El cantar del m¨ªo Tip
Es lo m¨¢s parecido a un ser humano, por fuera. Por dentro es lo m¨¢s humano que parecerse pueda a un ser. Como siga as¨ª, acabar¨¢ completamente cuerdo, l¨®gico y responsable. Naci¨® alto, con gafas y bigote, dentro de un esqueleto (s¨ª, dentro) escasamente festoneado de una fina capa de carne. No naci¨® de vientre alguno, con estancia en placenta y l¨®gico parto, sino que se hizo a s¨ª mismo empezando con nada. Y se dijo: "Aqu¨ª tendr¨¦ los brazos, aqu¨ª el tronco, aqu¨ª me pondr¨¦ las piernas... No s¨¦ si dos o tres... est¨¢ bien: dos. Y asunto concluido. Uy, perd¨®n, me falta la cabeza". Y, ni corto ni perezoso, se fue a una tienda donde vend¨ªan art¨ªculos para locos y d¨ªjole al tendero:-?Tiene la bondad de abrirme la tapa de los sesos?
-Pero...
-Haga lo que le digo.
El tendero le abri¨® la tapa de los sesos.
-Ya est¨¢. ?Qu¨¦ m¨¢s?
-Ahora meta en el hueco todo lo que se le antoje.
-Usted lo que necesita es un cerebro, como todo el mundo.
-Si quisiera un cerebro como el de todo el mundo no habr¨ªa venido a su tienda, ?comprende?
-Pero esto es una locura.
-Claro. La locura todo lo cura.
El tendero, en silencio, fue introduciendo en la concavidad craneal de tan extra?o sujeto cuantos cachivaches ca¨ªan en sus manos, sin orden ni concierto.
-Ahora, por favor, tenga la bondad de cerrarme la tapa de los sesos, con un poquito de papel celo, y d¨ªgame qu¨¦ le debo.
-Son cincuenta pesetas.
-No pienso pagarle. Era simple curiosidad.
Y se fue a la calle, en busca de la vida. Es f¨¢cil suponer que con aquel raro bagaje por sustancia gris, cualquier cosa ser¨ªa presumible dentro de una absurda l¨®gica.
Y en tan curiosas condiciones intelectivas fui a dar con ¨¦l, junto a un mostrador de zinc que rezumaba olor a tinto barato, ya que, por entonces, cualquier precio de cualquier cosa le resultaba sumamente caro. Lo que le convirti¨® en el hombre m¨¢s galante de Madrid, ya que, a la hora de pagar, siempre te ced¨ªa la iniciativa, sin que jam¨¢s cometiera la groser¨ªa de adelantarse en el mezquino detalle del abono.
Nos enamoramos profesionalmente y, tras un no breve noviazgo de penuria monetaria, decidimos sacralizar nuestro matrimonio con el lema Tip y Coll.
La andadura fue ardua, pero fruct¨ªfera, dentro del fruto que se puede conseguir en un pa¨ªs que siempre ha sido detall, y nunca Grandes Almacenes.
Mi extra?o personaje se alimentaba m¨¢s de bromas que de comidas serias o clericales. Y disfrutaba llev¨¢ndote a situaciones que te hac¨ªan desear la horca. Pero no hace mucho tiempo todav¨ªa, me gast¨® la m¨¢s pesada de cuantas bromas se puedan imaginar. Me dijo:
-Me voy de viaje. Es un viaje largo, muy largo. Tal vez tengas que seguir t¨² s¨®lo. Y te ruego no me esperes. Adi¨®s. Fue hermoso.
Los buenos matrimonios ri?en, pero se quieren, aunque se separen, porque hay cosas que ni se separan ni se paran. Y unos trocitos de agua salieron de mis ojos. Adi¨®s, entonces, amigo.
Menos mal que todo fue una broma. Una terrible y pesada broma. Y seguimos, ahora, cogidos de la mano, como si no hubiera pasado nada, intentando que todos lo pasemos un poquito menos mal.
Pero yo, que soy agn¨®stico, despu¨¦s de esta broma, de cuando en cuando miro hacia arriba y gui?o un ojo.
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