La incosteable amistad de Marruecos
En los primeros tiempos del castrismo cubano, Che Guevara dijo una vez en un Consejo de Ministros: "Se?ores, estamos llenos de buenas intenciones, pero somos francamente incosteables". Obviando diferencias de tiempo y lugar, es muy posible que pronto se pueda decir algo parecido de los ministros espa?oles, al menos a prop¨®sito de las relaciones de Espa?a con Marruecos.
Los ministros de Transportes, Turismo y Comunicaciones, Enrique Bar¨®n, y de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n, Carlos Romero, que se mostraron durante la visita a Marruecos que acaban de efectuar extraordinariamente poco locuaces con la Prensa, demostraron tanta comprensi¨®n por los problemas marroqu¨ªes que, de traducirla en cifras, puede convertirles en unos rninistros realmente caros.Bar¨®n y Romero se quitaron de encima a la Prensa con unas cuantas alusiones a lo "diferentes" que ellos son, al "nuevo esp¨ªritu con que los socialistas enfocamos las relaciones Norte-Sur", a que "todos los anteriores Gobiernos no hicieron m¨¢s que capear el temporal" y "firmaron compromisos alegres que hereda el Gobierno socialista". Es decir, que, como UCD, no conceden a los periodistas ni siquiera el beneficio de la duda de que podamos conocer los expedientes de la negociaci¨®n y queramos algo m¨¢s que frases.
Lo que los marroqu¨ªes quieren, y que nuestros ministros consideran justo, es una reducci¨®n en casi la mitad del esfuerzo pesquero y, en consecuencia, de las licencias de pesca; la financiaci¨®n-regalo de buena parte de la ampliaci¨®n de puertos pesqueros e instalaci¨®n de redes de congelaci¨®n; la distribuci¨®n de los beneficios del tr¨¢fico de personas y mercanc¨ªas, mar¨ªtimo, a¨¦reo y ferroviario, a trav¨¦s del estrecho de Gibraltar; la formaci¨®n de agentes tur¨ªsticos marroqu¨ªes, de navegantes para la Marina Mercante, de profesionales de la pesca; concesi¨®n de m¨¢s becas; creaci¨®n de m¨¢s escuelas e incluso de alguna que otra universidad. Se ha pedido tambi¨¦n que Espa?a compre m¨¢s en Marruecos, para equilibrar la balanza comercial, deficitaria para Marruecos, aunque los productos marroqu¨ªes no sean competitivos.
El Ministerio de Trabajo espa?ol se empe?a, sin tener en cuenta ni a sus propios t¨¦cnicos ni al clamor de los espa?oles afectados, en concluir un convenio de Seguridad Social para extender las prestaciones espa?olas a los m¨¢s de 50.000 trabajadores marroqu¨ªes que viven en Espa?a a cambio de que Marruecos haga lo propio con los trabajadores espa?oles que laboran en este pa¨ªs (40.000, seg¨²n dijo Enrique Bar¨®n, aunque la cifra exacta est¨¢ entre 9.000 y 10.000).
El ministro de Trabajo se niega todav¨ªa a o¨ªr a los espa?oles que se ver¨¢n afectados en un pa¨ªs donde el despido es libre, donde no existen prestaciones sanitarias ni sociales m¨ªnimamente homologables, ni seguro de desempleo, ni seguro para los trabajadores aut¨®nomos -una vieja aspiraci¨®n de la colectividad espa?ola en Marruecos- y donde la jubilaci¨®n -pregunten a los espa?oles que de los marroqu¨ªes dependen- puede a veces llegar incluso despu¨¦s del fallecimiento.
Toda esta buena voluntad del Gobierno espa?ol -que ya quisiera para s¨ª el sur sociol¨®gico y geogr¨¢fico espa?ol, Andaluc¨ªa y Extremadura- ser¨ªa muy l¨®gica y justa si tuviese contrapartidas reales. Pero Marruecos retribuy¨® a Espa?a de antemano con unas maniobras militares conjuntas con la Sexta Flota norteamericana en la bah¨ªa de Alhucemas, y con la reiteraci¨®n, ahora apremiante e inamistosa, de la reivindicaci¨®n de Ceuta y Melilla.
Los ministros espa?oles se marcharon ya de Rabat, y la opini¨®n p¨²blica espa?ola se quedar¨¢ sin saber si realmente trajeron o no un mensaje en¨¦rgico del jefe del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, para el rey Hassan II sobre el irredentismo marroqu¨ª. En todo caso, en Rabat negaron que existiera tal mensaje y dijeron que s¨®lo tra¨ªan un saludo amistoso.
Sea lo que fuere, el rey Hassan II no les recibi¨®, y tuvieron que entregar su mensaje para el rey al ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Bucetta. Hassan II, a su vez, les envi¨® por el mismo conducto un mensaje no para Felipe Gonz¨¢lez, sino para el rey Juan Carlos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.