Mosc¨² busca una f¨®rmula para acabar con el conflicto afgano, despu¨¦s de tres a?os de p¨¦rdidas econ¨®micas y humanas
El coste militar de la intervenci¨®n en Afganist¨¢n no parece excesivamente alto, si se tiene en cuenta que los sovi¨¦ticos vienen manteniendo en ese pa¨ªs un total de 120.000 soldados, que son relevados -como media- cada seis o doce meses. El coste econ¨®mico del conflicto se compensar¨ªa -seg¨²n fuentes occidentales- con la extracci¨®n de productos energ¨¦ticos del norte del pa¨ªs, con la que los sovi¨¦ticos compensar¨ªan al menos una parte de los gastos de lo que ellos llaman ayuda fraternal.
Desde el punto de vista de la pol¨ªtica interna, la guerra de Afganist¨¢n tampoco ha causado grandes traumas en la URSS. El pesado aparato de la propaganda sovi¨¦tica ha tratado el conflicto con gran cuidado, y entre la juventud no pueden verse s¨ªntomas similares a los del sindrome de Vietnam, sufrido por los norteamericanos que eran j¨®venes hace quince a?os. En ning¨²n momento, la Prensa sovi¨¦tica ha reconocido que sus soldados act¨²en directamente en los combates contra la guerrilla. Oficialmente, las tropas sovi¨¦ticas est¨¢n en Afganist¨¢n cumpliendo exclusivamente funciones auxiliares y proporcionando apoyo log¨ªstico a las tropas afganas leales.
Cuando, ocasionalmente, los peri¨®dicos dan la noticia de alg¨²n enfrentamiento en el que murieron soldados sovi¨¦ticos, se suele hablar de emboscadas contra tropas de la URSS que realizan maniobras. As¨ª, por ejemplo, hace unos pocos d¨ªas, el diario de los sindicatos Trud, publicaba un amplio reportaje sobre la muerte en combate del teniente Alexander Stova, hijo y nieto de oficiales de la Krasnaia Armi (Ej¨¦rcito Rojo).
Con una gran foto del teniente Stova en su ¨²ltima p¨¢gina, Trud relataba, con todo detalle y en un tono algo ¨¦pico, c¨®mo ¨¦ste fue herido mortalmente por una emboscada de los rebeldes mientras realizaba maniobras en Afganist¨¢n. El reportaje de Trud conten¨ªa, no obstante, algunos elementos nuevos si se le compara con informaciones similares publicadas en el pasado.
Producto, quiz¨¢, del nuevo giro dictado al aparato de propaganda por Yuri Andropov, el art¨ªculo de Trud tend¨ªa a ofrecer m¨¢s detalles y una informaci¨®n m¨¢s personalizada en la que el fallecido teniente Stova se terminaba convirtiendo en s¨ªmbolo heroico de los combatientes sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n.
Giro propagand¨ªstico
Este nuevo giro propagand¨ªstico quedaba a¨²n m¨¢s patente hace un par de semanas, en una serie de tres reportajes publicados por el diario de las Juventudes Comunistas de la URSS, Konsomolskaia Pravda.Este peri¨®dico -cuyos lectores son, al menos te¨®ricamente, j¨®venes sovi¨¦ticos- describ¨ªa el conflicto como una aventura altruista: complicadas operaciones para recuperar a un oficial afgano herido que necesitaba urgente asistencia m¨¦dica, j¨®venes enfermeras rusas voluntarias que donan frecuentemente su sangre para salvar soldados heridos.
La informaci¨®n sobre la guerra de Afganist¨¢n -que fue m¨ªnima en sus inicios- ha ido evolucionando desde sus primitivos tonos t¨ªmidos y algo vergonzantes hasta alcanzar un aire decididamente ¨¦pico que podr¨ªa equipararse, sin exageraci¨®n, al de las pel¨ªculas sobre la resistencia de los sovi¨¦ticos contra los invasores nazis durante la segunda guerra mundial.
Los escasos relatos que indirectamente se pueden obtener de los ex combatientes sovi¨¦ticos en Afganist¨¢n tienen tintes algo terror¨ªficos, propios de una guerra sin frentes, en la que el enemigo puede encontrarse -y se encuentra- en todos lados. Sin embargo, no se sabe que haya habido protestas organizadas de j¨®venes que se negaran a ser alistados.
