Ariel Sharon, un 'halc¨®n' entre los 'halcones'
En aquella ma?ana de principios de agosto, la estrella de David pintada en la carlinga del helic¨®ptero desaparec¨ªa por intervalos tras la cortina del humo de los incendios provocados por las explosiones de los proyectiles disparados sobre las posiciones israel¨ªes por la artiller¨ªa de los palestinos cercados en Beirut. Desde la cabina de pilotaje s¨®lo se ve¨ªa humo y llamas, y el piloto giraba en el aire sobre las colinas que circundan Beirut por el Noreste, buscando in¨²tilmente el lugar previsto para posarse.Consciente del riesgo que supon¨ªa seguir dando vueltas a escasos metros del suelo, en pleno bombardeo, el aviador se volvi¨® hacia sus acompa?antes: "Es mejor que regresemos si queremos evitar que los palestinos acaben por derribarnos". Desde un asiento trasero, un hombre vestido con vaqueros y con una amplia camisa de cuadros se levant¨® malhumorado, le arrebat¨® el mapa, ech¨® un vistazo al paisaje y le se?al¨® con el ¨ªndice en tono autoritario: "?All¨ª es donde tienes que aterrizar!".
Minutos despu¨¦s, el aparato tomaba tierra, y de detr¨¢s de los sacos de arena surg¨ªan soldados israel¨ªes. M¨¢s de uno de los reclutas del Tsahal debi¨® pensar en aquel momento que, de no haberse encontrado Ariel Sharon a bordo del helic¨®ptero, el aparato nunca hubiese aterrizado en medio de tanto ca?onazo. El ministro de Defensa de Israel tiene fama de hombre valiente, temerario incluso.
Nada m¨¢s en el suelo, Sharon corri¨® hasta un puesto de observaci¨®n desde donde pudo contemplar una vez m¨¢s la primera capital ¨¢rabe sitiada, y m¨¢s tarde con quistada, por el Ej¨¦rcito israel¨ª, por su ej¨¦rcito, el cuarto mas poderoso del mundo, seg¨²n el Instituto de Estudios Estrat¨¦gicos de Londres. Nadie, en aquel momento, hubiese dudado de que el sue?o secreto de Ariel, de 54 a?os de edad, suceder al frente del Gobierno a un Men¨¢jem Beguin viejo y cardi¨¢co, estuviese entonces a su alcance. Pero el veredicto de la comisi¨®n Kahane pone en entredicho no s¨®lo su carrera pol¨ªtica sino la militar.
Ariel Sharon naci¨® en 1928 en Kefar Malal, pueblo cooperativo jud¨ªo situado en el valle de Sharon, en el centro de Palestina, bajo mandato brit¨¢nico, adonde sus padres, Samuel y D¨¦bora, sionistas convencidos, hab¨ªan emigrado en la posguerra mundial, de la regi¨®n de Brest Litovsk, hacia la tierra prometida.
Con tan s¨®lo catorce a?os, Ariel es ya miembro de pleno derecho de la Gadna, un grupo paramilitar formado por adolescentes, vinculado a la Haganah, el ej¨¦rcito clandestino de la organizaci¨®n sionista. Sus primeros grandes combates los librar¨¢, sin embargo, a partir de 1947, y un a?o m¨¢s tarde, durante la primera guerra ¨¢rabe-israel¨ª, ser¨¢, con tan s¨®lo veinte a?os, gravemente herido en el vientre, durante un enfrentamiento en Latrun, en pleno valle de Sharon.
Ariel Sharon volvi¨® a ser un hombre de acci¨®n a partir de 1953, cuando, a propuesta suya, el entonces jefe de Estado Mayor, general Mardoqueo Makleff, aprob¨® la creaci¨®n del tristemente c¨¦lebre Comando 101, encargado de llevar a cabo represalias en Cisjordania y Gaza, entonces bajo soberan¨ªa jordana y egipcia, respectivamente, por las incursiones de guerrilleros ¨¢rabes en territorio israel¨ª.
