John Le Carr¨¦ traslada a Oriente Pr¨®ximo la acci¨®n de su nueva novela de espionaje
John Le Carr¨¦ el escritor que ha desmitificado el personaje del esp¨ªa y creado a George Smiley, la cara opuesta de James Bond, ha escrito una nueva novela. El mundo editorial brit¨¢nico est¨¢ de enhorabuena este mes lanza al mercado Little drummer girl (La peque?a tamborilera), con el inmediato ¨¦xito de venta acostumbrado, y la anunciada versi¨®n cinematogr¨¢fica de George Roy Hill. La acci¨®n de la novela discurre en Oriente Pr¨®ximo.
Le Carr¨¦ parece algo preocupado ante la reacci¨®n que Little drummer girl puede provocar en los medios sionistas. La novela se centra en la destrucci¨®n psicol¨®gica de una joven inglesa, Charlie, rom¨¢ntica y confusa, que es utilizada por los servicios secretos israel¨ªes para infiltrarse en un comando de palestinos dispuesto a realizar atentados contra personalidades jud¨ªas en Europa. "Hace falta ser muy re torcido para considerar la novela como antisreal¨ª", afirman quie nes han leido el manuscrito, pero posiblemente habr¨¢ quien as¨ª lo crea, sobre todo porque Le Carr¨¦ no ha ocultado su simpat¨ªa por Yasir Arafat, el l¨ªder de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, y sus cr¨ªticas a ciertas acciones del gobierno de Begin.Jonh Le Carr¨¦ es el seud¨®nimo de David Cornweil, un hombre de 52 a?os, que un d¨ªa abandon¨® su trabajo en el Foreing Office y en el M-15 (servicios secretos) para dedicarse a escribir de lo que m¨¢s sab¨ªa el mundo aut¨¦ntico en el que se mueven los agentes secretos, hombres de carne y hueso, llenos de dudas, amarguras y grandezas, probablemente algo gruesos y calvos, con la vista cansada y problemas sentimentales. Su primer gran ¨¦xito fue El esp¨ªa que vino del fr¨ªo (que fue interpretado en el cine por Richard Burton). El topo, El honorable colegial y La gente de Smiley se convirtieron despu¨¦s en t¨ªtulos millonarios, traducidos a casi todas las lenguas.
David Cornwell, que muestra ya algunas canas en su rubia cabeza, no aprecia que le recuerden su pasado de esp¨ªa. Oficialmente fue s¨®lo un buen diplom¨¢tico, qud abandon¨® la carrera cuando ten¨ªa un buen porvenir. (Fue secretario de embajada en Bonn y c¨®nsul en Hamburgo). "Prefiero que me recuerden como un escritor que -fue esp¨ªa que como un esp¨ªa que fue escritor", afirma. Probablemente no corre el riesgo de pasar a la histor¨ªa como esp¨ªa: "Nunca fui muy bueno". Como escritor, en cambio, ya figura en todas las antolog¨ªas del g¨¦nero y sus libros ganan millones antes incluso de que acabe de escribirlos. Su nueva novela- seg¨²n rumores- le ha proporcionado ya entre 2 y 3 millones de d¨®lares.
Cornwell- o Le Carr¨¦- divide su tiempo entre una bonita casa en el barrio intelectual de Londres, Hampstead, y un chal¨¦ en las monta?as suizas. All¨ª espera ahora la acogida de la cr¨ªticaa Litile drummer girl, una novela sin Smiley pero ambientanda tambi¨¦n en el mundo del espionaje. The Observer cree que es su libro m¨¢s ambicioso y su mediohermana, la actriz Charloitte Cornwell cree que es su mejor libro.
Uno de sus amigos relata al Observer: "David siempre ha reconocido a las v¨ªctimas y no puede aceptar que una naci¨®n que posee la tetcera fuerza a¨¦rea m¨¢s importante del mundo y que es capaz de colocar 1.100 tanques frente a Beirut contin¨²e calificandose a s¨ª misma de v¨ªctima"."No he dicho ni una m¨ªnima parte de lo que los propios israel¨ªes dicen en su pa¨ªs"- confes¨® el escritor- pero eso no quiere decir que me lo toleren a m¨ª, que estoy fuera".
La Prensa brit¨¢nica ha recogido en otras ocasiones afirmaciones de Le Carr¨¦ seg¨²n las cuales siempre ha simpatizado con los socialistas, desde que era un joven brit¨¢nico estudiante en la Universidad de Berna o un joven profesor en la elitista universidad de Eton. A Le Carr¨¦ no le gustan, sin embargo, las conversaciones de pol¨ªtica, seg¨²n su hermanastra. Prefiere hablar de literatura, bebiendo un buen co?¨¢ (tiene una gran resistencia frente al alcohol) o de psicolog¨ªa o dar un buen paseo por las monta?as que rodean su chal¨¦ en Werigen (Suiza), o por las calles de Hampstead, acompa?ado por sus perros.
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