Una tradici¨®n abierta
La tradici¨®n de la Iglesia cat¨®lica en materia de justificaci¨®n moral del aborto ha sido, hasta hace poco m¨¢s de un siglo, abierta en cuatro o cinco causas posibles, que el te¨®logo autor de este texto data en sus fuentes: el aborto terap¨¦utico, el embarazo extrauterino, la violaci¨®n y el incesto, la malformaci¨®n cong¨¦nita grave y, por fin, la angustia psicosocial.
La moral que fue tradicional en Occidente permiti¨® el aborto por muy graves motivos, que se podr¨ªan resumir en cinco fundamentales:
1. El aborto terap¨¦utico
Siguiendo la l¨ªnea moral tradicional, el te¨®logo jesuita Lemkuhl ense?aba en 1888 que "el aborto para salvar la vida de la madre no ser¨ªa aborto directo en el sentido teol¨®gico". Porque en estos casos en que peligra la vida de la madre no se puede considerar que la intervenci¨®n curativa tenga la intenci¨®n directa del aborto, sino, preferentemente, la salvaci¨®n de la vida de la madre.Con un poco m¨¢s d¨¦ sutileza, Pujiula hac¨ªa estas distinciones en 1932: "El moralista Ferreres dio por l¨ªcito" un caso en el cual hubo "necesidad de extraer a una mujer un tumor en putrefacci¨®n, colocado detr¨¢s de la matriz y hecho esto juntamente con la matriz misma, que conten¨ªa el feto de cuatro meses y medio. La causa, proporcionalmente grave, para permitir tal efecto, era la muerte segura de la madre, la cual hubiese llevado tambi¨¦n consigo la del feto".
Como se ve, aqu¨ª ni siquiera se aplica el per¨ªodo de tiempo de la hominizaci¨®n, puesto que se extirpa la matriz despu¨¦s de los tres meses; precisamente, se considera l¨ªcito el aborto terap¨¦utico, en la forma. indirecta indicada, en un tiempo posterior a la formaci¨®n del feto humano. Esto fue confirmado por el papa P¨ªo XII en 1951, el cual ense?o que cuando la salvaci¨®n de la vida de la futura madre" est¨¢ en peligro, pueden ser l¨ªcitas Ia operaci¨®n u otras intervenciones m¨¦dicas" si es que esta "intervenci¨®n tuviera como consecuencia secundaria... inevitable, la muerte del feto".
2. El embarazo extrauterino
Otro caso en que puede peligrar la vida de la madre es el del embarazo fuera del ¨²tero. En este caso, "se puede extraer la bolsa fetal extrauterina; pues la operaci¨®n se ejerce sobre un ¨®rgano material que se encuentra en estado patol¨®gico". Esta es la postura del moralista Vittrant, lo mismo que la de los jesuitas Ferreres, Arregui, Genicot y Lemkuhl. Dice el Arregui que "en la concepci¨®n extrauterina hay que esperar cuanto se pueda, pero en trances extremos parece l¨ªcito extirpar lo que se puede considerar como un tumor mortal para la madre".Lo mismo opinaba el dominico L¨¢rraga en el siglo XVIII, y, en el siglo actual, su continuador, Lumbreras, O.P. Ferreres dec¨ªa en 1955 que "cuando la dilaci¨®n de una intervenci¨®n suponga, a juicio de un m¨¦dico competente, peligro grave para la madre, permiten bastantes moralistas la operaci¨®n, ya que la ex¨¦resis tub¨¢rica se considera aborto indirecto, y el peligro de la madre lo justifica". Y Genicot considera "al concepto ect¨®pico, si urge alg¨²n peligro, como un tumor anormal y letal que es l¨ªcito extirpar", porque esto no ser¨ªa una muerte directa sino "matar indirectamente".
3. La violaci¨®n
Este es un caso considerado tambi¨¦n en la moral tradicional. El mayor moralista espa?ol, Tom¨¢s S¨¢nchez, S.L, public¨® en el a?o 1624 la m¨¢s importante obra de aquellos tiempos sobre los problemas sexuales y humanos en el matrimonio, que titul¨® Disputaciones sobre el sacramento de matrimonio. Y en ella mantiene la tesis de que se puede permitir el aborto del embri¨®n en el per¨ªodo que se consideraba -y hoy siguen considerando muchos cat¨®licos, en contra de lo que hacen creer algunos obispos- del feto no completamente formado en caso de una violaci¨®n o incesto, ya que la madre no ha querido a este hijo, y con ello no se cometer¨ªa un crimen. Postura unas veces aceptada y otras, al menos, tolerada por conocidos te¨®logos de hoy, como el profesor de Moral en la Universidad Cat¨®lica que los redentoristas tienen en Roma, Haering. Y todav¨ªa se justificar¨ªa mucho m¨¢s esta postura si la interrupci¨®n del embarazo se produjese en esos pocos d¨ªas anteriores a la anidaci¨®n, cuando todav¨ªa no est¨¢ definido el embri¨®n como individuo.
