La intimidad y la fama
Soy consciente de que tomar la pluma para defender en solitario los derechos pisoteados de mi mujer y m¨ªos ser¨¢, tal vez, objeto de nuevos comentarios sarc¨¢sticos por quienes, partiendo de una burda calumnia, aireada inicialmente por un columnista desprestigiado y, al d¨ªa siguiente, por un peri¨®dico antidemocr¨¢tico, la utilizaron como fuente de diversi¨®n o como arma pol¨ªtica arrojadiza.Quienes nos conocen saben bien que ambos hemos defendido y defenderemos siempre las libertades democr¨¢ticas, incluida la de expresi¨®n, a pesar de que, desde nuestra boda, fuimos objeto de continuas intromisiones en nuestra vida privada. Por otra parte, estamos agradecidos a los medios que, una vez m¨¢s, como el suyo, recogieron nuestras propias declaraciones (la mayor¨ªa de las veces son inventadas), desmintiendo el libelo o simplemente han guardado silencio.
Me parece intolerable que, en un pa¨ªs democr¨¢tico, un monopolio estatal como TVE, en un programa de m¨¢xima audiencia (Visto y, no visto, 16 de febrero de 1983), se dedique a difamar y ridiculizar impunemente a mi mujer, con absoluto desprecio hacia un precepto constitucional (art¨ªculo 18.1) que establece el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Id¨¦ntico desprecio, falta de ¨¦tica period¨ªstica y p¨¦simo gusto se han podido ver estos d¨ªas en una serie de medios de comunicaci¨®n que no han podido resistir la tentaci¨®n de revolcarse en tal basura informativa y que, por supuesto, hacen continuas invocaciones a la Constituci¨®n cuando consideran que est¨¢ siendo conculcado su derecho a informar. Habr¨¢ que preguntarse, se?or director, si quienes as¨ª se comportan tienen la m¨ªnima sensibilidad precisa para ejercer responsablemente cualquier libertad, como la de expresi¨®n, sin atentar a las libertades de los dem¨¢s.
Se ha dicho frecuentemente que los pa¨ªses libres son excepci¨®n en el mundo actual. Pero si en el nuestro, que por en¨¦sima vez intenta pertenecer a ese peque?o y privilegiado grupo, ser periodista (con o sin carn¨¦) implica, en base a la desesperante lentitud de los tribunales de justicia o a un esp¨ªritu gremial mal entendido, una patente de corso para el insulto impune, convirtiendo nuestros preceptos constitucionales en odiosa ley del embudo, mucho me temo que es precisamente desde los propios medios de difusi¨®n donde se est¨¢ perpetrando el ataque m¨¢s demoledor contra la libertad de expresi¨®n.
Son estas las razones, unidas a mi fe en la independencia y rectitud de nuestra justicia, v¨ªctima de una falta de medios inaceptable en un pa¨ªs democr¨¢tico, las que me han impulsado, consciente de que ser¨¢ una batalla larga y onerosa, a solicitar de los tribunales la reparaci¨®n de todos y cada uno de cuantos agravios hemos sido objeto. /
marqu¨¦s de Gri?¨®n.
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