Los vecinos de La Muela impiden que se lleven a Suiza al hijo de un emigrante
Una aldea de la serran¨ªa de C¨¢diz se interpone entre Pedrito y los tribunales suizos
Pedrito G¨®mez cumplir¨¢ dentro de unos d¨ªas siete a?os. Con catorce meses, su padre, un emigrante andaluz, se lo trajo a La Muela de Algodonales (C¨¢diz) desde Suiza, huyendo de la madre, Daniele. Seis a?os despu¨¦s de aquella espant¨¢ los habitantes de esta peque?a aldea apoyan como un solo hombre al padre, y no quieren que el ni?o vuelva a Suiza junto a su madre, pese a la reclamaci¨®n de la justicia. Esta familia ha protagonizado un largo y complejo proceso judicial, una vez que el amor abandon¨® el hogar y los demonios entraron en el jard¨ªn.
La Muela tiene tan s¨®lo una larga calle que la corta en dos mitades. Es una aldea blanca y limpia, perdida en un rinconcito de la serran¨ªa de C¨¢diz. Sus cuatrocientos vecinos viven del campo, del ganado, de los chaparros, de los olivos y del empleo comunitario: cuatro jornales de unas 1.200 pesetas diarias a la semana que se reparten entre ochenta jornaleros. Uno de ellos es Sebasti¨¢n G¨®mez, padre de Pedrito, quien en el a?o 1972 tambi¨¦n tuvo que hacer la escapada hacia la emigraci¨®n.El pasado lunes, dos coches, uno del juzgado y otro de la Guardia Civil, se internaron lentamente en la ¨²nica calle. De ellos se apearon el juez de Arcos de la Frontera, el secretario del juzgado y el abogado representante de la madre, Alfonso Patr¨®n. A la expectativa quedaron un sargento y un n¨²mero de la Guardia Civil. En esta aldea apartada la comunicaci¨®n oral funciona con resortes m¨¢gicos: "?Vienen a llevarse al ni?o!". Pedrito est¨¢ en la escuela; su padre, trabajando en un campo pr¨®ximo. Gabriel Siles, director de la escuela y alcalde de barrio de La Muela, corre a avisar al padre. En pocos minutos, todos, familiares y vecinos, se concentran en las instalaciones del colegio.
El juez les comunica que viene a recoger al ni?o para entreg¨¢rselo a su madre, que ha regresado de Suiza y se encuentra en Villamart¨ªn (a unos veinte kil¨®metros) esperando. Tiene que dar cumplimiento a una orden de exhorto para que se cumpla la sentencia dictada por el tribunal eclesi¨¢stico de Friburgo (Suiza), que otorg¨® la patria potestad a la madre. Los vecinos les rodean, est¨¢n nerviosos, nadie quiere que el ni?o se vaya.
Pedrito G¨®mez llora. "Yo no quiero ir con mi madre". El ni?o patalea y el juez desiste de llev¨¢rselo. Para ¨¦l, la situaci¨®n ha sido violenta y dram¨¢tica, y, adem¨¢s, ni tan siquiera ha estado presente la madre del ni?o, por lo que no pod¨ªa proceder a la orden del exhorto, que indicaba expresamente que deb¨ªa entregar el ni?o a ella.
Aunque no pudo llevarse a efecto el exhorto, el juez confesaba a EL PAIS que su actuaci¨®n hab¨ªa sido correcta. Desde luego que no est¨¢ de acuerdo en ofrecer una imagen a trav¨¦s de la cual podr¨ªa darse a entender que ciertas actitudes de fuerza eludir¨ªan el que se cumpliesen las ¨®rdenes de la justicia. El propio juez finalizaba pregunt¨¢ndose sin encontrar respuesta: "?Qu¨¦ puede hacer la justicia ante un caso como ¨¦ste?".
Pedrito no se fue con su madre, se qued¨® en la escuela. Sus compa?eros tambi¨¦n estaban contentos y le regalaron tortuguitas y otras figuras de sus trabajos manuales. A estos alumnos no es ¨¦ste el primer caso dram¨¢tico que se les presenta; hace ahora dos a?os sufrieron un tremendo impacto cuando un autob¨²s escolar lleno de ni?os se despe?¨® en una carretera pr¨®xima. En este accidente murieron dos de sus compa?eros.
Voy a por tabaco
Esta historia comenz¨® en abril de 1977, cuando Sebasti¨¢n G¨®mez, casado con Daniele Emery Paqueret, de cuyo matrimonio hab¨ªa nacido Pedrito, que contaba entonces catorce meses de edad, dijo que iba a comprar cigarrillos. Sali¨® con el ni?o de su casa, en la localidad suiza de Chaux de Fonds, compr¨® un biber¨®n para el beb¨¦ y se meti¨® en un avi¨®n para Espa?a. Esta decisi¨®n estaba planeada desde quince d¨ªas antes, al ver que sus problemas matrimoniales no se solucionaban.Sebasti¨¢n G¨®mez era un trabajador emigrante andaluz en Suiza, donde hab¨ªa trabajado en la construcci¨®n y de jardinero. Un a?o escaso antes de huir con su hijo hab¨ªa contra¨ªdo nupcias con Daniele. En La Muela de Algodonales pasaron las Navidades de 1976 All¨ª, un incidente amarg¨® su estancia: Sebasti¨¢n dice que ¨¦l se encontraba en el bar y "ella vino a buscarme para ir a cenar. Le dije que esperara y me dio un tortazo. De esto hay testigos, no hubo ning¨²n esc¨¢ndalo p¨²blico". Alfonso Patr¨®n, actual abogado representante de Daniele, afirma contrariamente que Sebasti¨¢n le peg¨® una paliza a su mujer. Las dos versiones est¨¢n encontradas, y para Sebasti¨¢n se trata "de un montaje de ella y su abogado; yo no le he puesto un dedo encima".