4. La malformaci¨®n cong¨¦nita
En la historia de la Iglesia ha habido un gran moralista que ha sido considerado como el m¨¢ximo doctor de la moral cat¨®lica. Ense?¨® en pleno siglo XVIII, y se llamaba san Alfonso Mar¨ªa de Ligorio. Dentro de las ideas de su ¨¦poca, se planteaba este moralista el aborto en el caso de que fuese "cierta la corrupci¨®n en el feto, de tal modo que no sea capaz de animaci¨®n", y pensaba que "debe hacerse una excepci¨®n" en tal caso y considera l¨ªcita la opini¨®n que permite el aborto. Podr¨ªamos hoy traducirlo a nuestro lenguaje diciendo que ¨¦ste ser¨ªa el caso de una malformaci¨®n cong¨¦nita de gravedad, que en el futuro de ese ser no se podr¨ªa hablar de una verdadera vida humana en el sentido racional de la palabra.Su disc¨ªpulo actual, Haering, se plantea la cuesti¨®n en forma de interrogaci¨®n de este modo: "?Un feto totalmente deformado, al que le falta a¨²n el sustrato biol¨®gico para cualquier expresi¨®n verdaderamente humana, puede considerarse todav¨ªa como una persona?". No se atreve este moralista a sacar todas las conclusiones de su pregunta, pero, al menos, se ve bien claro que no se atreve a condenar a quien abortase por esa causa. Y, as¨ª, se pregunta unas l¨ªneas m¨¢s adelante: "?Habr¨ªa un aborto, en el pleno sentido moral de la palabra, si el m¨¦dico interrumpiera un embarazo despu¨¦s de una diagnosis clara de una deformaci¨®n total (por ejemplo, anencefalia)?". Claramente se ve que esta opini¨®n fue aplicada en el caso de Seveso, recientemente ocurrido en Italia; all¨ª, por causa de ciertas emanaciones gaseosas, se produjeron malformaciones muy graves en los fetos en numerosas embarazadas y el ministro italiano de Sanidad -que era un cat¨®lico de la Democracia Cristiana- autoriz¨® a los m¨¦dicos para que practicasen el aborto en estas mujeres embarazadas, si as¨ª lo decid¨ªan, y pod¨ªan valerse del apoyo sanitario del Estado.
5. El aborto psico-social
Los obispos franceses en 1974 plantearon el caso de la madre ¨¦mbarazada, que, en plena angustia ps¨ªquica por los problemas sociales que le reportar¨ªa el nacimiento de un hijo, que, adem¨¢s, no habr¨¢ sido querido por ella, decide por fin abortar. Estos obispos piensan que, en teor¨ªa, un cat¨®lico no Podr¨ªa decidirse a abortar en este caso. Pero una cosa es la estricta teor¨ªa y otra cosa muy diferente el caso moral concreto de esa persona. Por eso, los obispos dicen que, en caso de abortar, "no queremos juzgarlas de ning¨²n modo -a estas personas- ni menos todav¨ªa condenar a aquellas personas que se encuentran en situaciones dram¨¢ticas, si la comunidad nacional no les suministra efectivamente la posibilidad de mantener a su hijo". Sin duda, desde el punto de vista personal, esta situaci¨®n "implica un fracaso"; pero la culpabilidad no estar¨ªa tanto en esta persona angustiada, sino en la propia sociedad, que no ha sabido dar salida digna ni humana al nacimiento de este hijo. Por tanto, no habr¨ªa que condenar a la madre, ni legal ni tampoco moralmente (pues no habr¨ªa cometido falta subjetiva en un caso as¨ª de grave angustia).Esto es lo que ense?a la moral tradicional de la Iglesia, se diga ahora lo que se diga para mantener en la ignorancia a los fieles, a quienes se les oculta la aut¨¦ntica. ense?anza hist¨®rica del catolicismo, bastante m¨¢s abierto de lo que dejan entender nuestros jerarcas.
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