico-social tendr¨¢n car¨¢cter de m¨¢ximo y ser¨¢n determinados por las mayores necesidades de reservas.Desde 1975, la distribuci¨®n de excedentes depende del llamado coeficiente de garant¨ªa o porcentaje que suponen los recursos propios sobre los ajenos. Para ello, hab¨ªa una escala, que obligaba a llevar a reservas entre un 25% (coeficiente de garant¨ªa superior al 8%) y un 75% (coeficiente inferior al 3%). Las entidades entre el 3% y 4,99% deb¨ªan ocupar en reservas del 50% al 75% de sus excedentes despu¨¦s de saneamientos e impuestos. Del 5% al 7,99% de coeficiente, exig¨ªa llevar a reservas entre el 35% y el 75%.
Al serles as¨ª vedada a las cajas la posibilidad de ampliar capital, no han podido obtener patrimonio propio por dicha v¨ªa. Sus inversiones deben ser soportadas, por tanto, mediante el aumento de recursos propios a trav¨¦s de las reservas. La tentaci¨®n de expansionarse con financiaci¨®n ajena s¨®lo ha sido frenada porque la capacidad de expansi¨®n est¨¢ tambi¨¦n regulada en funci¨®n de los recursos propios.
Los problemas se han acentuado por el constante incremento de costes de la obra ben¨¦fico-social, la obligaci¨®n de detraer crecientes cantidades de excedentes para sanear las carteras de t¨ªtulos o cr¨¦ditos, y las consecuencias de la fuerte competencia con la banca.
Estrechamiento de m¨¢rgenes
Esta competencia ha provocado un estrechamiento de m¨¢rgenes entre el precio pagado por los dep¨®sitos y el cobrado por las inversiones. En muchos casos, ambas partidas han crecido tanto o m¨¢s que en los bancos, si bien todav¨ªa est¨¢n a niveles inferiores que en la banca. Paralelamente, algunas cajas han incrementado fuertemente sus costes para abrir nuevas oficinas, que en la banca se han triplicado durante la ¨²ltima d¨¦cada, pero en las cajas se han duplicado, una, tiene ahora 15.200 y las otras 9.400.Los m¨¢rgenes y costes apenas pueden ser soportados ya con la tradicional dedicaci¨®n de las cajas al ahorro popular, sobre todo por el mayor peso de los coeficientes e inversiones obligatorias (algo m¨¢s 50% en las cajas y en torno al 30% en la banca).
Aunque ninguna caja ha necesitado oficialmente acudir al Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, que ha actuado en casi una veintena de bancos, la disparidad de condiciones y el aumento de la competencia ha hecho temer que algunas est¨¦n muy lejos del nivel deseable de recursos propios.
Como se esperaba, en 1982 las cajas han ganado cuota del mercado de dep¨®sitos a la banca, despu¨¦s del equilibrio conseguido en 1981 y las p¨¦rdidas de a?os anteriores. Ello, l¨®gicamente, empuja al alza los beneficios -han aumentado cerca de un 10% en 1982, despu¨¦s de fuertes dotaciones a saneamientos -, pero tambi¨¦n los riesgos y los costes.
Menor obra ben¨¦fico-social
Ante tales circunstancias, la pol¨ªtica de autofinanciaci¨®n de las cajas ha sido intensa durante los ¨²ltimos a?os, en la medida de sus posibilidades. Globalmente, en 1981, mientras los bancos s¨®lo destinaron a reservas poco m¨¢s de la tercera parte de sus excedentes, ellas superaron ampliamente el 50%, dejando para la obra ben¨¦fico-social un 34% (algo menos de 20.000 millones de pesetas).A¨²n as¨ª, la obra ben¨¦fico-social, cuya dotaci¨®n ser¨¢ en el futuro m¨¢xima y no m¨ªnima (era el 25% de los beneficios para las cajas en peor situaci¨®n), ha llegado en los ¨²ltimos a?os a preocupar seriamente a los responsables de las cajas. Como est¨¢ limitada a la sanidad p¨²blica, investigaci¨®n, asistencia social, ense?anza y cultura, los gastos de mantenimiento de cada proyecto -guarder¨ªas, hospitales, bibliotecas, etc¨¦tera- han recortado en gran medida las nuevas inversiones.
Para afrontar estos problemas, recientemente las cajas adoptaron como objetivo prioritario el desacelerar el aumento de los gastos de mantenimiento (13.141 millones en 1981, adem¨¢s de otros 3.500 para inmovilizado), que en alg¨²n caso compromet¨ªan la cuenta de resultados. Tambi¨¦n decidieron coordinar los servicios sociales con los organismos p¨²blicos y prestar especial inter¨¦s a la obra cultural.
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