Pero este incidente parece ser que tan s¨®lo era la cresta del iceberg. Ya por aquellas fechas el matrimonio no se entend¨ªa bien. En la aldea, por otra parte cerrada a lo extra?o, Daniele cay¨® mal. La familia de Sebasti¨¢n no es parca en palabras a la hora de opinar: "No cuidaba al ni?o, a pesar de que ella no trabajaba entonces y ten¨ªa tiempo para hacerlo". Tambi¨¦n la acusan de ser descuidada en el hogar, y para m¨¢s desgracia, Daniele no sabe hablar castellano.
El matrimonio regres¨® a Suiza tras las vacaciones. En la mente de Sebasti¨¢n, seg¨²n confiesa ahora, ya se estaba larvando la idea de la separaci¨®n matrimonial, hasta que un d¨ªa se fue a por tabaco junto con su hijo y no volvi¨®.
Proceso judicial
Para Pedro G¨®mez, hermano de Sebasti¨¢n, tambi¨¦n emigrante quince a?os en Suiza y su aut¨¦ntico asesor, este caso es uno de los miles que se han producido entre emigrantes espa?oles que regresaron a Espa?a con sus hijos, abandonando a sus mujeres de otras nacionalidades. Despu¨¦s de un largo proceso judicial de seis a?os, Sebasti¨¢n y Daniele ya forman parte de los matrimonios separados, s¨®lo que en Suiza, donde la madre obtuvo primero una sentencia separatoria judicial civil y m¨¢s tarde otra eclesi¨¢stica. Ambas sentencias eran favorables a Daniele, otorg¨¢ndole la patria potestad sobre el hijo y una asignaci¨®n econ¨®mica que nunca ha llegado a recibir. Este es otro de los puntos conflictivos, pues mientras Sebasti¨¢n dice que s¨ª le ha reclamado los 400 francos suizos de la asignaci¨®n para ella y los 450 para el ni?o, el abogado de Daniele niega este punto, indicando que su representada nunca ha reclamado tal cantidad, debido fundamentalmente a los pocos recursos econ¨®micos de su ex marido.La sentencia de separaci¨®n eclesi¨¢stica dictada por el tribunal de Friburgo ha sido la causante de dos exhortos que debiera haber ejecutado el juzgado de Arcos de la Frontera, el primero en 1979 y el segundo en 1980, adem¨¢s de la ¨²ltima orden, que se intent¨® cumplir el pasado lunes.
En el exhorto de 1979 Sebasti¨¢n rechaz¨® la sentencia causante del mismo, argumentando que ¨¦l no hab¨ªa sido citado a declarar en el juicio. Con tal motivo escribi¨® por su cuenta una carta al tribunal eclesi¨¢stico de Sevilla, exponi¨¦ndole las circunstancias de su caso. Meses despu¨¦s recibi¨® una respuesta en la que se le anunciaba que la sentencia era firme.
En 1980 tampoco se lleg¨® a entregar el ni?o a la madre, al presentar el padre una serie de certificados m¨¦dicos que demostraban una enfermedad al¨¦rgica de Pedrito que en aquellos momentos le imped¨ªa viajar hasta Suiza. Y, por ¨²ltimo, la semana pasada tampoco se ejecut¨® el exhorto. Sebasti¨¢n es tajante: "Yo creo que no me va a pasar nada, y, adem¨¢s, el ni?o se queda conmigo".
El ni?o se queda
En La Muela de Algodonales nadie quiere que el ni?o se vaya, por lo menos hasta que no cumpla los 18 a?os y ¨¦l pueda decidir libremente. Entre los vecinos se est¨¢n recogiendo firmas, amparadas por el claustro de profesores de la escuela. El cura p¨¢rroco de Algodonales, localidad de la que depende administrativamente la aldea, califica en un certificado este caso como "atropello del derecho humano de un menor y sus familiares". Tambi¨¦n el m¨¦dico de cabecera de Pedrito, el doctor Jes¨²s Fern¨¢ndez Bautista, certifica que, dados los procesos de alergia a la humedad que padece Pedrito, "considera imposibe que este ni?o sea trasladado a otro pa¨ªs con mayor ¨ªndice de humedad y fr¨ªo, lo cual perjudicar¨ªa y regresar¨ªa su estado de salud a los principios de hace seis a?os".Los profesores de Pedrito sostienen que est¨¢ perfectamente integrado en la poblaci¨®n escolar del centro, y que su traslado a Suiza ser¨ªa un trauma para ¨¦l, por las diferencias sociales, culturales y ling¨¹¨ªsticas de ambos pa¨ªses.
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