La parter¨ªa pone freno a la mortalidad materna en Colombia
En los lugares m¨¢s rec¨®nditos, donde las mujeres mueren dando a luz, el saber ancestral de otras mujeres resulta decisivo para proteger la vida. Un reportaje desde cinco municipios del Choc¨® evidencia la complejidad de esta pr¨¢ctica, y su importancia para la dignidad de las mujeres gestantes


Una madrugada, a hurtadillas, una ni?a de ocho a?os decidi¨® averiguar por qu¨¦ su abuela se levantaba, a cualquier hora de la noche, para recibir a mujeres que llegaban afanosas en su b¨²squeda. Esa curiosidad marc¨® el destino de la peque?a: en la sala de su casa de Llor¨®, Choc¨®, vio a una mujer sudorosa que gritaba y a su abuela que la guiaba en su parto. Fue el primer nacimiento que presenci¨® Mar¨ªa Visitaci¨®n, que ha atendido m¨¢s de 500 en 48 a?os como partera.
Con el pecho en alto, esta mujer de 63 a?os cuenta que ning¨²n beb¨¦ y ninguna madre han muerto en sus manos. Por el contrario, como miles de mujeres m¨¢s que han heredado esta pr¨¢ctica, se ha convertido en un seguro de vida para las mujeres gestantes de los lugares m¨¢s rec¨®nditos de Colombia. Su presencia ha resultado decisiva para prevenir la mortalidad materna y neonatales en un pa¨ªs en el que se cuentan por cientos las muertes de mujeres y beb¨¦s durante los partos.
Como si las comadres ¡ªotra forma de referirse a las parteras¡ª tuvieran un magnetismo especial, suelen estar rodeadas de ni?os y ni?as, tienen enormes familias extendidas. Aleida, una mujer robusta y amable de 57 a?os, habla mientras cuida a dos nietos a quienes alumbr¨®: uno hace ocho meses, otra hace 3 a?os. Tambi¨¦n trajo a la vida a varios vecinos, que juegan afuera de su casa en Condoto, a cuatro horas de Quibd¨®, la capital departamental. ¡°La parter¨ªa nace del coraz¨®n. Siento que la llevo en la sangre y mi deber es ense?¨¢rselo a las m¨ªas. No hay nada m¨¢s lindo en el mundo que recibir una criatura¡ secarlos, limpiarlos¡±, se?ala con la convicci¨®n de 37 a?os como partera.
El comadreo, tan antiguo como los embarazos, ha sobrevivido gracias a la tradici¨®n oral. En el Choc¨®, el departamento con mayor proporci¨®n de nacimientos atendidos por parteras ¡ªun 28,09% en 2021, seg¨²n el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica (DANE)¡ª hasta el alcalde de un municipio como el cant¨®n de San Pablo fue alumbrado por una de ellas. En esa zona, a diferencia de lo usual, el l¨ªder de las parteras es un hombre - con el paso de los a?os cada vez m¨¢s son m¨¢s los que deciden aprender sobre parter¨ªa-. Su nombre es Alci Efr¨¦n Hurtado (60 a?os).

Hurtado recibe a este peri¨®dico un d¨ªa que en ninguna parte del pueblo hay electricidad. En el Cant¨®n de San Pablo, donde las temperaturas suben a m¨¢s de 40 grados, las frecuentes fallas el¨¦ctricas hacen que el centro de salud local preste sus servicios de forma intermitente. Si una parturienta, como llaman a las mujeres gestantes, iniciara su labor este d¨ªa, tendr¨ªa que ser atendida por un partero o ir hasta Istmina, a un poco m¨¢s de una hora por una v¨ªa a medio asfaltar.
La geograf¨ªa selv¨¢tica y monta?osa del Choc¨®, y su escaso desarrollo vial, mantiene muchas zonas casi incomunicadas. Al norte y al sur, el r¨ªo Baud¨® y el Atrato son las ¨²nicas v¨ªas de entrada y salida. Incluso en los municipios con acceso terrestre hay numerosas comunidades alejadas, dispersas. As¨ª sucede en la zona rural del Cant¨®n de San Pablo, donde viven mayoritariamente pueblos ind¨ªgenas ember¨¢ que pueden estar a tres o cuatro d¨ªas de camino a pie. En esos casos, las parteras y los curanderos tradicionales son la ¨²nica presencia m¨¦dica. Aunque la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) recomienda un m¨ªnimo de 23 m¨¦dicos por cada 10.000 habitantes, de acuerdo con datos recolectados por M¨¦dicos Sin Fronteras, en el Alto y Medio Baud¨® hay solo cinco m¨¦dicos para casi 30. 000 personas.
