Suben los impuestos
DECIDIDAMENTE, EL Gobierno socialista est¨¢ dispuesto a subir los impuestos y a aumentar la recaudaci¨®n. Un decreto ley de finales de a?o aument¨® los tipos del impuesto del tr¨¢fico de empresas mientras se reduc¨ªan las posibilidades de desgravaci¨®n por inversiones. Suced¨ªa esto despu¨¦s de que la depreciaci¨®n de la peseta hubiera incrementado la base impositiva para los art¨ªculos de importaci¨®n, mientras que el alza de los precios de los carburantes y combustibles no s¨®lo repercut¨ªa la modificaci¨®n del tipo de cambio y la recuperaci¨®n de los atrasos recaudatorios del Gobierno Calvo Sotelo, sino que tambi¨¦n elevaba de paso la fiscalidad. La recaudaci¨®n por las cuotas de la Seguridad Social acaba de aumentar y, al cobrar el sueldo, los ciudadanos se van a encontrar con un incremento de las retenciones en el Impuesto sobre la Renta de las Personas F¨ªsicas. Para el futuro se anuncia un aumento de este impuesto, o sea, que las mayores retenciones no ahorrar¨¢n tampoco pagos al realizar la liquidaci¨®n definitiva.En el sobre de enero, los asalariados han comprobado que el Estado les retiene a cuenta una cantidad algo mayor que la del a?o anterior. Si todav¨ªa no se ha producido la revisi¨®n salarial, resulta que los ingresos netos son inferiores a los cobrados el pasado a?o. ?Bueno, siempre est¨¢ el consuelo de que algo se arreglar¨¢ cuando se produzca la revisi¨®n salarial!, lo que tampoco es verdad. Basta un sencillo ejemplo para demostrarlo. El caso es el de un trabajador soltero con unos ingresos brutos anuales de un mill¨®n de pesetas en 1982. Con un coeficiente de retenci¨®n del 20% le quedaba un remanente neto de 800.000 pesetas. Al comenzar 1983, el ¨ªndice del coste de vida ha aumentado un 14% y si ahora suponemos que su empresa decide elevarle el sueldo en ese porcentaje, cobrar¨¢ 1.140.000 pesetas, pero su capacidad adquisitiva ser¨¢ la misma que la del mill¨®n de 1982. Sin embargo, una misma retenci¨®n del 20% aplicada al nuevo sueldo le detrae 228.000 pesetas, de modo que por el simple juego de la inflaci¨®n las 800.000 pesetas netas de 1982 son ahora 772.000 pesetas en capacidad adquisitiva equivalente. Si, adem¨¢s, aumenta el tipo de retenci¨®n, como ya ha ocurrido, el deterioro en la renta individual es todav¨ªa mayor. El doblemente beneficiado es el Estado.
Esta avidez recaudatoria del Gobierno socialista, por lo pronto grava a los contribuyentes habituales dependientes de un salario, y no de otras rentas, fundamentalmente de la clase media y mayoritariamente votantes del PSOE Los defraudadores quedan, por definici¨®n, fuera. Y los muy pobres siguen natural y justificadamente exentos. En estas condiciones la impotencia ante la llegada de la cuchilla fiscal reaviva el recuerdo de las repetidas promesas electorales de los socialistas de descubrir las bolsas ocultas de fraude que el atribulado contribuyente identifica con los ricos y los defraudadores totales o parciales.
La reforma fiscal de 1978 consigui¨® elevar la presi¨®n fiscal en Espa?a, sobre todo a trav¨¦s del impuesto sobre la renta. El peso de los impuestos directos (aquellos que gravan las rentas) aument¨® a expensas de los indirectos (los que gravan el acto de consumo y que, salvo algunas dudas en el caso del lujo, repercuten m¨¢s que proporcionalmente en las clases con menores ingresos) pero la reforma en el impuesto sobre la renta no ha terminado todav¨ªa su cometido y para ello bastar¨ªa con comparar la presi¨®n que ejerce este impuesto en Espa?a y en otros pa¨ªses industriales. Los profesionales liberales, sobre todo aquellos instalados en las elites tradicionales del poder, siguen manteniendo circunstancias de privilegio fiscal que la ley de incompatibilidades no ayudar¨¢ a corregir.
Naturalmente, estos sacrificios tributarios obligan a unas contrapartidas por el lado del gasto p¨²blico. Hay muchas familias encuadradas en los tramos m¨¢s machacados por los impuestos, que se lamentan de la escasez y baja calidad de unas contraprestaciones en t¨¦rminos, por ejemplo, de educaci¨®n o en una larga serie de servicios p¨²blicos. Porque, aunque resulte evidente que quienes tienen ingresos por encima de la media deben contribuir tambi¨¦n por encima de la media a los gastos de la comunidad, la comunidad, a trav¨¦s del Estado, debe ofrecerles la demostraci¨®n de que el dinero que ha recaudado se administra con orden y eficacia, m¨¢xime cuando los gastos aumentan de manera vertiginosa.
En los dos ¨²ltimos ejercicios, los gastos no financieros del sector p¨²blico han crecido anualmente en un 19,5% y un 21%. Los ingresos, sin embargo, s¨®lo lo han hecho a raz¨®n del 13% en 1982 y , del 17,8% en 1981. Como, adem¨¢s, los gastos p¨²blicos son superiores a los ingresos, en 1,2 billones de pesetas, que es la cifra del d¨¦ficit en 1982, ser¨ªa preciso que la presi¨®n fiscal se incrementase de manera sustancial, a menos que el Gobierno socialista actuase con enorme energ¨ªa en la administraci¨®n y reducci¨®n de los gastos p¨²blicos.
En definitiva, no va a ser bastante el que todos los ciudadanos paguen m¨¢s y que se cumpla lo prometido repetidamente en el programa electoral del PSOE de descubrir las bolsas de fraude, si no se acompa?a este aumento de la recaudaci¨®n con una cumplida gesti¨®n de los gastos p¨²blicos. Estos ¨²ltimos d¨ªas, los ciudadanos han le¨ªdo las noticias sobre las ayudas por valor de 40.000 millones de pesetas al Banco Hispano, la entrega a UTECO de 30.000 millones de pesetas para devolver en un plazo de 33 a?os y la reapertura de las explotaciones de minerales del suroeste de Espa?a a trav¨¦s del proyecto PRESUR. Estas inexcusables generosidades y quiz¨¢ otras en perspectiva deben ser pagadas con el dinero de los contribuyentes, lo que obligar¨¢ no s¨®lo a encontrar de modo inexcusable esas bolsas de fraude, sino tambi¨¦n, y por desgracia, a incrementar la presi¨®n fiscal en los de siempre que se preguntan hacia d¨®nde va el gasto p¨²blico y si de verdad est¨¢n pagando todos.
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