Violenta forja de hombres
Al presentarse esta pel¨ªcula en el ¨²ltimo festival de San Sebasti¨¢n, se levant¨® una peque?a pol¨¦mica. Quienes se interesaran por las im¨¢genes al margen de lo que ¨¦stas narren, consideraban positiva la labor de Taylor Hackford, un sucesor, dec¨ªan, de los maestros del g¨¦nero de acci¨®n. Es habitual entre estos cr¨ªticos su admiraci¨®n por pel¨ªculas que se inspiren en el propio cine, es decir, en im¨¢genes que recuerden las realizadas hace tiempo, en otras circunstancias, por otros directores.Por el contrario, quienes consideraban que un trabajo bien hecho es el m¨ªnimo exigible a cualquier pel¨ªcula, analizaban Oficial y caballero en su dimensi¨®n pol¨ªtica. Porque de una pel¨ªcula de car¨¢cter pol¨ªtico se trata. Su inspiraci¨®n en los viejos t¨ªtulos que rod¨® Hollywood durante la guerra fr¨ªa o la guerra de Corea, respetando las normas que entonces parec¨ªan patri¨®ticas, es precisamente lo que hoy puede ser irritante.
Oficial y caballero
Director: Taylor Hackford. Gui¨®n: Douglas Day Stewart. Fotograf¨ªa: Donald Thorin. M¨²sica: Jack Nitzsche. Int¨¦rpretes: Richard Gere, Debra Winger, David Keith, Robert Loggia, Lisa Blount, Lisa Eilbacher. Norteamericana, 1982. Aventuras ejemplares. Local de estreno: Colyseum.
Vida del cadete
Las desventuras del joven interpretado por Richard Gere, empe?ado en vencer las pruebas del cruel sargento Foley y lograr as¨ª un puesto de cadete en el regimiento al que voluntariamente se alista, pueden ser entendidas con simpleza como un homenaje a quienes luchan por encontrar un lugar en la sociedad. Pero la minuciosa descripci¨®n de la vida del cadete en su enfrentamiento con el oficial negro, tan duro y seco como una piedra, amante de la guerra y la violencia, y despectivo, por tanto, con quienes gozan de una cierta originalidad, no es s¨®lo cine de aventuras. De hecho, nunca hay s¨®lo cine de aventuras.El muchacho trata de respetar las consignas del sargento aunque est¨¦n por encima de sus posibilidades de acci¨®n y -lo que es m¨¢s sorprendente- sin estar de acuerdo con ellas. Soporta cuantas pruebas se le presentan porque, seg¨²n cree, no hay para ¨¦l nada mejor que ese regimiento. Y lo dice al final: "Sargento, usted me ha hecho un hombre". (Precisamente en ese momento fue cuando en la proyecci¨®n de gala del festival de San Sebasti¨¢n los pateos resonaron con fuerza).
Oficial y caballero ameniza su visi¨®n de la vida cuartelaria con un melodrama menor. El protagonista y su compa?ero de fatigas (David Keith), conocen a unas muchachas del lugar, ansiosas por contraer matrimonio con cualquier cadete. Las relaciones de los cuatro son felices hasta que los hombres descubren los proyectos matrimoniales de las chicas. Llega el desencanto y en ¨¦l, Hackford quiere invitar al espectador a una l¨¢grima que desengrase la oda al machismo que compone el resto de la pel¨ªcula. Pero no lo logra: su posible habilidad para narrar la violenta vida militar desaparece al intentar acercarse al ser humano. Pretende salvar el reto acogi¨¦ndose con fruici¨®n al t¨®pico (en ese momento, las risas sustituyeron al pateo en el festival donostiarra. El mal melodrama tiene ese riesgo).
Es valorable, sin embargo, la primera parte de la pel¨ªcula, cuando se narra la infancia y adolescencia del que ser¨¢ cadete al final de la historia. La miseria del suburbio, los enfrentamientos entre los chicos del barrio, la penosa vida en compa?¨ªa de su padre, permiten albergar esperanzas de encontrarnos ante una pel¨ªcula de inter¨¦s. M¨¢s tarde, sin embargo, quedan ahogadas. A pesar, incluso, de la excelente interpretaci¨®n de quienes componen el reparto, de la calidad fotogr¨¢fica y de todos esos elementos que deben ser imprescindibles en cualquier pel¨ªcula que quiera respetar los m¨ªnimos de un espect¨¢culo digno.
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