El asesinato por varios fedayin de una mujer israel¨ª y de sus dos hijos en las cercan¨ªas de Tel Aviv le brind¨® la oportunidad de estrenarse al frente del Comando 101, compuesto por veteranos de la guerra de independencia vestidos generalmente de paisano, cuando recibi¨® la orden de atacar el pueblo cisjordano de Kibya, herir a "diez o doce habitantes" y volar una decena de casas.
Sharon excedi¨® la ¨®rdenes. Sus hombres encerraron a la poblaci¨®n en sus casas y las dinamitaron. Hubo 46 casas destruidas y 69 personas, la mitad mujeres y ni?os, resultaron muertas. La matanza origin¨® la primera condena del Estado hebreo en las Naciones Unidas, y el entonces primer ministro, David Ben Guri¨®n, asegur¨® no haber ordenado- una incursi¨®n de tal envergadura, pero no se atrevi¨® a castigar a Sharon, que empezaba a ser popular.
El vicio de mentir
"Ignoraba que hubiese gente; dentro", dijo Sharon para justificarse. "Ariel ser¨ªa un buen l¨ªder si consiguiese liberarse del vicio de mentir", escribi¨® Ben Guri¨®n en su diario, publicado a?os m¨¢s tarde. El asunto se olvid¨® r¨¢pidamente y Moshe Dayan, entonces jefe de operaciones del Tsahal, ampli¨® el comando de ¨¦lite de Sharon, convirti¨¦ndolo en una brigada paracaidista, la 202.
El comandante Sharon fue, sin embargo, estrepitosamente derrotado cuando incumpli¨® una vez m¨¢s las ¨®rdenes de sus superiores en la guerra ¨¢rabe-israel¨ª de 1956, al lanzar en el Sina¨ª a sus paracaidistas al ataque de una posici¨®n egipcia en el paso de Mitla, donde una emboscada del Ej¨¦rcito de Gamal Abdel Nasser cost¨® a la brigada 202, nada menos que 39 muertos y 120 heridos.
Varios oficiales de su propia unidad se pronunciaron por la dimisi¨®n inmediata de Ariel Sharon, que les achacaba descaradamente la responsabilidad del fracaso, y Moshe Dayan, entonces ya jefe de Estado Mayor, estuvo a punto de citarle ante un consejo de guerra por insubordinaci¨®n, pero no lo lleg¨® a hacer porque, seg¨²n escribi¨® en sus memorias, el c¨®digo militar israel¨ª prev¨¦ sanciones por no hacer lo suficiente, pero no por exceder las ¨®rdenes.
Desgracias familiares
La fulgurante carrera del que sus partidarios llaman ya el Le¨®n del Desierto, y no dudan en compararlo con el brillante general norteamericano de la segunda guerra mundial George S. Patton, contrasta, a principios de los sesenta, con una vida privada ensombrecida en 1961 por la muerte accidental en carretera de su primera mujer, y poco despu¨¦s, de su primer hijo, fallecido cuando se le dispar¨® la pistola de su padre, con la que este le dej¨® jugar.
Ariel se cas¨® poco despu¨¦s con Lilli, hermana de su difunta esposa, pintora, con la que tuvo dos hijos y con la que comparte su vida entre un peque?o piso del suburbio residencial de Rehovot, cerca de Tel Aviv, y su rancho de mil ¨¢reas al sur de Beersheba, en el desierto del Neguev, donde cultiva algunos agrios, algod¨®n y cr¨ªa caballos, con los que le gusta ser retratado, d¨¢ndose as¨ª un aire de vaquero en el Lejano Oeste americano.
La guerra de los seis d¨ªas, en junio de 1967, pondr¨¢ de relieve todo el talento de Sharon como es tratega militar. Comandante del frente sur, el mas j¨®ven general de divisi¨®n de Israel recuperar¨¢ toda la confianza de Moshe Dayan, se vengar¨¢ de la derrota sufrida en el paso de Mitla y tendr¨¢ la satisfacci¨®n de ver figurar su haza?a b¨¦lica en todos los manuales de instrucci¨®n de las academias militares.