A la carrera de obst¨¢culos se suma el conflicto armado. Los dos principales grupos ilegales que operan en el departamento, la guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) y el grupo narcoparamilitar del Clan del Golfo, buscan imponer su control territorial con prohibiciones de navegar el r¨ªo en horas de la noche. La Defensor¨ªa del Pueblo, ha se?alado que el departamento representa el 79% de los confinamientos forzados en el pa¨ªs. Para las mujeres gestantes, las parteras de sus comunidades son la diferencia entre vivir o morir.
Esa presencia tan significativa de las comadres les ha tra¨ªdo satisfacciones personales, pero tambi¨¦n amenazas, intimidaciones y hasta extorsiones del Clan del Golfo, la estructura criminal m¨¢s grande del pa¨ªs. As¨ª lo cuenta, entre susurros, una de ellas, quien con m¨¢s de 70 a?os ha tenido que ceder ante las extorsiones de los criminales quienes le reclaman pagar altas sumas de dinero.
¡ª ?Tiene miedo?
¡ª Las parteras hemos entregado mucho. Si me toca irme a la tierra [morir], lo hago. Alguien tiene que romper esas cadenas de miedo o pobreza que hemos tenido.
Justamente, ese pensamiento de trabajo colectivo ha sido su forma de resistir y de que su labor perviva. Mar¨ªa Visitaci¨®n, Aleida y Alci hacen parte de ASOREDIPAR Choc¨®, una asociaci¨®n inter¨¦tnica que ya suma m¨¢s de 1.000 parteros en ese departamento. Fue Manuela Mosquera, otra comadre, la que inici¨® hace ya nueve a?os el proceso de consolidaci¨®n de esta red, que a su vez sembr¨® la semilla para la Asociaci¨®n de Parteras Unidas del Pac¨ªfico, ya una red a nivel regional.
Mosquera explica que ve¨ªa con preocupaci¨®n c¨®mo las parteras como ella prestaban su servicio comunitario por d¨¦cadas y terminaban sus d¨ªas en la precariedad, sin ning¨²n tipo de apoyo gubernamental. La mayor¨ªa de las asociadas, dice, no dimensionaba el impacto de la parter¨ªa en la salud p¨²blica y en la garant¨ªa de los derechos de las mujeres m¨¢s pobres y racializadas. De acuerdo con un informe del Instituto Nacional de Salud de Colombia (INS), la mayor¨ªa de v¨ªctimas de muertes maternas en Colombia son afrodescendientes o ind¨ªgenas, y de clase social baja.
Nadie deber¨ªa morir dando vida
Era casi la media noche y Aleida lavaba los platos cuando irrumpi¨® en su casa una gestante urgida. Dej¨® los trastes, tom¨® su kit, y le pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ sientes? ?Tienes visi¨®n borrosa? ?Escuchas zumbidos?¡±. Le tom¨® la presi¨®n, le hizo un tacto. Tras examinarla, recuerda, supo que algo andaba mal. Llam¨® a una ambulancia y acompa?¨® a la mujer hasta Quibd¨®, donde esta logr¨® dar a luz sin arriesgar su vida.
Algo similar vivi¨® Mar¨ªa Visitaci¨®n. En un peque?o cuarto contiguo a la sala, donde tiene una maleta preparada para cualquier urgencia, una materna le pidi¨® atender su alumbramiento. La revis¨® de arriba abajo y se neg¨®: encontr¨® que el feto era tan grande que necesitar¨ªa una ces¨¢rea. La parturienta confi¨® en su palabra, se dirigi¨® al hospital y all¨ª tuvo que someterse a una ces¨¢rea.

¡°Nosotras sabemos hasta qu¨¦ punto podemos llegar y hasta donde va nuestro trabajo. Hemos aprendido a identificar riesgos a tiempo¡±, reflexiona la partera. En esa confianza y en ser el primer enlace con las comunidades radica el valor transcendental que tiene la parter¨ªa para mitigar la mortalidad materna. El INS se?ala que dos de las principales causas asociadas a las muertes maternas son el trastorno hipertensivo y la hemorragia obst¨¦trica, ambos prevenibles y tratables durante la gestaci¨®n.
Tras d¨¦cadas de invisibilizaci¨®n, la importancia de la parter¨ªa volvi¨® al debate p¨²blico por la pandemia, cuando la tasa de mortalidad materna se dispar¨® en el mundo. Las embarazadas evitaban ir a un hospital o simplemente no pod¨ªan salir de su comunidad, y acud¨ªan a las comadres. Algunos organismos humanitarios que trabajan en el Choc¨® notaron ese cambio y, en medio de la pandemia, decidieron apoyar esta labor. De esa forma, en 2020 el Fondo de Poblaci¨®n de las Naciones Unidas (UNFPA), en alianza con el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica - DANE iniciaron el proyecto Partera Vital, que actualmente se implementa con apoyo de AECID.
