Raymond Aubrac: "As¨ª me tortur¨® Klaus Barbie"
Un antiguo miembro de la Resistencia francesa relata en esta entrevista la persecuci¨®n a que fue sometido por el criminal de guerra nazi
Barbie: el retorno de los fantasmas; Barbie: el horror resucitado; Barbie, en Francia: muchos tiemblan ya; El tribunal de la historia; Klaus Barbie: 4.000 muertos y 7.500 deportados; Amenazas de muerte contra el abogado defensor de Barbie, y as¨ª cientos de titulares en toda la Prensa desde que, el pasado d¨ªa 5, un avi¨®n militar franc¨¦s deposit¨® a Barbie en el fuerte de Montluc.
La Francia que informa no descansa, y los lectores, o telespectadores, o radioyentes tampoco. Los t¨ªtulos de la historia de la Resistencia, los libros sobre el nazismo las reacciones de los que vivieron 9 han imaginado despu¨¦s la ocupaci¨®n francesa por los nazis de Hitler, las conversaciones de todas las horas del d¨ªa han vuelto a ocupar a este pa¨ªs. Los peri¨®dicos publican anuncios en los que se "buscan antiguos camaradas de fulano de tal, muerto en la deportaci¨®n". El semanario Paris-Match, por el mismo procedimiento, hace saber que "compra los derechos de fotos o de testimonios sobre la ocupaci¨®n". M¨¢s de diez organizaciones o personas privadas ejercitar¨¢n lo que en castellano se denomina la acci¨®n popular presentando denuncias contra Barbie.
La ocupaci¨®n. Barbie. Junio de 1943. Lyon, considerada como capital de la Resistencia. Y Jean Moulin, h¨¦roe nacional de aquella p¨¢gina tr¨¢gica de la historia, detenido en Lyon en el momento crucial en que el general Charles de Gaulle, desde Londres, hab¨ªa conseguido la unificaci¨®n de los movimientos que resist¨ªan al nazismo en el interior. Raymond Aubrac, 69 a?os de edad, ingeniero de puentes y caminos, ¨²nico superviviente de las siete personas que con Jean Moulin fueron detenidas por la Gestapo, con Barbie al frente, en Caliure -una barriada de Lyon-, en una conversaci¨®n con este peri¨®dico rehace el escenario de aquella encrucijada decisiva de la guerra contra Hitler.
'No est¨¢bamos armados'
Pregunta. ?C¨®mo fue la reuni¨®n clandestina decisiva en la que detuvieron a Moulin?Respuesta. Yo hab¨ªa visto a Moulin, es decir, a Max, que era su nombre de guerra, el d¨ªa anterior. Yo no sab¨ªa que Max era M. Nadie conoc¨ªa la verdadera identidad de sus camaradas. Me dio cita para el d¨ªa 21 de junio de 1943 en la plaza Carnot, de Lyon. A la hora convenida vino a recogerme con otros tres y llegamos a la reuni¨®n, que se celebraba en casa de un m¨¦dico, Frederic Dugoujon. Nos abri¨® la sirvienta del doctor y nos introdujo en la consulta, donde hab¨ªa tres enfermos. Como de costumbre, no est¨¢bamos armados ni dispon¨ªamos de protecci¨®n alguna. Poco despu¨¦s lleg¨® Barbie al frente de sus soldados y, esposados, nos condujeron a todos a la sede de la Gestapo en Lyon. Nos encerraron en el s¨®tano m¨¢s tarde y nos trasladaron al fuerte de Montluc, y all¨ª cada uno ocup¨¢bamos una celda aislada.
P. ?Cu¨¢ndo vio a Moulin por ¨²ltima vez?
R. Dos d¨ªas despu¨¦s, por pura casualidad. La puerta de las celdas ten¨ªa un agujero por donde nos espiaban los vigilantes y por donde los presos tambi¨¦n intent¨¢bamos ver algo. Mi agujero daba a la escalera, y as¨ª fue como o¨ª un ruido extra?o, y al mirar vi a Moulin sostenido por dos soldados que lo arrastraban, sangrando.
P. ?Le torturaron a usted?
R. S¨ª, dos d¨ªas despu¨¦s de haber permanecido en la celda. Me condujeron a la Gestapo de Lyon y, esposado, en el despacho de Barbie fui interrogado por ¨¦l. Barbie giraba en torno a m¨ª constantemente, preguntaba y al mismo tiempo me abofeteaba, me daba patadas o latigazos. A veces repet¨ªa la misma pregunta durante largo tiempo. Se ve¨ªa que lo que le gustaba era pegar. Nunca en mi vida hab¨ªa visto un s¨¢dico. Esto dur¨® siete d¨ªas. Por la noche me llevaban a Montluc y al d¨ªa siguiente por la ma?ana me trasladaban al despacho de Barbie, que me recib¨ªa en mangas de camisa siempre. Despu¨¦s un tribunal de Par¨ªs, que nunca me juzg¨®, claro, me conden¨® a muerte.
P. ?C¨®mo consigui¨® liberarse?
R. No me liber¨¦, sino que me liberaron mis camaradas. Ello fue debido, sobre todo, gracias a mi mujer, que se present¨® en la Gestapo de Lyon aparentando que estaba embarazada y afirmando que era la hija de un oficial superior del ej¨¦rcito. Se quej¨® de que yo la hab¨ªa dejado encinta sin casarme con ella (ya llev¨¢bamos dos a?os casados) y que su padre no la admit¨ªa en casa en tal estado y soltera. Afirm¨® ¨²nicamente que deseaba casarse y luego que hicieran lo que quisieran conmigo. As¨ª fue como mi mujer pudo saber el d¨ªa en que iban a matarme y, con un grupo que dirig¨ªa en la Resistencia, esper¨® en un lugar del trayecto al convoy en el que yo viajaba. Se entabl¨® una batalla a tiros y, felizmente, todos salimos vivos, Yo recib¨ª un balazo disparado por un camarada; me entr¨® por el rostro y sali¨® por detr¨¢s de la oreja, pero no fue grave. Cuatro alemanes murieron en el encontronazo.