En una ofensiva nocturna, a la luz de las bengalas, su divisi¨®n arras¨® el campamento fortificado egipcio de Abu Ageila, tom¨® el famoso paso de Mitla y acab¨® conquistando un pasillo vital que desembocaba en el canal de Suez. Sharon recobr¨® un enorme prestigio en: Israel, a pesar de que algunas informaciones de Prensa dieron a entender que sus hombres mataron deliberadamente a los presos de guerra. El propio Sharon reconoci¨® seis a?os despu¨¦s en una entrevista al semanario londinense The Observer que "no hab¨ªa hecho especiales esfuerzos para capturar prisioneros".
Su actuaci¨®n durante esta guerra ser¨¢ s¨®lo un anticipo de su pol¨ªtica de represi¨®n en la franja de Gaza y en el desierto del Sina¨ª, sobre los que ejerci¨® su autoridad a partir de 1967 como comandante en jefe del frente sur. En su lucha contra las organizaciones palestinas radicales, Sharon cerca amplias zonas urbanas con alambradas de espinos, mina unos trescientos kil¨®metros de carretera, abre arterias, arrasando con excavadoras chabolas de los campamentos de refugiados para facilitar las incursiones del Ej¨¦rcito, expulsa violentamente a 6.000 beduinos del Sina¨ª para sustituirlos por asentamientos de colonos jud¨ªos, y de noche sus hombres se apostan en los barrios conflictivos y disparan contra todo bicho viviente.
Por la ma?ana, Sharon, sentado en su despacho, tachaba en sus listas los nombres de las v¨ªctimas de la noche. "Ajuste de cuentas entre ¨¢rabes", se?alaba en sus informes.
Ariel considera Gaza pacificada y su misi¨®n terminada a finales de 1972, y ¨¦l, "Rey de Israel", solo se merece ahora el m¨¢ximo destino del Ej¨¦rcito israel¨ª: la jefatura del Estado Mayor. Peno Golda Meir, que dirige entonces al Gobierno israel¨ª, lo considera demasiado impulsivo y dogm¨¢tico para asumir el cargo, y le aparta del escalaf¨®n, impidi¨¦ndole as¨ª acceder al puesto. Sharon no soporta la afrenta, se quita el uniforme y abandona el Ej¨¦rcito para lanzarse al ruedo de la pol¨ªtica.
Liberado de la obligaci¨®n de reserva que conlleva el uniforme, Sharon se deshace en declaraciones intempestivas en las que asegura orgulloso que Israel puede ocupar en una semana toda la regi¨®n entre Argel y Jartum hasta Bagdad". "Somos m¨¢s fuertes que toda Europa junta", dice.
El general preparaba tranquilamente su campa?a electoral de cara a las elecciones legislativas de noviembre cuando, el 6 de octubre de 1973, los ej¨¦rcitos sirio y egipcio desencadenan la cuarta guerra ¨¢rabe-israel¨ª. Ni corto ni perezoso, Sharon, "con la gracia de un oso pone sus 130 kilogramos en movimiento", cuenta un periodista israel¨ª, y al volante de su coche corre, mucho antes de haber recibido su orden de movilizaci¨®n, hacia el cuartel general del frente sur, cuya direcci¨®n le ha sido arrebatada meses antes por el general Samuel Gonen, al que exige inmediatamente un mando de tropa.
En la guerra del Yom Kipur, o del Ramadan, el "Rey de Israel" se ganar¨¢ el t¨ªtulo de emperador. En primera fila, dirigiendo una espectacular operaci¨®n muy costosa en vidas humanas, pero que cambiar¨¢ el curso de la guerra, Sharon romper¨¢ las l¨ªneas defensivas egipcias y cruzar¨¢ con sus tropas el canal de Suez, estableciendo la primera cabeza de playa del Tsahal en territorio africano, concretamente en Ismailia. El Cairo est¨¢ entonces al alcanc¨¦ el Ej¨¦rcito de Israel.
Pero esta vez Sharon acatar¨¢ las ¨®rdenes. Deseoso de proseguir su avance, el general pide urgentemente refuerzos al Estado Mayor, que le contesta orden¨¢ndole que construya fortificaciones y proteja los puentes que utiliz¨® para cruzar el canal. Ariel se lo piensa un momento, pero, aunque a rega?adientes, acaba obedeciendo. Algo frustrado por no haber rematado su victoria conquistando nuevos territorios antes de la proclamaci¨®n por la ONU del alto el fuego, declarar¨¢ en febrero de 1974 al New York Times: "Derrotamos a los egipcios, pero no acabamos la guerra".