Informaciones recogidas hace cuatro meses en Taykist¨¢n -la Rep¨²blica sovi¨¦tica de Asia Central, de cuatro millones de habitantes, cuyos j¨®venes integraron buena parte del contingente que realiz¨® la invasi¨®n- parec¨ªan hacer creer que la picaresca era la ¨²nica arma utilizada por los que no deseaban ser soldados en la guerra de Afganist¨¢n. Pero si bien los costes econ¨®micos y militares de la guerra de Afganist¨¢n no han sido muy altos y la situaci¨®n podr¨ªa seguir as¨ª durante mucho tiempo, el deterioro diplom¨¢tico de la URSS a causa de este problema es notable.
Occidente no olvida
Los tres a?os transcurridos desde la invaci¨®n no han logrado que las canciller¨ªas occidentales olvidaran el tema. Cada vez que los dirigentes sovi¨¦ticos se encuentran con colegas de Occidente, la cuesti¨®n afgana termina apareciendo sobre la mesa. El Kremlin, adem¨¢s, es consciente de la falta de credibilidad externa que le ha ocasionado la invasi¨®n.Se rumore¨® que el actual l¨ªder sovi¨¦tico, Yuri Andropov, se hab¨ªa opuesto en su momento a la entrada en Afganist¨¢n en diciembre de 1979. Entonces, Andropov no era visto a¨²n como posible sucesor de Le¨®nidas Breznev, pero ocupaba dos puestos bien influyentes: presidente del Comit¨¦ de Seguridad del Estado (KGB) y miembro titular del Politbur¨®. Cuando el pasado mes de noviembre Andropov sustituy¨® a Breznev, aquellos viejos rumores volvieron a tomar cuerpo al observarse una intensificaci¨®n de las actividades diplom¨¢ticas sovi¨¦ticas respecto a Afganist¨¢n. De hecho, esta actividad hab¨ªa comenzado a detectarse a¨²n antes de la muerte de Breznev, cuando Mosc¨² apoy¨® abiertamente las gestiones realizadas por Naciones Unidas.
El a?o pasado, el vicepresidente general de la ONU" Diego C¨®rdovez, logr¨® sentar en Ginebra a paquistan¨ªes y afganos para dialogar sobre el problema. Los iran¨ªes, invitados tambi¨¦n a las conversaciones, prefirieron ausentarse, como protesta por no haberse cursado invitaci¨®n a los representantes de la guerrilla afgana. Despu¨¦s de aquel primer contacto, Diego C¨®rdovez viaj¨® de nuevo -a principios de este a?o- a Kabul, Islamabad y Teher¨¢n.
Si bien los iran¨ªes se mostraron nuevamente reticentes a dialogar sobre el asunto, los paquistan¨ªes mostraron su flexibilidad. Est¨¢ prevista una reanudaci¨®n de las conversaciones afgano-paquistan¨ªes en Ginebra, pero el problema del mill¨®n de refugiados afganos en Pakist¨¢n es el principal obst¨¢culo.
El problema de Kabul no reconoce a estos refugiados como ciudadanos propios y no parece que se alcance en breve un compromiso al respecto. Los sovi¨¦ticos -y, naturalmente, tambi¨¦n los afganos- piensan que la Krasnaia Armi podr¨¢ retirarse de Afganist¨¢n, "en cuanto cese la injerencia extranjera", que es como ellos llaman a la guerrilla musulmana. Si bien Mosc¨² parece deseoso de desembarazarse del asunto lo antes posible, no se cree que vaya a retirar sus tropas mientras ello pueda poner en peligro el obediente r¨¦gimen de Babrak Karmal.
Como se v¨¦, el problema no parece tener salida de momento. Por ello, m¨¢s que la proxima reanudaci¨®n de conversaciones afgano-paquistan¨ªes en Ginebra, la inminente cumbre de los no alineados en Nueva Delhi podr¨ªa ofrecer alguna idea que posibilite una soluci¨®n. En esta ocasi¨®n, la presidencia de la cumbre recae en la primera ministra india, Indira Gandhi, que ha logrado mantener sus buenas relaciones con el Kremlin, a pesar de mostrarse partidaria de la retirada de Afganist¨¢n. A finales de marzo P¨¦rez de Cu¨¦llar, visitar¨¢ Mosc¨². El tema afgano ocupar¨¢ buena parte de su agenda. P¨¦rez de Cu¨¦llar informar¨¢ sobre las gestiones de su subordinado, Diego C¨®rdovez, y sondear¨¢ de nuevo la actitud sovi¨¦tica. Entonces podr¨¢ saberse si el asunto encuentra soluci¨®n o si seguir¨¢ siendo un conflicto sin salida.
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