En marco del proyecto han formado a las comadres en diversas ¨¢reas de la medicina y les han suministrado kits b¨¢sicos. ¡°Apoyar la parter¨ªa tradicional ¨¦tnica es una de las estrategias m¨¢s eficientes para reducir la mortalidad materna¡±, destaca Luis Mora, representante de la UNFPA en Colombia. A?ade que esto ya ha sido probado en otras regiones, como ?frica Occidental. Se?ala que el programa ha tenido tan buenos resultados que se buscan replicarlo en otros departamentos con altas tasas de mortalidad materna en Colombia, como La Guajira y Nari?o. Mientras tanto, ASOREDIPAR ha sumado alianzas con la Organizaci¨®n Panamericana de la Salud (OPS), que ha ido dotando a las comadres de elementos b¨¢sicos como tensi¨®metros o pantalones m¨¦dicos antishock, necesarios para tratar la hemorragia postparto.
La lucha por un trabajo digno
Ninguna de la docena de parteras entrevistadas hab¨ªa concebido su labor como un trabajo remunerado, sino como un servicio que estaban destinadas a prestar en sus comunidades. No esperaban una pensi¨®n, ni suelen cobran por su trabajo. Cuando lo hacen, no reciben m¨¢s de 100.000 pesos (unos 23 d¨®lares) por atender un parto.¡°La parter¨ªa nace del coraz¨®n. Pero vivir de esto es dif¨ªcil, no tenemos apoyo y nosotras no podemos abandonar a una parturienta que nos necesita, no la podemos dejar morir¡±, asegura Aleida, quien frente a su casa colg¨® un letrero que anuncia que toma la tensi¨®n por 2.000 pesos colombianos (aproximadamente 50 centavos de d¨®lar). Tambi¨¦n pesca cuando el r¨ªo Condoto crece, y vende bebidas medicinales con plantas. Se rebusca.
En la lucha para evitar que la parter¨ªa desaparezca o siga siendo una condena a la pobreza, ASOREDIPAR e Ilex, una firma de abogadas afrodescendientes, lograron un fallo hist¨®rico de la Corte Constitucional. La sentencia T-128 de 2022 ordena al Ministerio de Salud integrar a las parteras al sistema de salud. Ese mismo a?o, el Congreso de la Rep¨²blica aprob¨® la Ley de parto digno, humanizado y respetado, en la que el Estado se obliga a promover la capacitaci¨®n de las parteras y apoyar su formaci¨®n. Aunque la suma de las dos cosas lleva a Colombia a la vanguardia jur¨ªdica en la protecci¨®n de la parter¨ªa, falta convertirlas en realidad.
Mientras se hac¨ªa este reportaje, en el Alto Baud¨® muri¨® otra una mujer por una hemorragia postparto, pese a que ten¨ªa ese antecedente de embarazos previos. De haber tenido acceso f¨¢cil a controles prenatales en su comunidad, en el r¨ªo Dubaza, habr¨ªa podido vivir.
Por eso, las dilaciones en los escritorios de las grandes ciudades siguen sin cobrar sentido para Mar¨ªa Visitaci¨®n, Aleida, y el resto de parteras de ASOREDIPAR, quienes reclaman estar cubiertas por la seguridad social para seguir dando y protegiendo vidas en condiciones dignas. Enfatizan en que no buscan chocar con los m¨¦dicos rurales que atienden en los centros de salud, sino en articular con ellos para ampliar el impacto de su oficio. ¡°Lo que no sabe el m¨¦dico occidental, lo sabe el ancestral. Por eso hay que trabajar de la mano¡±, reitera Aleida. As¨ª lo ha hecho Alci, en el Cant¨®n, quien ya ha atendido partos junto con el m¨¦dico de su pueblo.
El componente econ¨®mico de las demandas no es el central para las parteras. Para ellas, su anhelo m¨¢s urgente es tener su propio ¡°nicho¡± en sus municipios, como llaman a los consultorios de parter¨ªa. Anhelan que en el Choc¨® exista una casa de la parter¨ªa, donde los cuidados sean el centro de la atenci¨®n sanitaria, con convergencia entre la medicina ancestral y la occidental. ¡°No queremos llevarnos estos conocimientos a la tierra. Quisi¨¦ramos transmitirlos, capacitarnos unas a las otras¡±, apunta Mar¨ªa Visitaci¨®n. Se resisten a perder la tradici¨®n y que se olviden sus conocimientos, a ceder ante la precariedad. Se saben acompa?adas por los miles de ni?os y ni?as que han nacido gracias a ellas, guardianas de la vida.
Este trabajo period¨ªstico se realiz¨® y public¨® originalmente en la tercera edici¨®n de #CambiaLaHistoria, proyecto colaborativo de DW Akademie y Alharaca, promovido por el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.
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