Regulaci¨®n y crisis en el capitalismo
Frente a la tendencia dominante en el pensamiento anglosaj¨®n, que, por analog¨ªa con la f¨ªsica mecanicista y determinista, concibe el sistema econ¨®mico como un sistema en equilibrio, que s¨®lo puede entrar en crisis como consecuencia de la aparici¨®n de factores ex¨®genos (y entre ellos, los sociales y pol¨ªticos) pero en ning¨²n caso por su propia din¨¢mica interna, en el pensamiento econ¨®mico franc¨¦s se ha ido configurando una escuela alternativa alrededor del concepto de regulaci¨®n.
Para ellos, si en la f¨ªsica moderna cada vez se tienen m¨¢s en cuenta los sistemas que se mantienen en equilibrio inestable gracias a la acci¨®n de fuerzas contrapuestas que peri¨®dicamente fluct¨²an, alterando el orden antiguo para crear otro nuevo, nada impide realizar la aproximaci¨®n ¨¢ los fen¨®menos Sociales y econ¨®micos desde una perspectiva similar. Lo que habr¨ªa que explicar no es tanto el que se produzcan cambios como los procedimientos por los que se mantiene una estructura dada durante un per¨ªodo determinado.
As¨ª, en el capitalismo ser¨ªa necesario plantearse c¨®mo es posible que, si bien las decisiones de producci¨®n y de consumo se toman descentralizadamente por un gran n¨²mero de agentes, sin embargo, los resultados de su interacci¨®n se ajusten de per¨ªodo en per¨ªodo. La raz¨®n se debe encontrar en que las decisiones de inversi¨®n se realizan para obtener una determinada tasa de beneficio,y que, al mismo tiempo, como cada empresa intenta obtener la m¨¢xima tasa posible, los capitalistas acudir¨¢n all¨ª donde exista un exceso de demanda, abandonando aquellas producciones donde lo que existe es exceso de oferta.
En este proceso hay capitales que, no pudiendo obtener una remuneraci¨®n suficiente, abandonan la producci¨®n, mientras que otros aumentan su dimensi¨®n gracias a la reinversi¨®n de los beneficios obtenidos (concentraci¨®n del capital). Este proceso es irreversible, de manera que la dimensi¨®n media de los capitales existentes crece constantemente a lo largo de la historia del capitalismo, lo que conlleva una paralela ampliaci¨®n del espacio de actuaci¨®n de las empresas (pasan de una dimensi¨®n regional a otra nacional, para pasar m¨¢s tarde a una dimensi¨®n transnacional).
Desde esta perspectiva, el espectacular crecimiento de las econom¨ªas capitalistas en la posguerra se debe explicar en base a dos factores. En primer Jugar, la adecuaci¨®n entre el nivel de concentraci¨®n del capital y las estructuras institucionales puestas en marcha, de forma que a la existencia de grandes grupos monopolistas que operan a escala nacional corresponde la actuaci¨®n del Estado que, mediante la planificaci¨®n y otras formas de actuaci¨®n administrativa, se encarg¨® de conseguir que lo producido y lo demandado coincidieran terciando al mismo tiempo en las disputas entre las diferentes fracciones del capital. Pero el mismo ¨¦xito de los procedimientos de regulaci¨®n puesto en marcha gener¨® nuevas contradicciones. Las grandes corporaciones, al reinvertir sus beneficios, crecieron de tama?o, y el espacio nacional se les qued¨® peque?o para las nuevas escalas de producci¨®n a las que iban siendo capaces de actuar. De esta manera surge y se generaliza el fen¨®meno de las transnacionales. Frente a ello, los Estados cada vez disponen de menos poderes efectivos. Las liquideces de estas empresas acaban siendo mayores que las de los bancos centrales, pueden hacer aparecer fiscalmente los beneficios en pa¨ªses que no tienen nada que ver con aquellos donde han sido realizados, fijan precios y salarios sin tener en cuenta las pol¨ªticas de rentas de cada Gobierno, localizan y deslocalizan plantas industriales, sin importarles la coherencia d¨¦ los antiguos sistemas productivos nacionales, internacionalizan las t¨¦cnicas destruyendo las tecnolog¨ªas locales. Y todo esto, mientras mantienen entre ellas una feroz competencia que conlleva la aceleraci¨®n de la concentraci¨®n de los capitales, al mismo tiempo que su diversificaci¨®n inter e intrasectorial.
No existe en esta fase ning¨²n procedimiento por el cual se pueda conseguir ajustar las necesidades a lo producido en el nuevo espacio econ¨®mico (el mundial) donde act¨²an estas empresas. De ah¨ª la acuciante discusi¨®n sobre la necesidad de pol¨ªticas e instituciones supranacionales. De ah¨ª tambi¨¦n, ante su ausencia, el caos actual del sistema monetario y financiero internacional, fiel reflejo del caos econ¨®mico.
El segundo factor tiene relaci¨®n con los nuevos procesos de trabajo en cadena (fordismo) puestos en marcha, de forma generalizada, despu¨¦s de la guerra. El enorme incremento de productividad que trajeron consigo permiti¨® (y oblig¨®, para dar salida a lo producido) aumentos simult¨¢neos y permanentes de los salarios y de los beneficios. Pero lleg¨® un momento el que los aumentos de productividad no pudieron mantenerse al ritmo anterior, fuera por causas f¨ªsicas (se puede pasar de un turno de ocho horas por d¨ªa a tres, pero no a m¨¢s), pol¨ªticas (contestaci¨®n obrera a las condiciones de trabajo) o por las contradicciones generad¨¢s, (los costes de la contaminaci¨®n y, congesti¨®n urbana, por ejemplo).
Si en un primer momento la reacci¨®n de los capitalistas fue acelerar la inversi¨®n en bienes de equipo (lo que explicar¨ªa la aparente recuperaci¨®n de principios de los setenta), eso no hizo mas que aumentar las contradicciones, creando mayores capacidades de producci¨®n que nunca llegar¨ªan a ser utilizadas plenamente.
Con este planteamiento no se. acepta la evoluci¨®n del producto nacional c¨®mo ¨²nico indicador de la actividad econ¨®mica, y se situa a mediados-finales de los a?os sesenta el inicio de la crisis. Efectivamente, es entonces cu¨¢ndo se abandona de hecho la convertibilidad del d¨®lar (y con ella, el sistema nacido en Bretton Woods), aumenta el n¨²mero de horas de huelga, suben las tasas de paro e inflaci¨®n, disminuyen las tasas de aumento de la productividad y disminuye la rentabilidad del capital. Por ello, no se puede considerar en ning¨²n caso que sea la subida de los precios del petr¨®leo el detonante de la crisis.
En este contexto es dif¨ªcil comprender las pol¨ªticas econ¨®micas de los que, como Reagan, nos quieren hacer volver a lo que ellos llaman edad de oro del capitalismo. Los tiempos que se fueron nunca volver¨¢n a ser, y el mundo qu¨¦ saldr¨¢ de la crisis ser¨¢, en cualquier caso, muy diferente del que hemos conocido. Que se nos diga que para salir de ella en una v¨ªa capitalista es necesario doblegar a los sindicatos para que los trabajadores acepten disminuciones d¨¦ sus salarios reales, sea. Pero sepamos al menos. d¨®nde estamos y de d¨®nde venimos, ya que es dif¨ªcil pensar que saben a d¨®nde vamos.
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