P. ?Qu¨¦ sinti¨® el d¨ªa que Barbie lleg¨® a Francia?
R. Me impresion¨® que fuese encarcelado en Montluc. Y me produjo placer.
P. ?Cu¨¢l es la utilidad del proceso de Barbie cuarenta a?os despu¨¦s?
R. En primer lugar, le dir¨¦ que yo no busco venganza de ninguna especie. Mi venganza ya la obtuve el d¨ªa que me liber¨¦. Esa fue mi gran venganza. Pero creo que el proceso debe servir para tres cosas: para comprender mejor ¨¦l nazismo, para intentar saber qui¨¦n vendi¨® a Moulin aquel d¨ªa de junio de 1943 y para saber lo que ha pasado con los nazis que escaparon. Encierra peligros tambi¨¦n este proceso, lo s¨¦. La Prensa puede exagerar el aspecto emocional, y no se sabe hasta d¨®nde se puede llegar. Pero pienso que se conocer¨¢ un poco m¨¢s la verdad.
P. ?Cree usted, como sospechan algunos, que existen p¨¦rsonalidades actuales mojadas en el colaboracionismo con Barbie y con el nazismo?
R. No, no lo creo. Hubo colaboraci¨®n, por debilidad, por inter¨¦s, sin duda. Y luego hay que ser prudentes frente a Barbie, porque puede decir lo que le d¨¦ la gana para defenderse.
'Un d¨ªa m¨¢s'
P. ?Qu¨¦ le reprocha usted a Barbie?R. No le reprocho que me detuviera. Eran tiempos de guerra y yo combat¨ªa contra el nazismo. Pero le recrimino sus m¨¦todos.
P. ?Existe, a su juicio, peligro de resurgimiento del nazismo?
R. No me atrevo a contestarle. No observo nada semejante a las caracter¨ªsticas de aquella ¨¦poca, pero los hombres son siempre los hombres.
P. ?Entienden las nuevas generaciones lo que fue el nazismo?
R. Es dif¨ªcil comprender el nazismo sin haberlo vivido. Su conocimiento debe hacer saber a los j¨®venes que es necesario desobedecer en un momento determinado, que hay que tomar decisiones.
P. ?De qu¨¦ le ha servido el haber escapado a la muerte?
R. Yo ten¨ªa que haber muerto el d¨ªa 21 de junio de 1943. Cada d¨ªa que ha pasado despu¨¦s es un d¨ªa m¨¢s. Esto me ayuda a afrontar los problemas.
P. ?Le entienden a usted sus hijos?
R. Mis tres hijos no me entienden demasiado. Ahora parece que empiezan a manifestar cierta curiosidad. Los que se interesan m¨¢s son mis nietos, que ya son ocho.
Entre los resistentes al Barbie que colabor¨® con la CIA (servicios secretos de Estados Unidos) y fue protegido por los americanos hasta 1950, para despu¨¦s nacionalizarse boliviano, nadie, salvo sus vigilantes, ha conseguido verle desde que retorn¨® a Lyon el s¨¢bado pasado. Su personalidad, a los setenta a?os de edad -a trav¨¦s de las declaraciones que de ¨¦l se conocen- ofrece la imagen de lo que refieren sus v¨ªctimas. En 1979 dijo a la revista alemana Stern que Hitler "era un genio", que no cre¨ªa en la matanza de seis millones de jud¨ªos y que, en todo caso, "me duele cada jud¨ªo que no mat¨¦". Seg¨²n un informe de la Gestapo de 1948, Barbie reun¨ªa las condiciones que siguen: "bueno, disciplinado, situaci¨®n familiar en orden, amante de la verdad y buen camarada, vivacidad intelectual en buena medida, voluntad y determinaci¨®n, colaborador celoso y minucioso y ninguna debilidad particular".
Los franceses, por su parte, est¨¢n satisfechos del desarrollo de la novela policiaca que ha sido el rescate de Barbie: el presidente Fran?ois Mitterrand, tres de sus ministros importantes, su consejero R¨¦gis Debr¨¦ y el embajador itinerante para Am¨¦rica Latina, Antoine Blanca, han participado con las autoridades bolivianas y las alemanas en la operaci¨®n retorno de Barbie. El 71% de los franceses afirma que seguir¨¢ con inter¨¦s el proceso de Barbie, que ya se espera que sea retransmitido en directo por la televisi¨®n. El 56% restablecer¨ªa la pena de muerte para infligirle esa pena capital.
La que fue la mujer legal de Moulin espera que alguien lo asesine y, a sus 75 a?os, con sus manifestaciones sentimentales ha desatado una pol¨¦mica entre quienes sostienen que Moulin nunca volvi¨® a verla desde que se separaron. El hijo de un deportado, que contaba cinco a?os en 1943, aporreaba el otro d¨ªa los muros de Montluc y repet¨ªa: "Lo ¨²nico que quiero es mirarlo de frente durante cinco minutos". Simone Veil, ex ministra giscardiana y ex presidenta del Parlamento Europeo, estima que hay que juzgar a Barbie por los "cr¨ªmenes imprescriptibles contra la humanidad", pero duda de que el proceso sirva para una mejor comprensi¨®n del nazismo y teme por las consecuencias del desarrollo del juicio.
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