La vuelta a la pol¨ªtica
Sharon ha salvado a Israel, pero no por eso ser¨¢ considerado apto por el Gobierno laborista para ocupar la jefatura del Estado Mayor. Decepcionado, "esa guerra que busca un campo de batalla", como lo definen sus enemigos, vuelve a la monoton¨ªa de la vida pol¨ªtica al ser elegido a la Kneset (parlamento) en diciembre de 1973, donde no tardar¨¢ en distinguirse, tratando a uno de sus colegas de "prostituta de la pol¨ªtica" y amenazando a otro con "extenderle desnudo sobre una mesa".
La escasa receptividad de los partidos para presentarle a los comicios de 1977 le obligar¨¢ a fundar su propia formaci¨®n pol¨ªtica, el Shalomsion (Paz del Si¨®n), con la que obtendr¨¢ s¨®lo dos esca?os en el Parlamento. Sharon iniciar¨¢, sin embargo, aquel a?o una brillante carrera pol¨ªtica al integrar a su minipartido en la coalici¨®n electoral Likud (Unidad), que acaudillada por Men¨¢jem Beguin acaba de hacerse con el poder. El premier Beguin le ofrece, a cambio de su adhesi¨®n, la cartera de Agricultura, que acepta gustoso porque de ¨¦l va a depender la pol¨ªtica de asentamientos en Cisjordan¨ªa y Gaza, que se apresura en multiplicar.
Cuando el entonces ministro de Defensa, Ezer Weizman, renuncia al cargo, Sharon cree que ha llegado por fin su hora para dirigir el Ej¨¦rcito israel¨ª. Pero la mayor¨ªa de sus colegas del Gabinete se oponen firmemente a ello y el primer ministro se hace personalmente cargo del codiciado Ministerio. Medio en broma medio en serio, el propio Beguin acaba reconoci¨¦ndo: "Sharon es capaz de cercar la presidencia del Consejo con sus carros de combate".
A principios de 1981, el Likud parece hundido, los sondeos electorales no le prometen ya una mayor¨ªa en los pr¨®ximos comicios de junio y Beguin est¨¢ cansado y enfermo. A Sharon se le ocurre la brillante idea de transportar en autobuses a 300.000 electores potenciales para ense?arles la nueva frontera de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza. Muchos, a su regreso de la excursi¨®n, han decidido votar Likud.
Cuando forma su segundo Gobierno Beguin agradecido, no puede por menos que nombrar ministro de Defensa a aquel hombre que Mardoqueo Gur, su ex jefe, describi¨® en sus memorias "como motivado por el poder y que piensa que los problemas se resuelven con el empleo de la fuerza". "Arik", conclu¨ªa, "es un peligro para nuestras libertades democr¨¢ticas".
Su ¨²ltimo 'invento'
La invasi¨®n de L¨ªbano hasta una franja de cuarenta kil¨®metros al norte de la frontera israel¨ª es en gran parte un invento suyo que consigui¨® hacer aprobar por el Gobierno. La superaci¨®n por el Tsahal de ese l¨ªmite, el prolongado cerco de Beirut y, por fin, la conquista de la capital libanesa y la autorizaci¨®n dada a la milicia falangista cristiana libanesa para que penetrasen en los campamentos palestinos de Sabra y Chatila, d¨®nde perpetr¨® una matanza atroz, responden tambi¨¦n a un plan suyo que ni siquiera se molest¨® en someter al Gabinete.
Cuando la comisi¨®n encargada de investigar la matanza le pregunt¨® el 25 de octubre si no pod¨ªa prever lo que iba a suceder en Chatila si permit¨ªa entrar a los falangistas, Sharon contest¨®: "Sab¨ªamos que habr¨ªa v¨ªctimas civiles, pero en ning¨²n momento nos imaginamos que tales matanzas se producir¨ªan. Nunca evocamos tal posibilidad". David ben Guri¨®n el escribi¨® en sus memorias: "Ariel ser¨ªa un buen l¨ªder si consiguiese liberarse del vicio de mentir".
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